La historia secreta de la negociación entre el Gobierno y los mapuches que terminó en tragedia

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Fueron 15 días de arduas negociaciones que incluyeron promesas, largos debates, advertencias y un primer desalojo pacífico de tierras. Pero el resultado final del diálogo que mantuvo el gobierno nacional con la comunidad mapuche del Lof Lafken Winkul Mapu por las tierras ocupadas del Parque Nacional Nahuel Huapi en Villa Mascardi terminó en tragedia y de la peor manera: con la muerte del joven Rafael Nahuel.

Hubo atisbos de acuerdo, mucha tensión y desconfianzas mutuas en la historia oculta que reconstruyó Infobae de los hechos que se dieron entre el viernes 10 de noviembre en que comenzó la ocupación de los mapuches en Villa Mascardi y el sábado 25 que culminó con el duro enfrentamiento entre la comunidad Lof Lafken Winkul Mapu y el grupo Albatros de Prefectura.

«Estuvimos a un paso de lograr la mejor solución pacífica y no lo logramos», se lamentó ayer en Bariloche un referente del gobierno nacional.

Desde la comunidad mapuche dijeron que el desenlace fue «el más esperado teniendo en cuenta la violencia que el Gobierno mostró en el caso Maldonado». Precisamente, con el antecedente de la muerte del joven artesano en Chubut a cuestas, la Casa Rosada dispuso de un delicado dispositivo de negociación en Villa Mascardi para evitar otra tragedia. Se llevó adelante una negociación secreta que estuvo lejos de los focos de la prensa.

Seis días después de la denuncia de Parques Nacionales por la toma de los terrenos en Villa Mascardi, una misión del Gobierno enviada por el secretario de Derechos Humanos Claudio Avruj y bajo las órdenes del ministro de Justicia Germán Garavano llegó a Bariloche para negociar con los mapuches. Viajó el director del Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI) Nicolás Torres y convocó a una reunión con la comunidad mapuche que ocupaba los terrenos, la Coordinadora del Parlamento del Pueblo Mapuche-Tehuelche de Río Negro, la Confederación Mapuche de Neuquén y la ayuda del obispo de Bariloche Juan José Chaparro. La reunión se dio en la sede de la CTA y el gobierno nacional puso dos condiciones para iniciar las negociaciones: que los mapuches dialoguen a cara descubierta y con el auspicio de la Comanejo, que nuclea a Parques Nacionales y a unas ocho comunidades mapuches.

A partir de allí, empezaron las negociaciones. Hubo momentos en que la comunidad de Villa Mascardi cedió espacios y aceptó, por ejemplo, que sus líderes dialoguen sin pañuelos en la cara ni palos. El martes 21 se logró un principio de acuerdo en el que intervino Luis Pilquimai de la Confederación Mapuche de Río Negro y se habló de salir de las tierras ocupadas para que el Gobierno evaluara una opción de entrega de terrenos en otra zona que no fuera Parque Nacional. Al día siguiente hubo una reunión en Aluminé donde la mesa del Comanejo avaló las negociaciones. Los interlocutores de los mapuches eran hasta allí Luis Pilquimai y Orlando Carrique.

Los referentes del gobierno nacional liderados por Torres planteaban que lo más conveniente no era interponer una cuestión de «vínculo espiritual con la tierra con la ocupación ilegal de terrenos de parques nacionales», según dijo un referente de las negociaciones.

Los diálogos siempre se mantuvieron en el retén de la zona dispuestos por la comunidad del Lof Lafken Winkul Mapu. Nunca dejaron entrar a referentes del Gobierno al terreno ocupado. Pero hasta allí las perspectivas eran buenas. Desde la Casa Rosada Avruj y Garavano seguían de cerca el tema que les iba informando la titular del INAI, Jimena Psathakis. Ante esta situación de relativos acuerdos, la fiscalía de Bariloche y el juez Guillermo Villanueva ordenaron el desalojo pacífico de la zona. Esto ocurrió el jueves 23. La Justicia pidió que se abandone el lugar pacíficamente, se eviten las caras cubiertas y no haya violencia. Intervino el grupo Albatros con cámaras para registrar los hechos y se desalojó a unas cinco mujeres y seis niños. Pero unos seis adultos de la comunidad mapuche lograron escapar, entre ellos supuestamente estaba Rafael Nahuel. Se quedaron montaña arriba escondidos. «No parecía un tema muy grave teniendo en cuenta que el desalojo fue bastante pacífico», relató a Infobae un funcionario del Ministerio de Seguridad que también seguía los hechos desde Buenos Aires y le informaba a cada instante a la ministra Patricia Bullrich.

Pero el sábado pasado por la noche los hechos se desmadraron y la violencia terminó en tragedia. Un patrullaje por la zona del grupo Albatros detectó que había unos 10 mapuches ocupando otra vez las tierras de Parques Nacionales en Villa Mascardi. Según relataron fuentes del Gobierno, hubo señales de alerta a los ocupantes para que salieran del lugar y un referente mapuche les gritó a viva voz: «este es territorio ancestral mapuche y no del Estado argentino». Luego comenzó una balacera, según el relato de los funcionarios de Seguridad. Uno de los mapuches heridos que estaba ayer en la Mesa de Diálogo en la sede de la CTA dijo a Infobae: «Nunca usamos armas, solo tirábamos piedras. Eso de las armas es todo un invento para dejarnos pegados con la RAM. Nos venían las balas de ellos (por el grupo Albatros) por la espalda». Allegados a la ministra Bullrich aseguraron que había mapuches armados. La desgracia quiso que una bala 9mm que generalmente usa la Prefectura estallara en el cuerpo de Rafael Nahuel y la tragedia se convirtió en el hecho que nadie quería.

En el Gobierno aseguran que para el sábado en que se produjeron los hechos lamentables, entre los ocupantes estaban Facundo Jones Huala (hermano del detenido Jones Huala en Chubut) y otros cuatro referentes más vinculados al grupo violento de la RAM. De hecho, a Jones Huala lo detuvo el grupo de la Prefectura junto a otro referente de la comunidad.

«Hay que seguir dialogando. Es el único camino para encontrar la paz», dijo a Infobae el obispo de Bariloche al constituir ayer la mesa de diálogo. Se trata de un gesto para apaciguar los ánimos. Nadie espera que de allí se logren muchas soluciones. Las negociaciones secretas de más de 15 días entre el Gobierno y los mapuches no lograron frenar el desenlace de tragedia. Ahora una mesa de negociaciones más amplia espera enmendar tantos fracasos y proyectos rotos.

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