La imagen es elocuente y resume todo, el desastre que esta pandemia está provocando en Nueva York y el mundo entero. Pero claro ver un playground, los potreros del básquet, sin aros (o con los aros tapados por una madera o las redes atadas) es fuerte. Muy fuerte. Hay fotos peores, seguramente los 45 camiones frigoríficos que compró el gobierno neoyorquino para depositar cadáveres, pero la instantánea de esos tableros incompletos refleja lo que está pasando en el planeta. NY es la ciudad más importante del país más rico del mundo pero, además, es la metrópoli más basquetbolera del mundo, la meca del deporte, el semillero de tantas estrellas a lo largo de la historia. Y por eso golpea más, significa el doble, cuando hablamos de la cuna de este deporte. El básquet callejero está en la esencia del estadounidense y no poder jugarlo, en NY, es lo que marca la gravedad de una situación extrema.
En la ciudad se está muriendo una persona cada seis minutos, aseguran los reportes médicos. Y si bien el presidente Donald Trump no dictó la cuarentena obligatoria, en una medida muy criticada, las calles lucen vacías, justo de la “ciudad que nunca duerme” y se caracteriza por sus atascos de tráfico. No hay cuarentena, pero tampoco aros.
El gobernador estatal Andrew Como mandó a quitar todos, se calculan más de 200 en todo el estado, en especial en los barrios donde más se practica el deporte.
Incluso los quitaron en Rucker Park, el playground más famoso del mundo, ubicado en la esquina de la octava avenida y la calle 155, en Harlem. Allí irrumpieron leyendas del deporte y estrellas que marcaron una época en la ABA y la NBA. Earl The Pearl Manigault, Joe Hammond, Connie Dawkins y nada menos que Wilt Chamberlain, Julius Erving, Earl Monroe y Nate Archibald cautivaron en esa canchita mítica rodeada de alambrado y con unas tribunas de manera que pocas veces alcanzaron para los miles de fanáticos que se juntaban a ver a sus ídolos. En los años 70, cuando por caso jugaba el Doctor J, aquel alero con onda afro que brilló en la ABA y luego en la NBA hasta cambiar el básquet e inspirar a chicos como Michael Jordan, la gente se subía a los árboles y a los techos de los edificios aledaños para no perderse los increíbles duelos que se convirtieron en mitos.
Durante años, los jugadores callejeros de NY alimentaron a las ligas profesionales y hubo momentos, en los 70 por ejemplo, que eran la mitad del plantel de los Knicks, dos veces campeones en esa época (70 y 73). Pero, además, esos potreros fueron además el lugar de la resistencia afroamericana, un lugar de encuentro para combatir el racismo. Y un símbolo de cómo los negros podían sobresalir, ser importantes, en definitiva iguales, en un país segregado… Fue una época, además, en la cual las estrellas del deporte estaban comprometidas con esa causa…
“New York es una orgullosa ciudad de básquet y nunca sacaríamos los aros de no ser completamente necesario. Ante la prohibición estatal de juegos grupales, la ciudad ha urgido a los neoyorquinos para que usen el sentido común y mantengan la distancia social.
Pero debido a que mucha gente sigue sin cumplir con los pedidos hemos decidido remover 138 aros en la ciudad y continuaremos con más, si es necesario”, declaró Mitchell Silver, el comisionado de los parques públicos de NY.
En la ciudad se cerraron 11 canchas bajo techo y 66 al aire libre. Pero, claro, está modalidad está ocurriendo en el resto de la ciudades con más tradición de basquet del país. En Indiana, New Orleans y en casi todo el estado de California, por ejemplo.
“Lamentablemente es la mejor forma de evitar que la gente juegue”, aseguró Michael Klitzing, director de Recreación en Indiana, otra de las grandes cunas del básquet. En Venice Beach, puntualmente el playground donde se filmó la mítica película Los Blancos No pueden Saltar, fue cerrado luego de ver que la gente ignoraba el distanciamiento. En California lo mismo sucedió con las canchas de béisbol, fútbol y los skateparks, entre otros sitios deportivos. Los playgrounds, por ahora, permanecen abiertos en Chicago. Pero, ¿por cuanto más? La pandemia avanza y Nueva York se convirtió en el epicentro. A tal punto que ya no hay aros en las canchitas. Alguna vez dijeron que el básquet no para. Pero ya paró la NBA y ahora le toca al básquet callejero. Es tiempo de otras prioridades, el deporte puede esperar…