Dieciocho cancilleres se reunieron ayer en la Organización de Estados Americanos (OEA) para elevar la presión sobre el régimen de Nicolás Maduro , e intentar encarrilar, otra vez, una solución que destrabe la crisis en Venezuela.
El encuentro, que se realizó en el Salón de las Américas, buscaba anoche enarbolar un consenso en una declaración. La reunión había comenzado con tres borradores distintos, una muestra de las tercas dificultades en la región para construir una postura unificada contra Maduro.
«La solución de la crisis venezolana está en manos de los propios venezolanos», dijo la canciller argentina, Susana Malcorra, en el que casi con certeza fue su último discurso en Washington como ministra del gobierno de Mauricio Macri. «La solución necesita de decisiones ya», urgió la ministra.
La región quedó, otra vez, dividida. Hubo 18 países que enviaron a sus cancilleres, los mismos que han liderado la ofensiva regional contra Maduro: la Argentina, Bahamas, Belice, Brasil, Bolivia, Canadá, Colombia, Costa Rica, Guatemala, Guyana, Honduras, Jamaica, México, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana y Santa Lucía.
Rex Tillerson, el secretario de Estado norteamericano, no fue. En su lugar estuvo Tomas Shannon, uno de los funcionarios del Departamento de Estado de mayor trayectoria en América latina.
Estos países impulsaron una resolución, presentada por Perú, Canadá, Estados Unidos, México y Panamá, que pedía el cese de la violencia, suspender la realización de la Asamblea Constituyente convocada por Maduro, la liberación de los presos políticos y un llamado a elecciones.
El texto carecía del respaldo suficiente (22 países de los 34 miembros) por el rechazo de las naciones del Caribe -con fuertes vínculos económicos con Venezuela-, Nicaragua y Bolivia. Otro texto, de Antigua y Barbuda, similar al de Perú, ofrecía la creación de un «grupo de contacto» para facilitar el diálogo.
Los países de la Comunidad del Caribe presentaron un tercer documento más grato a Caracas: no pedía que se cancelara la Asamblea Constituyente y no hablaba de elecciones.
Mientras los cancilleres daban sus discursos, similares a los anteriores que se han escuchado en la OEA, en una sala cercana al Salón de las Américas continuaron las consultas informales en busca del consenso. El objetivo era encontrar un texto para coronar la reunión, aun cuando se tratara de un documento con un lenguaje lavado. En eso trabajaba ayer la diplomacia.
La Nación