La inesperada sombra de Milani en plena campaña

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Ninguno de los operadores judiciales en épocas de Cristina Fernández de Kirchner podía imaginar que la sombra de César Milani se proyectaría casi cuatro años después del final de su gestión, en plena campaña electoral. Las noticias de impacto en la Justicia siguen concentradas en lo que hace un puñado de jueces federales y en juicios orales de lento camino.

Precisamente, en ese último terreno, pero lejos de Comodoro Py, se anotan las citas para el ex jefe del Ejército: en mayo y en septiembre enfrentará dos juicios vinculados a su papel durante la represión ilegal en la dictadura. Uno en La Rioja y otro en Tucumán.

La referencia a operadores kirchneristas -algunos otra vez muy activos- viene a cuento de las últimas informaciones sobre Milani porque fueron varias, permanentes y hasta groseras la presiones para clausurar o frenar las causas que involucran al militar.Eso fue denunciado, con poca repercusión nacional, por familiares de víctimas y algunos referentes de derechos humanos en los últimos años de gestión kirchnerista, con Milani ya consagrado como jefe militar. Las causas, de a poco, se reactivaron en 2016 y 2017.

La última información formal sobre Milani fue difundida esta semana por el Centro de Información Judicial: el Tribunal Oral Federal de La Rioja confirmó que el 3 de mayo comenzará, si no hay más tropiezos, el juicio por varios casos de secuestros y tormentos en esa provincia, algunos de los cuales involucran al ex jefe de Ejército. Esa decisión ya había sido adelantada a otro tribunal, que postergó hasta el 12 de septiembre el inicio del juicio oral por el secuestro y desaparición de un soldado en Tucumán.

El caso riojano incluye a Milani, detenido y procesado hace dos años, por el secuestro y tortura en 1977 de Pedro y Ramón Olivera, padre e hijo, este último querellante en la causa. Junto al ex jefe del Ejército están involucrados otros once ex militares y un ex juez federal. Más avanzada parecía la investigación en Tucumán: allí estaba previsto el juicio oral para mediados de mayo, pero la fecha fue ahora modificada.

En Tucumán, Milani va a juicio por encubrimiento agravado de la desaparición y muerte del soldado Alberto Ledo, en 1976. Ledo fue acusado desertor, que era un mecanismo siniestro utilizado por la dictadura en operaciones de secuestro de conscriptos. Eran armados sumarios por deserciones y eso era comunicado a familiares: se calculan más de un centenar de casos, especialmente en los primeros años de la dictadura.

El Tribunal Oral federal de Tucumán modificó el comienzo del juicio apenas anoticiado del arranque del proceso en La Rioja. La decisión de llevarlo a septiembre sería en base a la estimación de los tiempos que demandaría el trámite riojano. Si se cumplieran ese cálculo, Milani escucharía en tres meses su primera sentencia, a la distancia, en Campo de Mayo, y de inmediato vería iniciar el segundo juicio oral. Para entonces, habrá que ver si tiene fecha el proceso que se le sigue por enriquecimiento ilícito.

Visto desde el punto de vista electoral, es por lo menos un interrogante el efecto de esa sucesión judicial. Difícil arriesgar el impacto, aunque no sea un dato menor para parte de la franja social más sensible a la cuestión de los derechos humanos.

Milani ascendió y se consolidó en el área de inteligencia del Ejército durante la primera gestión de Cristina Fernández de Kirchner: en estas últimas semanas, algunos rumores involucran a parte de lo que habría sido su red en el barro del espionaje ilegal. El militar escaló desde ese lugar hasta convertirse en jefe de esa fuerza, ya durante la segunda gestión de la ex presidente.

Uno de los argumentos ácidos sobre el encumbramiento de Milani – con causas entonces frenadas, se ha dicho, por presiones políticas-, consistía en destacar la «lentitud» de esas dos causas frente a la velocidad de otros juicios contra represores. Vale entonces una aclaración: la reactivación de los juicios por la represión durante la dictadura es un dato de peso para la salud democrática. En sentido contrario, el ex jefe del Ejército representa una pieza ominosa en el discurso del kirchnerismo que se pretende blindado en este terreno.

Algunos organismos de derechos humanos –no todos- avalaron el ascenso de Milani y prefirieron negar las acusaciones contra el militar. Eso fue más que un perdón, porque buscaba desacreditar testimonios y querellas. Otros, se escudaron en no hacer juicios de valor hasta que se pronunciara la Justicia. No falta mucho. Eso es lo que podría ocurrir en estos meses.

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