"La Guerra de los Roses" llegó al Maipo con Suar y Peterson como figuras

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La dupla Suar-Peterson interpreta al matrimonio conformado por Octavio y Bárbara que se encuentra en pleno proceso de divorcio después de 18 años de convivencia.

Una descomunal araña en el centro del escenario es el principal atractivo de la escenografía de Alberto Negrín y a la vez es el recurso del director Marcos Carnevale para utilizar como metáfora de la caída fatal de la vida conyugal de la pareja en cuestión.

Pese a lo espinoso del asunto, Suar no se despega de su conocida faceta de comediante en la piel de un hombre económicamente exitoso, mientras que Peterson se destaca hurgando en los matices de una mujer plagada de frustraciones y cansada de las actitudes egoístas de su esposo.

La batalla campal se desata cuando la protagonista se planta firmemente para encarar la separación en una disputa ardorosa que al igual que en la versión cinematográfica no escatima insultos ni términos soeces.

Dentro de ese lenguaje común, son los diálogos ácidos los que exhiben la despiadada lucha entre ambos por quedarse con la casa en la que compartieron la vida.

Si bien sobre el escenario se respeta el espíritu de la historia original, esta versión -que cuenta con traducción y adaptación de Fernando Masllorens y Federico González del Pino-, toma distancia de la exitosa película que en 1989 dirigió Danny DeVito y que estelarizaron Michael Douglas y Kathleen Turner.

A partir de las escenas elegidas y del trabajo en la dirección de los actores, la obra no ahonda en el tono trágico que también estaba implícito en el largometraje para, en cambio, rescatar el costado más cómico de la ruptura.

Por ello, los cruces de carácter salvaje entre Suar y Peterson fueron capaces de sonsacar risas cómplices en gran parte del público que colmó la sala del centro porteño.

Con producción compartida entre Lino Patalano y el programador de El Trece y dueño de Pol-ka, y en la misma sala donde Carnevale dirigió a Suar en “El año que viene a la misma hora”, sobresalen los pasajes eróticos en los que Bárbara disfruta del poder sexual que ejerce sobre su marido.

El plato central de esta historia se logra a partir de un final técnicamente sólido, en el que los protagonistas se caen junto a la araña para detonar el impactante cierre de una historia pasional.

Así, con todos los ingredientes de una comedia que en su momento fue decisiva para poner en el tapete la problemática de la disolución del núcleo familiar en los Estados Unidos se alcanza esta versión acertadamente poco pretenciosa.

«La guerra de los Roses» se presenta de jueves a domingo en Esmeralda 443 y se perfila como un nuevo suceso de Suar en la cartelera porteña.

 

Fuente: Telam

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