Los comentarios al obituario de Jeffrey Brasher llegaron desde Alabama, donde vivía, pero también de todos los Estados Unidos, conmovidos con el caso: «Rezo por su familia en esta situación inimaginable», escribió una mujer desde Oklahoma.
La situación inimaginable fue el choque frontal del pick-up Ford 2006 que conducía el hombre de 50 años, repartidor de pan que se dirigía a su trabajo, con el pick-up Chevrolet 2004 que conducía su hijo de 22 años, Austin Brasher, que regresaba de una fiesta. En la oscuridad de la madrugada antes del amanecer del sábado, en un camino peligroso en el condado de Fayette, las camionetas se destrozaron de modo tal que el padre murió en el acto y el hijo sobrevivió hasta poco después de las 9 de la mañana en la terapia intensiva del hospital local.
Ninguno de los dos conductores llevaba el cinturón de seguridad, dijo la policía local a Alabama.com; el alcohol pudo haber sido un factor en la colisión, agregaron los oficiales.
Hasta esa tragedia los Brasher habían sido muy cercanos, según The Washington Post, y pasaban muchas horas jugando al golf juntos. En la pequeña ciudad de Bankston, donde vivían, el accidente causó una gran conmoción: los paramédicos, los policías y el personal del hospital conocían a los dos hombres; el Walmart local donó mesas preparadas para la familia y sus acompañantes, y los restaurantes de comida rápida cambiaron sus marquesinas para aludir al duelo.
Hacía 20 años que Jeffrey Brasher repartía el pan en la comunidad: «Todo el mundo lo quería, siempre iba sonriente», lo recordó su hermana, Pamela Brasher Dennis, directora de una escuela local. «Lo llamaban el hombre del pan».
Austin Brasher se había graduado en el Lincoln College de Tecnología hacía tres años, y trabajaba como machinista en G&S Machine. «Era el tipito dentro del gran camión», lo recordó su prima, Maria Aker, quien dijo que a pesar de que su personalidad tímida él había sido «el centro de la fiesta».
El padre había manejado media hora, de camino a la panadería Flower, en una zona rural más alejada, donde recogía la mercadería cada madrugada, cuando dobló en la Carretera 49, un camino de curvas con sólo dos carriles contenido entre dos paredes de árboles y colinas.
El hijo ingresó a la misma ruta en un tramo sin otra iluminación que la luna y las luces de los automóviles, cerca de la localidad de Winfield, con muy escasa visibilidad. Chocaron de frente a las 4:10 de la mañana.
«Es imposible de imaginar», dijo Dennis. «No hay palabras que lo expresen. Las vidas de todos nosotros cambiaron el sábado». Del núcleo familiar original sobrevivieron la esposa de Jeffrey, también llamada Pam, y la otra hija del matrimonio, Jennifer.