La Policía de Hong Kong recurrió este domingo, una vez más, al uso de gas lacrimógeno y spray de pimienta para dispersar a los manifestantes que salieron a la calle en el llamado “Día Mundial contra la Tiranía”, a pesar de que la protesta no había sido autorizada.
Algunos grupos lanzaron cócteles molotov a los agentes, en al menos una céntrica estación de metro, y las fuerzas de seguridad optaron por desplegar a las unidades especiales de la Policía, conocidos como ‘Raptors’.
El mitin fue convocado por el Frente Civil de Derechos Humanos (CHRF, por sus siglas en inglés), ONG responsable de las manifestaciones más multitudinarias hasta la fecha de oposición a la ya retirada propuesta de ley de extradición que habría permitido a hongkoneses ser procesados en la China continental.
En 2014, durante la “Revolución de los Paraguas”, los manifestantes pedían la introducción del sufragio universal para elegir al jefe del Ejecutivo local, una de las cinco demandas que aún hoy tiene el movimiento prodemocrático, y que incluyen también una investigación independiente sobre brutalidad policial o la amnistía a los arrestados, entre otras.
Asimismo, manifestantes violentos retiraron y rompieron algunos carteles conmemorativos del septuagésimo aniversario de la fundación de la República Popular China, el próximo 1 de octubre. Pero los enfrentamientos con la Policía no impidieron que miles de personas salieran a las calles en el “Día Mundial contra la Tiranía”, que se celebrará en varias ciudades del mundo, entre ellas Taipéi.
La policía registró a muchos de estos manifestantes, vestidos con el ya típico color negro del movimiento prodemocrático, y varios fueron arrestados.
Estos enfrentamientos se producen en el decimoséptimo fin de semana consecutivo de protestas en Hong Kong y tan solo 14 horas después de que, este sábado, los organizadores de un mitin aprobado por la Policía tuvieran que terminar antes de la hora prevista por los encontronazos entre radicales y policías, que usaron cañones de agua.
En cada ocasión que la Policía ha denegado una autorización a las manifestaciones, la gente ha seguido saliendo a la calle de manera espontánea y muchas de estas protestas improvisadas han terminado con enfrentamientos entre los agentes de policía y algunos manifestantes violentos.
Las protestas, que se convirtieron en masivas en junio a raíz de una polémica propuesta de ley de extradición, se han sucedido durante más de 100 días en la región administrativa especial y han mutado hasta convertirse en un movimiento que busca una mejora de los mecanismos democráticos que la rigen y una oposición al autoritarismo de Pekín.