La historia de Andrés Ini, el ex guionista de «ShowMatch» que hoy se destaca en el stand up: «Mi primer sueldo fueron 10 lecop»

0
403

Risas y más risas se escuchan entre el público del teatro Maipo Kabaret. En medio del escenario está Andrés Ini, con un traje, una guitarra y sus rulos despeinados, acompañado por un pianista. En el espectáculo Lo que se me canta, relata episodios de la vida cotidiana desde una perspectiva única y divertida. A diferencia de los clásicos shows de stand up, interpreta canciones relacionadas a las situaciones que va narrando, en una interesante fusión de música y humor.

El comediante ha recorrido un largo camino para encontrar un trabajo que se ajuste a su vocación. Siempre soñó con ser cantante, pero la vida lo fue llevando por otros caminos.

Estudió Comunicación Social en la Universidad de Buenos Aires y tuvo diferentes trabajos: fue redactor creativo en agencias de publicidad, guionista de ShowMatch y actor del noticiero Baires directo. Desde hace más de una década, se dedica al stand up y hoy disfruta de ser la nueva apuesta del productor teatral Lino Patalano. En el mítico teatro de la calle Esmeralda, lo vuelvo a ver para conocer más sobre su historia.

—¿Quién es Andrés Ini?

—Es una caja de sorpresas o una sorpresa de cajas. Siempre me fue difícil encasillarme, porque tengo cosas de diferentes ámbitos, lugares y géneros. Me considero bastante ecléctico y nunca pertenecí a ningún grupo. Soy bastante apersonal, por eso trabajo solo y hago unipersonales. Léase en tono de broma.

—¿Siempre quisiste ser artista y estar arriba de un escenario?

—Mi vocación arrancó primero por la escritura y por el canto. Siempre hablé de cosas melancólicas, de amor y reflexivas. Ahí apunté y la vida me llevó para el lado del humor. Pero no es algo que yo tenía como objetivo. Simplemente, cuando conocí el género del stand up y empecé a trabajar de eso, todo empezó a fluir: las puertas se me abrieron, la gente me empezó a contratar y vinieron a verme al teatro. Hoy estoy en el Maipo, pero no es algo que me propuse. Fue algo que se lo debo al destino, a la vida, al azar. Gran parte de lo que tengo adentro es una gracia interna que no estudié, a las personas les gusta cuando me ven en vivo y recomiendan mi show.

—¿Cuál fue tu primer trabajo?

—Primero me pagaban por cantar en eventos. Yo decía: «¡Estoy cobrando por cantar!». Me acuerdo que en un evento me pagaron 10 lecop, eran como patacones, unos 10 pesos. Ese fue mi primer sueldo por cantar un par de canciones. Creo que fue en el 2001. Después trabajé como redactor creativo en agencias de publicidad. Estaba contento de estar dentro de un ámbito corporativo, donde podía hacer publicidades que se escuchaban en la radio o estaban en algún diario. Sin embargo, me desmotivé. Y abandoné o me echaron, es indistinto.

—¿Cuándo empezaste a trabajar en televisión?

—En 2009, arranqué en Ideas del Sur y pensé: «Estoy en primera A, estoy jugando en el Barcelona». Fui uno de los guionistas de Gran cuñado [una parodia política de Gran hermano]. No lo podía creer, arranqué motivadísimo, pero no era lo mío. Yo soy una persona que estoy sobre el escenario, que escribe sus monólogos, los dice, canta, actúa y le pone el cuerpo. Acá era un tipo que estaba en la oscuridad, escribiendo un guión que después era trabajado por los actores y por otros guionistas. Además, lo que salía al aire era otra cosa. Sentía frustración y el reconocimiento era nulo. Esto no significa que yo lo hacía por el reconocimiento, ¿pero a quién no le gusta que valoren el trabajo de uno cuando lo hacés con pasión?

—¿Cómo era la rutina de escritura para Gran cuñado?

—Tenía que ir a Olleros 3551. En esa época, estaba todo el tiempo leyendo las noticias. Recuerdo escribir desde temprano hasta la noche los chistes de los políticos en Gran cuñadoque lo hacían los actores del staff de ShowMatch. Al ser un programa en vivo había que escribir en el momento, trabajaba a presión. A veces se grababan tres programas juntos, entonces terminaba a las cuatro de la mañana. Lo más difícil fue cuando tuve que escribir dos guiones: uno por si ganaba (Francisco) De Narváez y otro por si ganaba Nestor (Kirchner). Con la propuesta «Alica, alicate», ganó De Narváez, pero estaba muy pareja la votación. Fue una experiencia enriquecedora y me entrenó bastante, pero era muy estresante y alocado.

