542 días pasaron desde aquel fatídico resbalón sobre el jabonoso césped de Queens. Casi 800 días y apenas 12 partidos oficiales de aquella primera lesión en el cemento de Shanghai. Esas estadísticas adversas son sólo números para Juan Martín del Potro. A los 32 años, el tandilense sabe de estas batallas y no baja los brazos en su guerra contra el físico. No es una cuestión de ranking, de títulos o de dinero. Uno de los mejores tenistas de la historia del país quiere que su última imagen como deportista profesional sea dentro de una cancha.
El 2021 será el año clave para todas sus aspiraciones, con los Juegos Olímpicos de mitad de año como un motor indispensable para alimentar el tren del sueño. La rótula de la rodilla derecha suma tres operaciones entre sus pasos por los quirófanos de Barcelona, Miami y Berna; también varios procesos de recuperación de distinta índole tratando de quitar el dolor. El último en Porto Alegre, con la esperanza de que el fisioterapeuta Luiz Fernando García logre resultados similares a los que tuvo alguna vez el símbolo del fútbol uruguayo Diego Lugano. Hoy por hoy lo único que no es una incógnita es la fuerza de Juan Martín de seguir peleándola por volver a una cancha.
Refugiado en el calor de sus íntimos, pasó sus últimos meses en un conocido country de la zona de Tortuguitas y planifica una nueva reconstrucción de su vida deportiva. El dolor de esa maldita rodilla es la que marcará el rumbo. No es, solamente, una cuestión de competencia. Combatir los problemas físicos es un tema de vida para un deportista de elite acostumbrado a tener una rutina de ejercicios desde niño. Acumula 800 días de avances y retrocesos. De alegrías y tristezas. Más de dos años en los que sumó poca actividad oficial, varios pasos por las manos de especialistas y distintos intentos de retomar la normalidad. A punto tal que en julio pasado llegó a compartir en sus redes sociales la alegría que le significó volver a pasar el día con su “amiga”, la raqueta. Semanas más tarde, fue operado por tercera vez en Suiza.
“Vengo peleándola con mi rodilla. Hace bastante tiempo que estoy con muchos altibajos. Por momentos bien, por momentos mal. Y me está costando mucho volver. Es una realidad, aunque me gustaría taparla o contra otra cosa, es lo que me pasa. Todavía me mantengo de pie por las ganas de volver a jugar que tengo. Y porque siento que no tengo que cerrar esta etapa todavía. Eso me mantiene ilusionado y buscando tratamientos. Pero la realidad es que es difícil. Mientras tenga ese feeling bien adentro de que mi etapa no está cerrada la voy a pelear sea el tiempo que sea”, se confesó días atrás en el canal ESPN en una de las pocas entrevistas que brindó durante los últimos tiempos.
El regreso a Buenos Aires tras el nuevo proceso en Brasil será el primer paso de esta nueva etapa. Un tratamiento efectivo podría significarle sentarse a planificar una pretemporada de cara al 2021. Hoy la prioridad es la salud, pero el terreno de las hipótesis permite pensar en que los pasos obligados deben iniciarse con el caminar, trotar y correr sin dolor antes de realizar un trabajo físico acorde a un tenista de su talla.
Juan Martín ya aclaró que los Juegos Olímpicos son su motor, pensando que los del 2016 marcaron su feliz regreso luego de otra etapa traumática con las lesiones, por entonces en la muñeca. En caso de que Delpo esté en condiciones de presentarse en Tokio tal cual es su deseo, la Asociación Argentina de Tenis realizó la aplicación ante la organización para lograr su habilitación, enviando los informes médicos para justificar las lesiones y recibió un visto bueno por parte de las autoridades. El ranking protegido le permitiría, en tal caso, poder obtener el boleto al tandilense que fue medalla de bronce en Londres 2012 y plata en Río 2016.
Teniendo en cuenta que actualmente figura en un anecdótico 157° para la ATP, el ranking no es un tema que le interese especialmente a Delpo de aquí en adelante. Esa cuenta está saldada en parte con el salto que logró en agosto del 2018, mes en el que llegó a ubicarse 3 del mundo. Ese hito lo consiguió 914 días después de haber caído hasta el puesto 1045°, época en la que se recuperaba de su tercera intervención de muñeca izquierda. Está claro que el sueño de ser número 1 lo acompañará hasta el final de su carrera, pero las prioridades en su vida actualmente son otras. Por ejemplo, tiene más importancia que sus padres lo puedan ver por primera vez en vivo en un torneo grande antes que cualquier otra cosa.
Si el físico se lo permite, peleará en el 2021 para protagonizar otro de esos regresos heroicos a los que acostumbró a sus fans. La aparición deberá ser paulatina para un hombre de 32 años con un físico de casi dos metros. La lógica indica que antes de volver a verlo en los Juegos Olímpicos, tendría que reaparecer en el circuito ATP para retomar el ritmo lentamente. Hoy, estas conjeturas son simplemente el combustible para intentar encontrar una recuperación óptima de esa bendita rodilla. Son, simplemente, las hipótesis que todos los fanáticos del tenis quieren ver cumplidas. El próximo año él quiere abrir nuevamente sus brazos al cielo después de una victoria y decir así que una vez más hizo trizas a los obstáculos.
“Si tengo que cerrar esto por una cuestión de salud, no quiero que sea de esta manera. Teniendo los Juegos Olímpicos próximos, con lo que significó en mi carrera, creo que sería darme un premio a mí mismo de poder participar y representar a Argentina. Por eso la sigo peleando. Amo el tenis, me quiero reencontrar con toda la gente que me ayudó mucho a hacer esta carrera y lo quiero hacer dentro de la cancha. Por eso sigo insistiendo”.