La violencia pandillera sacude a una Suecia atónita

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Suecia, uno de los países más igualitarios del mundo, acude el domingo a las urnas con la violencia entre las principales preocupaciones de sus votantes, un fenómeno en crecimiento de la mano de tiroteos entre pandillas criminales.

«Este es mi hijo, Marley, cuando tenía 19 años», dijo a la AFP Maritha Ogilvie, mostrando un retrato de un joven sonriente, uno de los varios que adornan su apartamento de Estocolmo. «Le dispararon en la cabeza cuando estaba en un vehículo con un amigo», agregó la mujer de 51 años.

La matanza ocurrida el 24 de marzo de 2015 en Varbygard, un empobrecido suburbio de hormigón en el suroeste de Estocolmo, nunca fue aclarada y el caso se cerró 10 meses después.

Asesinatos como este suelen ser ajustes de cuentas entre bandas rivales a menudo controladas por clanes de migrantes, según la policía, y cada vez más ocurren a plena luz del día. La violencia suele ser atribuida a batallas por el mercado de drogas y armas, y por vendetas personales.

Escaló a tal punto que Suecia, uno de los países más ricos e igualitarios del mundo, ahora encabeza la clasificación europea de tiroteos mortales.

Suecia, a la cabeza del aumento de la violencia en Europa

Según un informe publicado el año pasado por el Consejo Nacional de Prevención del Crimen, entre 22 países con datos comparables solo Croacia tenía más tiroteos mortales, y ninguno registró un aumento más fuerte que Suecia en la última década.

Pese a varias medidas adoptadas por el gobierno socialdemócrata para contener a las pandillas, incluyendo duras sentencias de cárcel mayores recursos para la policía, el número de muertos y heridos continúa subiendo.

Desde el 1 de enero, 48 personas han muerto por armas de fuego en Suecia, tres más que en todo 2021. También son frecuentes los bombardeos de casas y autos, y los ataques con granada.

Violencia expansiva

Por primera vez, el crimen desplazó a otros temas relativos al bienestar, por ejemplo salud educación, como la principal preocupación de los suecos en las elecciones del domingo.

La violencia antes estaba contenida en sitios frecuentados por criminales, pero ahora se propagó a espacios públicos, generando preocupación entre suecos comunes acostumbrados a un país seguro y pacífico.

El 19 de agosto, un hombre de 31 años identificado como líder pandillero en Malmo, tercera mayor ciudad sueca, fue abatido a tiros en el centro comercial Emporia, meses después de la muerte de su hermano. Un joven de 15 años fue detenido por el asesinato.

Una semana después, una mujer joven y su hijo fueron heridos por balas perdidas cuando jugaban en el parque en Eskilstuna, un pueblo apacible de 67.000 habitantes al oeste de Estocolmo.

La oposición de derecha, encabezada por el conservador partido Moderados y el Demócratas de Suecia, de extrema derecha, prometen restaurar «la ley y el orden» si llegan al poder.

Por su parte, la primera ministra Magdalena Andersson prometió una «ofensiva nacional» contra el flagelo que plantea «una amenaza a toda Suecia».

Según Andersson, la escalada en las cifras de criminalidad se deben al surgimiento de «sociedades paralelas» debido a «mucha inmigración y muy poca integración«.

«Otra Suecia»

Jacob Fraiman, un expandillero que ahora ayuda a otros a abandonar esa vida, dice que está impactado por el nivel de violencia. «Soy de otra generación, obviamente teníamos armas también, pero no era frecuente que se disparara a alguien», dijo a AFP en Sodertalje, una localidad industrial al sur de Estocolmo. «Antes le disparabas a alguien en las piernas. Ahora les dicen que tiren a la cabeza», dijo.

En la estación policial de Rinkeby, un suburbio empobrecido de Estocolmo, el policía Michael Cojocaru de 26 años dice que él y sus colegas enfrentan regularmente violencia brutal e incautan armas de asalto, granadas y explosivos. «Es como una sociedad totalmente diferente, otro tipo de Suecia», comentó.

Expertos atribuyen la escalada violenta a factores como la segregación y las dificultades económicas de los migrantes, así como un gran mercado negro de armas.

Maritha Ogilvie intenta entender por qué mataron a su hijo. «Era solo un chico normal», aseguró. «No sé cómo perdieron control de ciertas áreas (de la sociedad), pero lo hicieron», lamenta. «Y sigue empeorando».

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