El mar cordobés, como llaman a la laguna de Mar Chiquita, con 100.000 flamencos que tiñen de rosa el paisaje y nubes de hasta 500.000 aves sobrevolando un espejo de agua salada que tiene 30 veces la superficie de la ciudad de Buenos Aires, será el ícono natural del parque nacional más grande que tendrá el país: unas 800.000 hectáreas, entre la laguna, bañados y pastizales.
Así de ampulosos son algunos de los números que sirven para caracterizar el área protegida que se comprometieron a conformar los gobiernos de la Nación y de Córdoba, provincia que espera apuntalar con el turismo la economía regional de 13 pueblos ubicados en el entorno de la laguna.
Esta gran depresión salina ubicada en el nordeste de Córdoba y en el sudoeste de Santiago del Estero es, desde 1994, una reserva provincial de usos múltiples, por lo que se mantiene conservada, pero admite la actividad natural de los pueblos, que suman 55.000 habitantes y que en alguna medida viven de la ganadería.
En ese contexto se inscriben los planes para que la zona sea convertida en un parque nacional, la máxima figura de protección que existe en el país. Esa gestión la inició hace tres años Aves Argentinas, una ONG que tiene registros en la zona de por lo menos 300 especies de aves. Hace dos meses, el ambicioso plan empezó a tomar forma y a avanzar con cierto vértigo y un objetivo: lograr la cesión en favor de la Administración de Parques Nacionales antes de fin de año. El primer paso se dio en marzo, cuando Córdoba y la Nación firmaron un convenio de cooperación para avanzar en la creación del parque.
La Secretaría de Ambiente de Córdoba trabaja en la definición exacta del área que conformará el parque. La apuesta es que del millón de hectáreas que conforman hoy la reserva provincial de usos múltiples 200.000 sigan bajo esa figura y 800.000 sean convertidas en parque nacional. «El área que permanecería como reserva es la que abarca las ciudades. De esa manera, podrán conservar las actividades que desarrollan y, al mismo tiempo, se convertirán en un contorno de amortiguamiento entre el parque y el resto de la provincia», explicó Javier Britch, secretario de Ambiente de Córdoba.
Las restantes 800.000 hectáreas son las que pasarán a constituirse como el parque nacional número 35, que posiblemente lleve el nombre de Mar de Ansenuza, como llamaban los pueblos originarios la laguna. De esa forma, se convertiría en el más gran del país, unas 73.000 hectáreas más extenso que Los Glaciares, en Santa Cruz.
«Hay que terminar de definir la superficie, pero todo está dado para que sea el más grande del país», confirmó el vicepresidente de la Administración de Parques Nacionales, Emiliano Ezcurra, que en 2008 creó la Fundación Banco de Bosques, una ONG que trabajó en la campaña para crear el Parque Nacional El Impenetrable.
Para lograr la cesión a la Nación de esas 800.000 hectáreas, habrá que recorrer un camino que no será sencillo. Cerca de 100 parcelas están en manos privadas y conforman una superficie de por lo menos 200.000 hectáreas, que al ser parte de la actual reserva no tienen demasiado valor para el mercado.
El gobierno de Córdoba trabaja para evitar la expropiación. Una opción es que sea una ONG la que negocie con los privados la compra de esas tierras para luego cederlas a la Nación, como ocurrió con gran parte de las tierras que adquirió el conservacionista norteamericano Douglas Tompkins, ya fallecido, para consolidar el parque nacional Iberá. «Hay interés de filántropos que quieren financiar la compra», señaló Hernán Casañas, director ejecutivo de Aves Argentinas, que forma parte, junto con la Universidad Austral, del comité asesor que asiste a los gobiernos de Córdoba y de la Nación en la conformación del nuevo parque.
Más allá de la cuestión catastral a resolver, tanto a nivel provincial como nacional esperan que la conformación del parque se logre antes de fin de año. «Los legisladores forman parte de la comisión de trabajo y están avanzando en el proyecto de ley. Nos gustaría que en el transcurso de este año podamos tener la cesión mediante una ley», adelantó Britch.
