La economía ya pegó la vuelta y se va develando la incógnita sobre la forma que tendría la recuperación. Todo parece indicar que se está dando con forma de “U”. No solo se dejó atrás la recesión, sino que el nivel de actividad volvió a los niveles de fines del año pasado, previo a la devaluación.
Ya casi nadie discute la mejora de la economía, aunque la velocidad de salida es relativamente lenta y despareja según sectores y también geográficamente.
El informe de actividad económica nacional que realizan conjuntamente la Bolsa de Rosario y la de Santa Fe arrojó cifras muy alentadoras, que fueron capitalizadas por el Gobierno para imponer la idea que “terminó la recesión”.
Los economistas de ambas entidades actualizaron la medición que realizaba hace años el economista tucumano Juan Manuel Jorrat. A partir de diez indicadores líderes, señalaron que “se acumulan seis meses positivos de actividad, un avance de 3,1% desde el piso que recupera casi toda la caída de los tres primeros meses del año, alcanzando así un nivel similar al de diciembre de 2023″.
En el acumulado de los últimos seis meses, hasta septiembre, ocho de los diez indicadores analizados presentan resultados positivos y solo dos se mantienen en rojo: empleo en el sector privado registrado (-1,2%) y producción de cultivos extensivos (-12%). La industria, por ejemplo, presenta un rebote de 4,6% en el último semestre.
Esto significa que aún cuando el nivel de actividad recuperó lo perdido, no sucede lo mismo aún con el empleo formal. En la medida que la recuperación se consolida, es esperable que las empresas se animen a tomar gente, dejando atrás la lógica cautela de quienes quieren ver hasta dónde llega el rebote.
La comparación interanual de la mayoría de los sectores sigue en rojo a septiembre, pero seguramente se revertirá para fin de año, en la medida que continúa el repunte. La construcción está casi 23% abajo en relación al año anterior, la industria un 6,2% en rojo y las ventas minoristas -11 por ciento.
Ramiro Castiñeira, de Econométrica, también agrega su análisis a esta tendencia: “La economía ya recuperó el nivel de actividad que dejó el kircnherismo. En abril tocó piso tras caer 2,5% y luego rebotó con fuerza en julio y agosto, recuperando toda la caída en ocho meses”.
El Índice General de Actividad (IGA) de Orlando Ferreres subió 1,4% y resulta una buena aproximación de lo que difundirá el INDEC en los próximos días. Fernando Marull consideró que los datos preliminares indican que octubre también mantuvo su tendencia ascendente, a partir de la caída de la inflación y mejora de los salarios.
La inflación de octubre tiene además buenas chances de perforar el 3%, lo que representa una reducción importante considerando que hasta agosto parecía complicado salir de la zona del 4%.
Aún sin conocerse el dato oficial, el Banco Central decidió bajar 5 puntos la tasa de referencia del 40% al 35%, lo que redundará en una disminución del costo crediticio. El sistema financiero ya acumula seis meses de fuerte rebote del crédito.
Gustavo Manriquez, flamante CEO de Supervielle, consideró que la tendencia el 2025 apunta a ser un año de boom crediticio, tras haberse alcanzado un mínimo histórico en el otorgamiento de préstamos al sector privado (apenas 5% del PBI). “Somos optimistas en cuanto al crecimiento de mediano plazo del país y en cuanto a la recuperación del sistema financiero como motor de la recuperación económica”.
La reaparición de las cuotas sin interés también provocó un fuerte salto en el uso de la tarjeta de crédito. Según un informe elaborado por el especialista César Bastien, en octubre el uso del plástico creció nada menos que 12% y acumula un incremento del 49% desde el piso de abril pasado.
“El uso de tarjeta en octubre -agrega- ha superado por primera vez en el año los niveles registrados el mismo mes de 2023″. Por otra parte, destaca que este incremento se está dando con una caída en los niveles de morosidad”.
El innegable rebote de actividad, sin embargo, presenta distintas velocidades. Se siente ya con mucha fuerza en todos los rubros relacionados con el agro, la energía y la minería. En estos segmentos ya se ven importantes niveles de inversión, llegada de empresas extranjeras y expansión de las ciudades que giran alrededor de estas actividades. Además, ya están generando una importante cantidad de dólares y serán claves para asegurar un buen ingreso de divisas en 2025.
Sin embargo, si bien mueven la aguja de la actividad no son grandes generadores de empleo, lo que explicaría en buena medida por qué la generación de empleo formal continúa rezagada.
A diferencia de otros rebotes de la economía, esta vez el consumo viene más rezagado. La baja de la inflación, la consiguiente mejora del poder adquisitivo de los salarios y la reaparición del crédito serán claves para que la recuperación se sienta en las grandes ciudades, que dependen de las ventas minoristas, el turismo y el esparcimiento.
La sensación térmica de “la calle” no llega ni por asomo a la euforia que presentan los mercados financieros en relación a los activos argentinos. El riesgo país quedó otra vez cerca de perforar los 900 puntos básicos, las acciones siguen en máximos de los últimos cinco años y los dólares financieros se mantuvieron debajo de los 1.200 pesos aún luego de la baja de tasas. La evolución favorable de los mercados lentamente se va alineando con las expectativas: el superávit fiscal y la baja de la inflación van lentamente derramando en los niveles de actividad, pero todavía falta para que la recuperación llegue a todos los sectores.
La clase media es la que posiblemente más sienta los efectos del ajuste. El aumento de las tarifas, las expensas y la caída del dólar le quitaron capacidad de compra durante 2024 y la recuperación es más lenta.
La “prueba de fuego” será como en otras oportunidades el comportamiento de la economía en el Conurbano bonaerense, que es donde más concentrada está la pobreza. Pero estos segmentos también empiezan a tener cierto alivio.
Por un lado, el Gobierno fue cuidadoso y evitó que la AUH y la tarjeta alimentaria pierdan contra la inflación a lo largo de 2024. Por otra parte, la desaceleración inflacionaria se sintió particularmente en alimentos y bebidas, que es donde se concentra la mayor parte de las compras de los más postergados.
Además, los ingresos informales que arrancaron muy rezagados ya recuperaron incluso más que la inflación. Según el Indec, el salario no registrado subió 116% en el año, exactamente lo mismo que el salario formal.
El último bimestre promete ser intenso en materia de novedades para la política monetaria y cambiaria. La eliminación del impuesto PAIS a fin de año abaratará las importaciones y podría generar otros movimientos. Una posibilidad es que se empiece a reducir el ritmo de “crawling peg”, o sea el ajuste mensual del tipo de cambio oficial. También se especula con la posibilidad de eliminar el dólar “blend” para los exportadores, que hoy solo le otorga una mejora de 3% de tipo de cambio al sector.
En cambio, la salida del cepo cambiario quedó como un tema secundario y tampoco parece preocuparle a los inversores. Los anuncios del Gobierno sobre la capacidad de pago de la deuda en 2025 fueron señales fuertes para generar otra ola de optimismo para seguir ajustando a la baja el riesgo país. El objetivo es llegar a los 500 puntos a mediados del año que viene.
Fuente: infobae