Lady Gaga arrasó en River

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De las diferencias que se pueden marcar entre el show de Lady Gaga y el resto de los conciertos pop, hay una que es un considerable gesto a los fans: la meritocracia del acceso al VIP. El área más cercana al escenario, la que está rodeada por la pasarela, se llama Monster Pit, y su acceso no es más caro que una entrada al campo delantero: sólo está reservada para los fans que hagan la cola por llegar primeros y se vistan para la ocasión (o sobornen a un «prevención»). Los lookeadísimos Little Monsters se lo devuelven con fidelidad, y son una prueba del impacto en la cultura pop que dejó en 4 años esta mujer de 26 y su impresionante lista de hits, que sonó anoche ante las ¿50 mil? personas que fueron a River para presenciar el Born This Way Ball.

Entender o interesarse en la trama de este show puede ser completamente irrelevante a los fines de disfrutarlo. En este concierto lleno de referencias estéticas (metaleras, medievales, futuristas y americanas), hay una  historia sobre un alien, interpretado por Gaga, que es perseguido por el holograma de una cabeza (que también es Gaga) que da órdenes de matarla. El alien Gaga va poniendo en palabras una versión de la historia de su propio fenómeno, como cuando dice que extrajo suficiente arte, música, moda y amor de todos nosotros, para regresar a la  tierra para invadir el planeta «en forma de su cantante pop».

Queda en el espectador analizar o no cuando Gaga aparece sobre una panza inflable gigante para dar luz a sí misma en «Born This Way» o  cuando aparece  transformada en motocicleta (como en la tapa de su disco) cantando «Heavy Metal Lover».  Por las dudas, el show está cargado de mensajes directos de independencia, autoaceptación y amor libre. Por momentos puede llegar a sonar a proselitismo de autoayuda, pero es más claro que se trata de  mensajes bienintencionados.

El show de poco más de dos horas comenzó alrededor de las 9 y media, cuando un playlist de música clásica terminó y se reveló el castillo. Es la pieza escénica más grande que se haya usado para una gira pop. Fue impactante inicialmente y tal vez demasiado estático en el transcurso del recital. Sin dudas le dio los aires teatrales que esta chica formada en la comedia musical -nacida Stefani Joanne Germanotta- está interesada en mostrarnos. Porque está involucrada en cada detalle de la confección del espectáculo.

De los de 15 cambios de ropa (diseños de Armani, Versace y Moschino), que van desde una reversión de su famoso vestido de carne a un origami rosado, el primero fue una versión en brillos de un alien parecido al de las películas de Ridley Scott. Ocultaba el rostro de Gaga, que tardó bastante en revelarse y fue poco enfocado por las cámaras en la primera mitad del show. Tanta escenografía, bailarines y disfraces por momentos daban la sensación de que estaba atrapada dentro de su propia máquina.  Sin embargo, este evento coreografiado, cargado de premeditación y sloganería, tuvo momentos de improvisación y extrema calidez. Gaga interactuó con la audiencia, abrió los regalos que le hicieron sus fans, se fumó uno que le pasaron de la primera fila y se la vió disfrutar del momento en el que cae en la cuenta de que cumplió su sueño de ser una popstar mundialmente famosa. («THATTT SHOW WASSS AWESOMME I LOVE MYY JOB!!!!!!», twitteó un rato después del cierre).

Antes de «Hair» examinó con la mirada el Monster Pit en busca de tres Little Monsters que merecieran subir un rato al escenario con ella. Una lo logró con una remera de la selección que tenía escrito «Princess High» en la espalda (en referencia a un inédito de Gaga) y que la popstar usó para su momento al piano.

Durante todo el show Gaga habló con el público. Mucho: de cómo todavía se siente como cuando bailaba en ropa interior en su cuarto, y que ahora está haciendo lo mismo pero ante 43 mil personas. De lo agradecida que está de su ascenso meteórico y de cómo ningún problema ahora se compara con los que tenía antes de ser famosa, cuando no le abrían la puerta las discográficas ( «Ahora los tengo a ustedes», dijo sonriente).

También agradeció a los que pagaron por la entrada, hablando siempre como una servidora del pueblo, que devuelve la fidelidad de su gente con autosuperación y trabajo duro,  o con promesas como  «incluir a la Argentina siempre en todas las giras que haga de ahora en adelante».

Veremos si cumple con eso. Pero con este show inmensamente entretenido, en el que manifestó en grande su ambición artística, dio lo mejor de sí como performer y demostró un innegable talento como cantante… debería ser suficiente ¿No?

Por Gabriel Orqueda

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