Para el Papa, en un mensaje con fuerte contenido social y económico, «la situación es tal que no podemos solo esperar la próxima cumbre internacional: la tierra arde hoy, y es hoy que debemos cambiar, en todos los niveles«.
«Luego tenemos que aceptar el principio ético universal, que no gusta, de que lo que se daña debe ser reparado: si crecimos abusando del planeta y la atmósfera, hoy debemos aprender también a hacer sacrificios en estilos de vida que todavía son insostenibles«, pidió el sumo pontífice, en el que fue el primer encuentro presencial del evento lanzado en 2019.
Según Francisco, «la sostenibilidad, entonces, es una realidad multidimensional» por lo que «además del ambiental, también existen las dimensiones social, relacional y espiritual». «La social poco a poco empieza a ser reconocida: nos estamos dando cuenta de que el grito de los pobres y el grito de la tierra son el mismo», indicó.
En su discurso, el Papa retomó algunos lineamientos de su encíclica, el Laudato Sí, publicada en 2015, donde se centra en como viven las personas, la defensa de la naturaleza y la vida animal, las reformas energéticas, critica el consumismo y la degradación ambiental y reclama acciones contra el cambio climático.
Francisco también criticó las caídas en los índices demográficos y la asoció a la falta de oportunidades para la promoción de la maternidad: «Apenas les empieza a salir la panza, a las mujeres las echan del trabajo«, denunció.
«Por eso, cuando trabajamos por la transformación ecológica, debemos tener en cuenta los efectos que algunas opciones ambientales tienen sobre la pobreza. No todas las soluciones ambientales tienen los mismos efectos en los más pobres y, por lo tanto, debemos preferir las que reducen la miseria y las desigualdades», sentenció.
«Mientras tratamos de salvar el planeta, no podemos descuidar al hombre y la mujer que sufren. La contaminación que mata no es solo la de dióxido de carbono, la desigualdad también contamina mortalmente nuestro planeta. No podemos permitir que las nuevas calamidades ambientales borren las antiguas calamidades siempre vigentes de la injusticia social», sentenció.
«Mientras nuestro sistema produzca residuos y operemos de acuerdo con este sistema, seremos cómplices de una economía que mata«, lamentó.
«Preguntémonos entonces: ¿estamos haciendo lo suficiente para cambiar esta economía, o nos contentamos con pintar una pared cambiando de color, sin cambiar la estructura de la casa? Quizá la respuesta no esté en lo que podemos hacer, sino en cómo seamos capaces de abrir nuevos caminos para que los mismos pobres se conviertan en protagonistas de cambio», enfatizó.
Uno de los participantes argentinos, Facundo Pascutto, del Proyecto «Cien Asís», presentó una iniciativa impulsada desde la Universidad Nacional de Lomas de Zamora «a partir del llamado de Su Santidad a repensar una economía con rostro humano». «Buscamos multiplicar y poner en práctica la palabra de Francisco a lo largo y a lo ancho de la Argentina realizando «pequeños Asís» en sociedades de fomento, clubes de barrio, sindicatos, universidades, cooperativas, comedores comunitarios, entre otros. El proyecto tiene dos aristas: por un lado brindamos herramientas académicas, formación profesional, asesoramiento jurídico y contable a estas instituciones y, por el otro, celebramos un Asís en cada una de ellas», explicó Pascutto.
La economía de Francisco
Es un evento lanzado por el Papa en 2019 que desde el jueves recibió a cerca de un millar de jóvenes economistas, empresarios y agentes de cambio, que junto al Papa Francisco buscan un nuevo modelo económico más inclusivo, humano y que respete la casa común.
Durante tres días, los jóvenes trabajaron en doce grupos en los que trataron los temas de agricultura y justicia; vida y estilos de vida; vocación y beneficio; trabajo y cuidado; gestión y don; finanza y humanidad; políticas para la felicidad; negocios y paz; la economía y la mujer; energía y pobreza; empresas en transición y el C02 de la desigualdad.
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