Personal de la Policía Federal desarticuló una organización narcocriminal que, dividida en dos células, enviaba cocaína a Europa y Asia a través de mulas. Los numerarios detuvieron a nueve de sus integrantes en un megaoperativo.
El puntapié inicial fue la detención de dos personas que llevaban dos kilos de cocaína distribuidos en 110 cápsulas en el Aeropuerto Internacional de Ezeiza, cuando estaban por abordar un vuelo rumbo a París.
Tras profundizar la investigación, los uniformados determinaron que los detenidos habían sido preparados en un departamento de alquiler temporario ubicado en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA), cuya inquilina, al momento del allanamiento, no tenía relación con la banda.
El 20 de julio, un tercer individuo logró evadir los controles aeroportuarios y viajó a Francia, concretando el contrabando bajo la modalidad de «mula». Sin embargo, fue detenido a su regreso al país.
Los agentes de la PFA lograron identificar a los diferentes miembros de la organización y establecer su modus operandi, que consistía en reclutar jóvenes de bajos recursos económicos de la provincia de Córdoba. Estos eran trasladados a CABA, donde se alojaban en hoteles y se gestionaba su viaje al exterior.
Durante su estadía, los jóvenes ingerían las cápsulas con cocaína y luego abordaban vuelos con destino a Francia para completar el tráfico de la droga.
Una vez identificados todos los involucrados, se determinó el rol que desempeñaba cada uno, en un esquema coordinado que incluía a un captador, un gestor y un encapsulador. Se confirmó que dos de ellos residían en la capital cordobesa, mientras que los otros dos eran oriundos de la ciudad de Dean Funes.
Cuando el juzgado se preparaba para ordenar los allanamientos y detenciones, se detectó que dos miembros del grupo habían viajado a Salta, donde buscarían un vehículo para llevarlo a La Quiaca, Jujuy.
Las tareas de inteligencia permitieron establecer uno de los métodos de financiamiento de la banda: contrataban a terceros para alquilar vehículos 4×4 en Salta y luego los trasladaban a la frontera con Bolivia, donde los vendían de manera irregular.
El cruce de información determinó que los narcos regresarían a Córdoba en un micro de pasajeros. Se montó un operativo discreto para detenerlos y, simultáneamente, se allanaron los domicilios de los cuatro integrantes de la organización, dos en Córdoba Capital y dos en Dean Funes.
Durante los procedimientos, se concretaron las detenciones de los restantes involucrados y se decomisaron dinero en efectivo, teléfonos celulares y documentación de interés para la causa.
Las reclutadoras
Durante la investigación, gracias al análisis de escuchas telefónicas, se estableció mos una segunda célula que interactuaba con la primera banda. Esta segunda célula estaba integrada por dos mujeres de Córdoba Capital, quienes reclutaban a personas de bajos recursos de distintos puntos del país para enviarlas «limpias» (sin ingerir drogas) a Francia, haciendo escala en San Pablo, Brasil.
En San Pablo, la organización facilitaba la ingesta de cápsulas con cocaína para ser transportada hacia destinos como España, Países Bajos, Japón y la isla de Martinica. Se identificaron a las personas que actuarían como «mulas» y los puntos de carga de los narcóticos.
Con la colaboración de la Procuraduría Narcocriminal (PROCUNAR), que obtuvo información sobre los vuelos utilizados, el juzgado ordenó el allanamiento y detención de las dos mujeres. Los operativos fueron exitosos en dos domicilios de Córdoba Capital.
Se arrestó a las dos acusadas y se incautaron pasajes, teléfonos celulares, dinero en efectivo y otros elementos valiosos para la causa.
Este operativo se enmarca dentro del esfuerzo del Ministerio de Seguridad en la lucha contra el narcotráfico y para proteger a los argentinos.