—En ese momento, algunos analistas políticos aseguraban que con esta parodia, Tinelli había influido en los resultados de las elecciones legislativas de 2009

—El programa no fue hecho con la intención de que gane uno u otro candidato. Es cierto que muchos de estos políticos se agarraron de los eslóganes o de las frases de sus imitadores. Tal vez era más interesante decir alguna muletilla que hacer una propuesta política que no tenían. Entonces, la gente tomaba empatía más con el imitador que con el político. En algún punto, te afectaba el inconsciente a la hora de votar. Algunos votos se habrán llevado los políticos gracias a los personajes. Para mí tuvo mucho que ver, pero no fue de una manera adrede. Es simplemente porque la gente no es muy crítica y compra lo que ve.

—Desde la época que trabajabas en ShowMatch, el humor fue cambiando mucho…

—En el año que yo estaba se hacía una cámara oculta en El Calafate. Una de las frases que decía José María Listorti a las modelos o a las víctimas era: «¿Da para un garch and go?». Yo estudié una carrera universitaria en la Universidad de Buenos Aires. Leí Nietzsche, Hegel, Althusser y Merleau Ponty, para terminar creando el latiguillo «un garch and go». Era el colmo. No me gusta el humor televisivo tan básico, en el teatro es un humor más profundo el que utilizo, pero para la tele funcionan otros códigos. Hoy no se podría hacer ese tipo de humor porque cambió el contexto.

—A la hora de preparar tus shows, ¿sos cuidadoso con los monólogos para no ofender al público?

—Sí, soy consciente de eso. Yo tengo que estar totalmente actualizado a la época, a los movimientos. No quiero ofender a nadie. Mi espectáculo no es para convencerte, ni para bajar línea, ni pretendo cambiar el mundo. Yo quiero que la persona que viene acá durante una hora y media se ría, la pase bien y sea feliz. No pretendo cambiar su manera de pensar. Sí puedo decir lo que yo pienso, pero quiero que vengan acá a pasarla bien y a olvidarse de sus problemas. Solo eso, yo no busco que sea ofensivo para nadie, porque creo que nadie es dueño de la verdad.

—¿Te pasó en algún momento que una persona se ofendió por un chiste que hiciste?

—En un evento privado, dije un chiste: «Como el amigo que toma viagra». Y señalé a alguien al azar, sin mirar. Después esa persona me dijo que no le había gustado que lo señalara y que tenía problemas. A veces todo es muy subjetivo. Esa persona se sintió aludida, pero no fue mi intención. Hay que tener cuidado, porque yo puedo decir algo que ofenda o no, y que la persona se ofenda igual. Es muy difícil controlar lo que le pasa a otra persona, porque cada uno es un mundo.

-¿Cómo siguió tu carrera en la televisión?

—Después de dos años dejé Ideas del Sur y arranqué a trabajar como actor en un noticiero de Telefe. Yo dije: «Ya está, era esto, ¡soy actor!, es el trabajo que siempre quise». Pero, ¿qué pasaba? Era hacer humor en un noticiero a las 7 de la mañana, con noticias que eran tal vez un accidente en Ruta 2, y tenía que salir a reír a la gente. Era una cosa que nadie entendió, quedó muy bizarro. La pasaba mal y la gente me insultaba en Twitter, me decían: «Saquen al falso David Bisbal de jardín o al falso Favio Posca». Me di cuenta que no era mi lugar.

—Y después llegaste al teatro…

—Sí, cuando me quedé sin nada, arranqué mi unipersonal de stand up y música. Ahí me di cuenta que había encontrado mi lugar. Tenía una parte de escritura, que es la redacción del guión; una parte actoral, que es ponerle cuerpo a lo que escribo; y una parte musical, que es componer e interpretar canciones. En ese mundo propio todo fluye, porque no hay nada más auténtico que mi persona, es ciento por ciento Andrés Ini. Es lo que yo siento, lo que hago. Empezó a venir gente al teatro, me llamaban para eventos, comencé a viajar. Estuve 10 años en el Paseo La Plaza, después fui al Liceo Comedy y ahora estoy en el Maipo. Es todo un recorrido natural que se dio simplemente por una cosa: por encontrar esa pregunta que me hiciste al principio de quién soy yo.

—¿Qué pasa cuando tenés un día malo y te toca subir al escenario?

—Eso me pasa todo el tiempo. Tengo días malos, en los que estoy triste y salgo igual. Hace dos semanas, estaba en el camarín con 39 de fiebre, me estaban tomando la presión, tenía las patas para arriba y estaba a punto de suspender la función. Me dolía todo el cuerpo. Sin embargo, hay algo mágico cuando salís al escenario y ves a la gente. Desaparece todo. Lo mismo pasa con el día malo. Cuando estás acá, la energía que sentís, los aplausos, la mirada, la presión, desaparece todo. Después cuando termina el show, volvés a tu día de mierda. Durante el show es como un paréntesis.

—¿Qué sueños te quedan por cumplir?

—Me encantaría viajar por el mundo y poder realizar mi humor y que ese humor en realidad sea la puerta para que pueda cantar. Mi sueño es viajar por el mundo cantando. Y si para cantar tengo que hacer humor, hago humor, está todo bien, pero quiero cantar.

Dejar respuesta

Please enter your comment!
Please enter your name here