La Organización Mundial de la Salud pide una “cobertura sanitaria universal”

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El 7 de abril de 1948 entró en vigor la Constitución de la Organización Mundial de la Salud, un documento que definió precisamente a la salud como «el estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades». La entidad también aseguraba en aquel texto que «uno de los derechos fundamentales de todo ser humano» es «el goce del grado máximo de salud que se pueda lograr». Setenta años después, Naciones Unidas conmemora aquella fecha celebrando el Día Mundial de la Salud, que en este 2018 persigue los fines enunciados en aquel documento histórico.

«Salud para todos con la cobertura sanitaria universal» es el lema elegido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para festejar su septuagésimo aniversario. Un día en el que la entidad pide a los líderes internacionales que tomen las medidas específicas para garantizar la salud de todas las personas en cualquier lugar. En otras palabras, que «puedan tener acceso a servicios de salud esenciales y de calidad sin tener que pasar apuros económicos». ¿Qué supone entonces la promoción de la cobertura sanitaria universal que solicita la OMS?

Salud para todos, pero no cobertura gratuita
A juicio de la Organización Mundial de la Salud, la cobertura sanitaria universal es una herramienta clave para mejorar la esperanza y la calidad de vida. «También protege a los países de las epidemias, reduce la pobreza y el riesgo de padecer hambre, crea empleos, impulsa el crecimiento económico y promueve la igualdad de género», asegura la entidad. Las propias Naciones Unidas reconocieron en una resolución de 2012 que la garantía de la salud era «esencial para el desarrollo sostenible». Sin embargo, de la teoría a la práctica hay todavía un trecho. «Alrededor de 400 millones de personas –uno de cada diecisiete ciudadanos del mundo– no tienen acceso a servicios sanitarios esenciales», ha asegurado el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus.

Al hilo de la celebración del Día Mundial de la Salud, Ghebreyesus también ha afirmado que «nadie debería tener que elegir entre la muerte y las dificultades económicas. Nadie debería tener que elegir entre comprar medicamentos y comprar alimentos». Según las cifras de la propia OMS, al menos la mitad de la población mundial no puede recibir servicios de salud esenciales. Además, cien millones de personas viven en la pobreza extrema, con apenas 1,9 dólares diarios, «porque tienen que pagar de su propio bolsillo» dicha atención médica. Por otro lado, la entidad internacional recoge que el 12% de la sociedad debe destinar un 10% del presupuesto de su familia para afrontar gastos sanitarios, que reciben el nombre de «catastróficos».

La situación es diferente en los países más ricos de Europa, América Latina y algunas zonas de Asia, de acuerdo con la OMS, donde «se han alcanzado niveles elevados de acceso a los servicios de salud, y cada vez más personas destinan como mínimo el 10 por ciento del presupuesto familiar a gastos de salud que pagan de su propio bolsillo». Sin embargo, tal y como ocurre con otras necesidades básicas, como el derecho al agua, la OMS sostiene que la cobertura sanitaria universal «no significa cobertura gratuita». «Ningún país puede proporcionar todos los servicios gratuitamente de manera sostenible», señala la entidad con motivo del Día Mundial de la Salud de 2018.

Entre las garantías que se incluyen dentro de la cobertura sanitaria universal, la OMS reconoce no solo a los tratamientos médicos, sino también las campañas de salud pública —como usar flúor en el agua o controlar zonas de crías de mosquito que puedan ser vectores de diferentes enfermedades—. Pese a los esfuerzos de la entidad, no todos coinciden con su diagnóstico. Médicos del Mundo, por ejemplo, ha lamentado que «España se aleje de la cobertura sanitaria universal», llamando la atención sobre la importancia de «combatir la desigualdad» y no dejar «a nadie al margen». Según los últimos Presupuestos Generales del Estado, nuestro país destina el 5,8% del Producto Interior Bruto (PIB) a las partidas de Sanidad, lo que supone un ligero incremento del 4% respecto al año anterior.

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