Entrada la noche del domingo, la quinta de Olivos todavía era un hervidero.
A las 21, Mauricio Macri aún no tenía definido por completo el ajustado gabinete que el Gobierno anunciaría en las próximas horas, una señal de la incertidumbre que se vivió en las últimas 48 horas en la quinta de Olivos.
El comité de crisis ad hoc conformado en torno al jefe de Estado fatigó los salones de la quinta presidencial como nunca antes en la gestión Macri.
A la hora en la que el sol empezaba a bajar, la cúpula de la Unión Cívica Radical ya había dejado Olivos después de horas de acaloradas discusiones por la conformación del gabinete. Cuarto intermedio. Las negociaciones entre el radicalismo y el ala política de la Casa Rosada se retomaron después de las 21.
Cerca del mediodía llegaron a Olivos Alfredo Cornejo, Mario Negri, Luis Naidenoff, Ángel Rozas, Gerardo Morales, Gustavo Valdés y Ernesto Sanz. Los esperaban el jefe de Gabinete, Marcos Peña; el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta; la gobernadora María Eugenia Vidal; el titular de Diputados, Emilio Monzó; los ministros Rogelio Frigerio, Dante Sica, Nicolás Dujovne y Andrés Ibarra, y los secretarios Sebastián García de Luca, Fernando Sánchez y Fernando de Andreis, además de Jorge Grecco, secretario de Comunicación, y un puñado de asesores.
Jaime Durán Barba y su socio Santiago Nieto, y el asesor Carlos Grosso estuvieron menos activos que el día previo, en el que acapararon de a ratos muchas de las conversaciones.
El sábado, las discusiones habían girado principalmente alrededor de la mesa chica del PRO, que tiene a Peña, Vidal y Rodríguez Larreta como integrantes preponderantes. La relación entre el jefe de ministros y el resto pasa por momentos de extrema tensión.
Mario Quintana y Gustavo Lopetegui estuvieron hasta pasadas las 16. A última hora, el futuro de ambos parecía sellado. En el entorno de Ibarra, un funcionario de extrema confianza de Macri que lo acompaña desde sus épocas en el holding familiar -lo siguió en la gestión en Boca Juniors y en la Ciudad-, trascendió que podía ocupar el lugar de ambos secretarios de Jefatura de Gabinete, que hasta la semana pasada tenían el control de los ministerios. Ibarra y Peña tienen un vínculo receloso.
El Presidente pasó buena parte del día en Los Abrojos, la quinta familiar bonaerense. Volvió a Olivos entrada la tarde, pero no participó activamente de las discusiones entre el PRO y el radicalismo. Se abstrajo, por ejemplo, con «El Vasco», su entrenador personal, según pudo saber este medio.
Para las 22, el debate giraba en torno al pedido de la UCR de ubicar a Sanz en el Ministerio del Interior. Ya había sonado el nombre de Martín Lousteau como potencial Canciller. 48 horas de operaciones cruzadas internas, cómo hacía rato no se percibían, que dejan a la coalición de gobierno debilitada y presa de un descontrol poco habitual.
Al mediodía, los funcionarios y dirigentes compartieron asado con ensaladas.
Elisa Carrió, la líder de la Coalición Cívica, no estuvo en la quinta presidencial ni el sábado ni el domingo. Pero se mantuvo a tiro de teléfono. Sánchez, uno de sus históricos dirigentes de confianza, dejó las oficinas de Olivos un rato antes de las 21.
A la distancia, «Lilita» metió presión. A las 13.54 mandó a escribir en su cuenta de Twitter un mensaje de apoyo a Quintana y Lopetegui, dos funcionarios que estima, a raíz de las incesantes versiones que al cierre del domingo ya los daban fuera de la Jefatura de Gabinete. A las 22, la diputada volvió a las redes sociales. Aseguró que «no se toca el programa del campo de disminución de retenciones».
Carrió, cuya voz es temida en el seno de la alianza oficialista, está enemistada con Sanz. Más allá de los detalles de los anuncios políticos de la mañana de este lunes, Macri habrá quedado atrapado entre la interna de sus socios. En el momento más dramático de su Presidencia.