“La nueva ley de cultos se basa en la valoración del hecho religioso, no busca controlarlo”

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El Poder Ejecutivo ha enviado al Congreso un proyecto de ley de libertad religiosa, después de una ronda de consultas que permitió un consenso entre las principales confesiones que desarrollan actividades en el país. A pesar de que ha habido unos cuantos intentos por modernizar nuestra legislación en esta delicada materia, por uno u otro motivo no ha sido posible lograr este objetivo. Sin embargo, algunos indicios permiten alentar cierta expectativa favorable en esta ocasión.

La iniciativa de la Secretaría de Culto, cuyo titular es Santiago de Estrada,establece unas nuevas condiciones de igualdad para diferentes creencias que durante mucho tiempo  han estado reducidas a una condición secundaria respecto de la Iglesia católica, suavizando el estatuto preferencial que hasta ahora le había reconocido el estado argentino. El proyecto recoge las críticas y adecúa el estatuto jurídico de las confesiones a una sociedad global cada vez más democrática y pluralista.

Nunca había sucedido que actores tan diversos representativos de los católicos (como la Conferencia episcopal), y las más importantes instituciones del judaísmo y de los musulmanes, junto a otros como los mormones, protestantes y ortodoxos, estuvieran de acuerdo en esta materia.

Una de las principales innovaciones modernizantes del proyecto es dedicar un explícito reconocimiento a los pueblos originarios y otra de ellas consiste en reglar el instituto de la objeción de conciencia, que en las últimas décadas ha venido imponiéndose en distintas legislaciones en una protección más precisa de los derechos de las minorías.

Octavio Loprete, que presidió en años recientes el Consejo Argentino para la Libertad Religiosa y es considerado uno de los mejores expertos en esta materia, respondió algunas preguntas sobre el proyecto, para explicar sus principales rasgos.

— ¿Cómo definiría el actual momento en materia de la convivencia interreligiosa o sea de las religiones en la Argentina?

—La Argentina es un ejemplo para el mundo en materia de diálogo interreligioso y ecumenismo. La amistad existente entre las diferentes iglesias y comunidades religiosas ha dado muchos frutos en los últimos años, en diferentes tópicos, por ejemplo a nivel de acciones sociales y en la promoción de la paz y de la ciudadanía

— ¿Cuáles son los antecedentes del proyecto?

—Desde la recuperación de la democracia en 1983 se viene discutiendo en la Argentina la reforma del régimen que regula las iglesias, confesiones y comunidades religiosas no católicas. Se presentaron más de treinta proyectos, desde Alfonsín hasta Cristina Kirchner, que nunca pudieron convertirse en ley, por falta de voluntad política o bien por ausencia de consenso entre los principales cultos, consenso que ahora existe.

— ¿Por qué puede decirse que se trata de un proyecto importante?

—Porque busca consagrar una protección más completa del derecho fundamental de libertad religiosa, adecuando la legislación a los estándares internacionales. A nivel individual, se precisan cada uno de los derechos que se derivan de la misma. A nivel colectivo, el proyecto resuelve un tema central que es el de la personería jurídica de las confesiones o comunidades no católicas. El proyecto regula el tema, cuyo primer paso lo dio el Código Civil y Comercial de la Nación en el año 2014.

— ¿Cuáles serían las principales novedades que incorpora esta iniciativa a la actual legislación?

—Se pasa de un registro obligatorio a uno voluntario, tal como reclama el derecho comparado. El proyecto se basa en una valoración positiva del hecho religioso, a contrapelo de la ley vigente (21745) que nació a partir de la desconfianza y con un ánimo de control. Además, regula el derecho a la objeción de conciencia

— ¿Considera que quedan problemas pendientes a resolver en esta materia?

—Justamente el proyecto toma un reclamo histórico y justo de los cultos no católicos. Pero es una ley para todos los ciudadanos y constituye un homenaje que el Estado hace a la vida en sociedad, al sistema democrático y en particular al respeto de las minorías. En definitiva, a la verdadera libertad.

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