Una suerte de presiones internas, mensajes cifrados de la Iglesia y rencillas internas de la Cancillería derivaron en las últimas 24 horas en un traspié del Gobierno en su intento por definir al nuevo embajador argentino ante el Vaticano justo 15 días antes de que el presidente Alberto Fernández visite al papa Francisco en Roma.
El jefe de gabinete, Santiago Cafiero, expresó ayer en una conferencia de prensa que el nombre de Luis Bellando como eventual embajador argentino ante la Santa Sede se “reverá” y se analizará “si hace falta otro candidato o candidata”. Así, el jefe de ministros cristalizó lo que fue una suerte de entredichos y desprolijidades internas en el mismo seno del Gobierno a la hora de presentar un candidato de embajador ante el Vaticano que aún no se definió por un motivo central: el Presidente esperará a su encuentro con el Papa el 31 de enero para proponerle el nuevo nombre del diplomático a designar en la Santa Sede.
Según pudo reconstruir Infobae de diferentes fuentes de la Casa Rosada y de la Cancillería en el entramado de la designación fallida de Bellando intervinieron desde Cafiero hasta el secretario de Asuntos Estratégicos Gustavo Beliz, el canciller Felipe Solá y el secretario de Culto Guillermo Olivieri, entre otros. Y finalmente terminó terciando el propio Fernández para poner paños fríos.
Hace una semana Beliz deslizó el nombre de Bellando como eventual embajador en el Vaticano. La propuesta cerraba por todos lados: se trataba de una sugerencia que venía de un hombre de la Iglesia y de un funcionario de la carrera diplomática, en este último caso como había pedido el Presidente.
“Nadie puso objeciones porque viniendo de un pedido de Beliz y su cercanía a la Iglesia dábamos por descontado que el nombre de Bellando estaba cerrado”, explicó a Infobae un secretario de Estado. Ni siquiera Solá o el Secretario de Culto, que tuvo que elevar el pedido de placet a la Nunciatura en la ciudad de Buenos Aires, pusieron objeciones a la postulación.
El problema es que al parecer hubo objeciones a la postulación de Bellando por partida doble: desde Roma le habrían sugerido por canales informales al Gobierno que retirara el pliego del diplomático ya que estaba divorciad aunque no se casó por Iglesia en sus primeras nupcias. Fue un caso similar a la objeción de la Santa Sede que tuvo el gobierno de Cristina Kirchner con Alberto Iribarne y la administración de Mauricio Macri con Tomás Ferrari. Ambos habían sido propuestos como embajadores en el Vaticano y ambos estaban divorciados, con lo cual tuvieron que resignar esa postulación.
La Iglesia no respondió aun formalmente al pedido de placet ya que los tiempos vaticanos son más lentos. Pero para esta altura los canales informales, que el Papa Francisco tiene más aceitados, ya habían empezado a funcionar. “No habría objeción desde el derecho canónico a aceptar un divorciado como embajador en la Santa Sede pero si se puede evitar mejor”, dijo un encumbrado diplomático.
A esta traba de formas vaticanas llegó después una catarata de objeciones informales de la misma Cancillería. Fueron varios los diplomáticos de carrera que le acercaron a Solá cuestionamientos hacia la figura de Bellando. Desde supuestos manejos irregulares o de forma en su paso por la embajadas de Angola y Cuba hasta la participación en fiestas en el consulado de Río de Janeiro. En rigor, se trataría de objeciones de forma ya que Bellando no tiene sumario administrativo alguno en su carrera.
“Todas eran malas señales y nada cerraba”, dijo a Infobae un funcionario que tiene despacho cerca de la oficina del Presidente.
Al parecer, en medio de toda esa catarata cuestionamientos internos del Palacio San Martín aparecieron objeciones de referentes de La Cámpora de la carrera diplomática que estaban ocultos durante el macrismo y ahora volvieron a resurgir. En todas esas menciones se señalaba a Bellando asociado con cuestionamientos que también habría elevado el ex canciller kirchnerista Jorge Taiana.
Hacia media tarde, cuando todo estaba complicado y los mensajes entre la Cancillería y la Casa Rosada estaban colapsados por críticas hacia el postulante, el Presidente decidió cortar por lo sano. Le pidió a Cafiero que si hablaba en la conferencia de prensa convocada por el aumento de becas para el CONICET mencionara la “revisión” del nombre de Bellando.
Más tarde, desde el mismo despacho presidencial dieron por desechado ese nombre y deslizaron que todo se definirá el 31 de enero en Roma cuando Fernández visite al Papa. Allí, el Presidente llevará dos nombres posibles. Se mencionó a Julio Lascano, un diplomático de larga talla y allegado a la Iglesia por medio del padre Toto De Vedia, un cura villero amigo de Francisco. También se habló de una funcionaria de carrera diplomática asociada al kirchnerismo. Habrá que esperar a que se concrete el encuentro del Vaticano.
Por lo pronto, el entramado de internas y pujas de poder quedó a la vista en las últimas 24 horas. El Gobierno aprendió que a veces la diplomacia puede jugarle una mala pasada a la política.