Nicolás Maduro defiende su único respaldo político: los generales que manejan las tropas y los negocios en Venezuela. Juan Guaidó avanza sobre la cúpula militar y promete una amnistía. Hasta ahora, Maduro protege con éxito su ventaja táctica, mientras que Guaidó se apoya en la comunidad internacional y en la movilización popular para forzar una transición democrática que desplace al régimen populista.
El próximo 23 febrero, por primera vez en esta coyuntura histórica, Maduro y Guaidó medirán sus fuerzas frente a frente en la frontera que separa a Venezuela de Colombia.
Si Guaidó puede abrir los retenes militares y llevar la ayuda humanitaria a territorio venezolano, Maduro habrá sufrido una derrota política. En cambio, si el líder populista bloquea la ayuda sin muertos o heridos, Guaidó tendrá que revisar sus planes y diseñar otra estrategia para terminar con un régimen que ya enterró a la democracia en Venezuela.
Generales pragmáticos
La cúpula militar aún respalda a Maduro porque no confía en las ofertas de Guaidó. El presidente interino propuso una amnistía para los generales que traicionen a Maduro y protejan una transición democrática que garantice elecciones libres y transparentes. Pero los generales que manejan los negocios más oscuros del régimen recuerdan las promesas que se hicieron a Manuel Noriega (Panamá) y a Muhammad Khadafy (Libia), dos dictadores corruptos que bajaron la guardia y cayeron sin pena ni gloria.
Ya no hay lealtad que vincule a los generales con Maduro. Y es probable que los generales abandonen al líder populista cuando entiendan que llegó el momento de cambiar de trinchera. Sin embargo, la traición sólo se consumará cuando tengan garantías políticas. Y por estas horas, Guaidó no tiene suficiente poder para cerrar un acuerdo que la propia transición democrática puede voltear en pocos días.
Frente a la imposibilidad de garantizar un amnistía, al líder de la oposición le queda la pueblada. Guaidó asumió esta posibilidad y por eso llamó a una movilización popular que debe rodear los cuarteles para exigirles a los militares que permitan el ingreso de la ayuda humanitaria a Venezuela. Es una apuesta fuerte, que tiene un antecedente a favor ocurrido hace cuarenta y cinco años.
El 25 de abril de 1974, miles de portugueses enfrentaron a los restos de la dictadura de Antonio Salazar para exigir la transición democrática. Se llamó la Revolución de los Claveles, y fue un acontecimiento pacífico que asombro por su eficacia política. Cayó la dictadura y se abrió un proceso democrático que, en plena Guerra Fría, sorprendió a Washington y Moscú.
Guaidó pensó en esta pueblada portuguesa cuando convocó a las movilizaciones populares que marcharán a los cuarteles el próximo 23 de febrero. Y al final, el presidente interino deja todo en manos de generales: la apertura de la frontera con Colombia para que ingrese la ayuda humanitaria, o la represión a los venezolanos que avanzarán sobre las unidades militares.
La Marcha Humanitaria
La puja entre Maduro y Guaidó tiene sus propios escenarios. El líder populista convocó a un recital de dos días en el puente Simón Bolívar, que también utilizará para distribuir «ayuda humanitaria» donada por Cuba. Ese puente une a Venezuela y Colombia, y Maduro dispuso que el recital y la distribución de las cajas cubanas se realice en territorio venezolano. «Para la guerra nada» y «manos afuera de Venezuela» son las consignas del régimen para difundir un recital que aún no tiene confirmado su line up.
A pocos kilómetros del Puente Simón Bolívar, está el puente de Tienditas, un paso internacional que aún no se estreno y que también une a Venezuela y Colombia. En el puente de Tienditas habrá un recital organizado por el empresario británico Richard Branson –fundador del grupo Virgin— que tiene asegurada la presencia de Ricardo Montaner, Diego Torres, José Luis «El Puma» Rodríguez, Alejandro Sanz y Maluma, entre otros artistas latinos. Su consigna es «Venezuela Aid Live» y su objetivo político es atraer la atención pública sobre un acontecimiento que puede quebrar la estabilidad del régimen que lidera Maduro.
«Venezuela Aid Live» comenzará el 22 de febrero a la mañana, y un día más tarde está previsto que Guaidó esté en la mitad del puente de Tienditas para forzar que los militares de Maduro permitan ingresar la ayuda humanitaria.
Si no hay cambios de agenda, miles de venezolanos avanzarán desde Tienditas hasta la mitad del puente, adonde está la frontera con Venezuela. Y a la inversa, miles de venezolanos conducidos por Guaidó esperarán al otro lado del mismo puente, para recibir la ayuda humanitaria que aportó Donald Trump a través de USAID.
En ese preciso momento, la historia hará un guiño a Maduro o a Guaidó. Si los militares venezolanos abren la frontera, se inicia un proceso que puede terminar con el régimen populista. En cambio, si los generales de Maduro se mantienen firmes y no permiten que no pase la ayuda humanitaria, Guaidó se encontrará frente a su propio destino: forzar las circunstancias, o darse otra oportunidad. Aún no resolvió. Espera estar en el puente de Tienditas, frente al ejercito bolivariano, antes de tomar una decisión que puede cambiar la historia de Venezuela.
Román Lejtman/Infobae