La renuncia de Renzi sume a la política italiana en una crisis

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Pietro Grasso y Pier Carlo Padoan

La continuidad temporal del premier busca, precisamente, aportar una dosis de tranquilidad ante la previsible inquietud de los mercados y ante este panorama de indefinición política, agravado por la presión opositora por un rápido llamado a elecciones y la falta de certeza sobre los posibles sucesores de Renzi.

La inesperada magnitud del triunfo del «No», de casi 60% contra 40%, y la robusta participación del 68,5%, dieron alas al antisistema Movimiento Cinco Estrellas (M5E) y a la xenófoba Liga Norte, cuyo líder es cercano a dirigentes de la extrema derecha europea, entre ellos la candidata presidencial francesa Marine Le Pen.

Le Pen y otros líderes populistas del continente celebraron el resultado, pero la Unión Europea (UE) minimizó el riesgo de un impacto sobre el euro y la unidad del bloque tras la votación, que llegó cuatro semanas después del triunfo de Donald Trump en Estados Unidos y cinco meses después del Brexit.

Luego de que Renzi, ex alcalde de Florencia, anunciara anoche su intención de dimitir por la dura derrota sufrida en el referéndum constitucional, los mercados fueron los primeros en sentir la inestabilidad e iniciaron la semana con una volatilidad que llevó hoy durante unas horas al euro a su nivel más bajo en 20 meses.

Mientras la moneda europea se estabilizaba en las bolsas que miraban también de reojo los papeles de los bancos italianos, especialmente al banco en crisis Monte Dei Paschi de Siena, la oposición del país comenzó a desplegar su lista de reclamos una vez que Renzi, de 41 años y en su cargo desde febrero de 2014, hiciera efectiva la dimisión prometida en la noche del domingo.

Así, el líder del fortalecido M5E, Beppe Grillo, planteó su pedido de un «llamado inmediato» a nuevas elecciones, sin esperar la aprobación de una nueva ley electoral que suplante a la vigente, que no puede ser utilizada porque sólo prevé elecciones para la Cámara de Diputados y no para los senadores.

En una línea similar se expresaron desde la derecha la Liga Norte de Matteo Salvini y Hermanos de Italia, de Georgia Meloni, reclamando un llamado a elecciones «con cualquier ley electoral».

Padoan, de 66 años y cercano a Bruselas, aportaría un diálogo con la Unión Europea (UE) que aparece como crucial en la previa del G7 que Italia hospedará el año próximo en Taormina, Sicilia.

Sin embargo, caracterizado como demasiado técnico, su falta de carisma puede jugarle en contra: sin ir más lejos, hace menos de un mes no supo responder en un debate televisivo cuánto salían un litro de leche o uno de nafta.

Grasso, por su parte, a sus 71 años podría trasladar al Palazzo Chigi la muñeca con la que ha manejado la Cámara alta desde un año antes de la asunción de Renzi.

Siete años fiscal antimafia, la figura de Grasso podría reunir los consensos de los sectores más ortodoxos del resto de las fuerzas políticas, como el Forza Italia. de Berlusconi.

El miércoles, en tanto, Renzi deberá decidir si continúa al frente o no del PD, del que es secretario general, en una reunión de dirección.

Líderes populistas europeos se regocijaron ante la caída de Renzi, entre ellos Le Pen, que anoche dijo que «los italianos desaprobaron a la UE y a Renzi. Es necesario escuchar esta sed de libertad, de nacionalismo y de protección».

El líder euroescéptico británico Nigel Farrage, uno de los principales impulsores de la salida del Reino Unido de la UE, dijo que el resultado del referéndum en Italia parecía ser «más sobre el euro que sobre un cambio constitucional».

«Renzi deja un país de rodillas. Es necesario votar ya y no perder siete u ocho meses con discusiones sobre la ley electoral. Estamos ya trabajando en nuestro programa y en nuestra candidatura», afirmó Salvini en declaraciones a la prensa.

La otra fuerza de la derecha con importante presencia parlamentaria, Forza Italia, del ex primer ministro Silvio Berlusconi, plantea en cambio un llamado a elecciones pero luego de la discusión de una nueva ley electoral.

La permanencia de Renzi hasta la aprobación del presupuesto, que se espera para el viernes, se terminó de confirmar tras el Consejo de Ministros que encabezó el todavía premier, luego del cual planteó a Mattarella, con quien ya se había reunido horas antes, su intención de renunciar esta misma noche.

Los socios europeos bajaron el tono a las consecuencias del referéndum.

«Esta es una crisis de gobierno, no una crisis de Estado, y no es el fin de Occidente. Pero ciertamente no es una contribución a la crisis en Europa», dijo el ministro de Relaciones Exteriores de Alemania, Frank-Walter Steinmeier, en declaraciones en Atenas. En este sentido también se lamentaba la canciller Angela Merkel.

«El presidente de la República, dada la necesidad de completar el proceso parlamentario de aprobación de la ley de presupuesto con el fin de prevenir los riesgos de funcionamiento provisional, pidió al presidente del Consejo aplazar la renuncia para presentarla al cumplimiento de este requisito», enfatizó entonces un comunicado del Quirinale pasadas las 20 de Italia, tras el segundo encuentro entre Renzi y Mattarella.

Antes del segundo cara a cara entre ambos en menos de 10 horas, el presidente había dado pistas de su pedido en otra nota en la que pidió el respeto a «los compromisos y plazos» de las instituciones.

«Están frente a nosotros compromisos y plazos de los que las instituciones tendrán que garantizar en cada caso el respeto, proporcionando respuestas a la altura de los problemas del momento», expresó entonces Mattarella.

Una vez que se oficialice la renuncia, la lista de posibilidades que se abrirán para el jefe de Estado incluyen una convocatoria a un gobierno técnico de transición, un llamado a nuevas elecciones o la designación de un ejecutivo que complete el mandato de Renzi, previsto originalmente hasta mediados de 2018.

En el caso de que el presidente decida convocar a un nuevo gobierno, el ministro de Economía Pier Carlo Padoan y el titular del Senado Pietro Grasso aparecen como los favoritos.

El comisario de Finanas europeo, Pierre Moscovici, dijo a periodistas en Bruselas que confiaba «en la capacidad de la eurozona de resistir todo tipo de impactos».

Fuente:  Telam

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