El ministro de Ambiente de la Nación, Sergio Bergman, se pronunció en ese sentido: «Tanto el compromiso de Córdoba como el de la Nación es avanzar a la mayor velocidad posible. El objetivo es este año».
Córdoba entiende que conseguir un segundo parque nacional -en 1996 se constituyó uno de 35.000 hectáreas en la Quebrada del Condorito- y de la dimensión y características que tendría el de Mar Chiquita sería determinante para las economías regionales. Sobre la costa de la laguna o muy cerca hay 13 pueblos, de entre 100 y 17.000 habitantes. Son Miramar, Morteros, La Para, Balnearia, Marull, Altos de Chipion, La Paquita, Brinkmann, Devoto, La Puerta, Las Arrias, Obispo Trejo y La Rinconada.
«Una de las puertas de acceso al parque sería La Rinconada, que tiene apenas 106 habitantes. La intención es que, poco a poco, las economías de estos pueblos se vuelquen al turismo», señaló Britch, y destacó que alcanzar la protección como parque nacional le dará a la zona presencia en guías de turismo internacional, inversiones y menos estacionalidad al turismo que convoca actualmente Mar Chiquita, que en un 70% está constituido por los propios cordobeses. En Aves Argentinas, en tanto, recuerdan que tras la creación del parque de la Quebrada del Condorito, la zona pasó de sumar 1000 visitantes al año a recibir 20.000.
Más allá de las alternativas que puedan surgir para darle sustentabilidad al futuro parque nacional fomentando el turismo, tanto la Nación como Córdoba coinciden en la necesidad de preservar la biodiversidad y las características únicas que ofrece el área. Destacan que es el espejo de agua salada más grande de América del Sur y el quinto del mundo y que en 2002 fue declarado sitio Ramsar por ser un humedal de importancia internacional.
Con más de 300 especies, suma el 70% de todas las aves que pueden encontrarse en Córdoba. Los flamencos, que son el emblema de la laguna, están representados por tres de las seis especies que existen en el mundo. Además, llegan cientos de miles de aves playeras desde Canadá y los Estados Unidos. Si el lugar no se conservara, directamente no tendrían qué comer y poco a poco no volverían.
De los mamíferos, destacan que la zona es habitada por especies amenazadas, como el aguará guazú o lobo de crin, el mapache cangrejero y el conejo de monte. Casañas, de Aves Argentinas, se ilusiona: «En la década del 50, en la zona había venados de las pampas. Se han encontrado ornamentos. Cuando se cree el parque, se podría iniciar un plan de reintroducción».
Expropiarían una Estancia de Manubens Calvet
Paralelamente al acuerdo para convertir en parque nacional la Laguna de Mar Chiquita, los gobiernos de Córdoba y de la Nación pactaron avanzar en la creación de un tercer parque nacional para la provincia en lo que fue la estancia Pinas, propiedad del terrateniente multimillonario Juan Feliciano Manubens Calvet, que murió en el valle de Traslasierra, en 1981, sin dejar descendientes directos. Manubens Calvet, que no tuvo descendencia directa, había sido diputado provincial y dos veces intendente de Villa Dolores.
Esas 105.000 hectáreas de chaco seco ubicadas en el oeste de Córdoba, con bosques, matorrales, pastizales naturales y ambientes salinos, están muy bien conservadas y tienen una biodiversidad extraordinaria: 239 especies, entre peces, anfibios, reptiles, aves y mamíferos.
De esos, al menos 25 están catalogados como con riesgo de extinción.
Mientras cerca de 100 supuestos herederos pelean judicialmente por la herencia de Manubens Calvet, calculada en unos US$ 400 millones, Córdoba planea expropiar el lugar y cederlo a la Nación para crear un parque. «Seguramente, lo crearemos antes de fin de año», especula Javier Britch, secretario de Ambiente de Córdoba.
Fuente: la nación