«La obra de Dios es que ustedes crean en aquel que él ha enviado»

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Por Facundo Gallego, especial para LA BANDA DIARIO

Lunes III de Pascua 

Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo según San Juan (6,22-29)

Al día siguiente, la multitud que se había quedado en la otra orilla vio que Jesús no había subido con sus discípulos en la única barca que había allí, sino que ellos habían partido solos. Mientras tanto, unas barcas de Tiberíades atracaron cerca del lugar donde habían comido el pan, después que el Señor pronunció la acción de gracias. Cuando la multitud se dio cuenta de que Jesús y sus discípulos no estaban allí, subieron a las barcas y fueron a Cafarnaúm en busca de Jesús. Al encontrarlo en la otra orilla, le preguntaron: «Maestro, ¿cuándo llegaste?».

Jesús les respondió: «Les aseguro que ustedes me buscan, no porque vieron signos, sino porque han comido pan hasta saciarse. Trabajen, no por el alimento perecedero, sino por el que permanece hasta la Vida eterna, el que les dará el Hijo del hombre; porque es él a quien Dios, el Padre, marcó con su sello».

Ellos le preguntaron: «¿Qué debemos hacer para realizar las obras de Dios?». Jesús les respondió: «La obra de Dios es que ustedes crean en aquel que él ha enviado».

Palabra del Señor

Introducción

Hermanos y hermanas: el viernes de la semana pasada hemos comenzado una catequesis sobre el Pan de Vida, adentrándonos en primer lugar en la realidad del signo el pan, que Jesús mismo ha querido tomar para sí, para que toda la gente pudiera relacionarlo directamente con él.

Y ayer, con los discípulos de Emaús, hemos comprendido que la Iglesia no se cansa de repartir a los fieles este Pan de Vida, en la mesa de la Palabra y de la Eucaristía.

Hoy, meditaremos un poco más sobre la Palabra de Dios, compañera de nuestro camino por la tierra y que no nos abandona nunca.

 

El pan que permanece

A lo largo de estos días, el Evangelio según San Juan nos invitará a contemplar este largo discurso de Jesús, una pequeña discusión que mantiene con aquellos judíos que lo siguieron luego de haberse saciado en la multiplicación de los panes.

Cuando los judíos le preguntaron: “Maestro, ¿cuándo llegaste?”, Jesús les respondió: “En verdad les digo, que ustedes me buscan porque han comido pan hasta saciarse. No trabajen por el alimento perecedero, sino por el alimento que permanece hasta la Vida Eterna”.

En este momento,  Jesús se nos presentará como el pan que perdura, que no se endurece ni escasea: que siempre se puede comer, tanto porque  Él mismo es el pan que nos da el Padre; tanto porque Jesús mismo da el pan de su cuerpo.

Jesús, Palabra

Ese pan que el Padre envía es Jesús, que ha venido al mundo para revelarnos al Padre, para que podamos escuchar su voz. Todo lo que alguna vez dijeron los profetas y mensajeros de Dios, queda consumado en Jesús; y “en estos tiempos, nos ha hablado por medio del Hijo” (Hb 1,2).

Nos enseña la Iglesia que “las palabras de Dios expresadas con lenguas humanas se han hecho semejantes al habla humana, como en otro tiempo el Verbo del Padre Eterno, tomada la carne de la debilidad humana, se hizo semejante a los hombres.” (DV 13).

La Palabra de Dios se expresa con lenguas humanas, como Cristo mismo ha tomado nuestra condición humana. Por eso, cuando nos acercamos a las Sagradas Escrituras, nos estamos también acercando a Jesús. Cuando leemos un pasaje de la Biblia, sobre todo en los Evangelios, estamos escuchando al mismísimo Señor. Por eso, es conveniente que, cuando nos acerquemos a la Biblia, lo hagamos con mucha fe: el Señor tiene un mensaje para mí, una Buena Noticia, un aliento, una esperanza, un alivio, una palmada en el hombro, un abrazo, un consuelo.

¡Continuamos mañana!

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