El obispo de la Diócesis de Añatuya, monseñor José Luis Corral (SVD), redactó un documento referido sobre Mama Antula.
En la oportunidad el pastor añatuyense destacó:
1- Cinco razones para poner la mirada en Mama Antula
Mama Antula, próxima a la canonización, nos vuelve a interpelar porque:
– Es un modelo del camino de fe que abraza los sueños grandes sin descuidar los pequeños detalles en cada paso, reconociendo la presencia activa de Dios en todo.
– Testimonia un andar fructífero que lleva hacia donde el Amor la guía, hasta donde Dios aún no es conocido, respondiendo a las necesidades vitales de fraternidad y cercanía.
– Enseña a salir de uno mismo con rapidez y determinación, sin nerviosismos ni ansiedades, para encontrarse con los demás y servir con amor.
– Nos recuerda detenernos en el camino para atender a aquellos que quedan en los márgenes, proclamar la Buena Nueva e invitar a otros a unirse a la caravana que sigue el estandarte de Jesucristo Siervo y Rey.
– Con su vida, muestra el camino hacia la plenitud del Amor, buscando en todo la mayor gloria de Dios y el bien de la comunidad.
2. Mujer que sabe hacer del dolor una flor: Un camino de discipulado misionero María Antonia de Paz y Figueroa tras la expulsión de los jesuitas no se queda rumiando su tristeza y lamentando su ausencia, sale de aquel dolor dando cauce a un deseo ardiente de proseguir la obra por ellos iniciada. Seguramente que fue una inspiración divina, que le caló y le llenó el alma de fuerza misionera y entusiasmo apostólico. Mujer evangelizada que se hace evangelizadora, debajo de su frágil apariencia hay un corazón enamorado de apóstol que nada ni nadie lo detiene.
Ahora regenerada como María Antonia de San José, deja atrás las seguridades de una vida sosegada y acomodada. Cambia los vestidos de seda, raso y terciopelo para vestir un hábito tosco, oscuro y gastado. No suele ser transportada por carruajes o caballos, hacía su camino a pie descalzo junto a un carrito para trasladar lo que llevaba y recogía para compartir.
No se anuncia a sí misma, quiere trasparentar a Jesucristo y asume la pobreza como estilo de vida. Su modo era el despojamiento, el desprendimiento y la renuncia para mostrar que la riqueza y el tesoro es el Amor de Dios, porque quien lo tiene nada le falta. Su bastón es una Cruz, fuerza y sabiduría de Dios, la Cruz abre camino y siempre adelante porque sigue a Jesucristo. Sabe que quien permanece con Él en sus penas y padecimientos se le regala compartir con Él sus gozos y su gloria, así la servidora llega y es recibida allí donde está su Señor. Mama Antula recorría distancias dilatadas, caminos difíciles, zonas desiertas, ciudades potentes y pueblos carentes de casi todo, pero el amor que la puso en movimiento le hace apresurar los pasos y el Espíritu de consuelo y fuerza le marca el ritmo y la dirección.
En la geografía física que recorría pudo reconocer el relieve del alma humana: la sequía y la sed de Dios, la aridez y la devastación espiritual, las erosiones de las necesidades de aprecio, perdón y ternura, las oscuras quebradas de la soledad y del abandono, los manantiales de la compasión y los vallecitos de la consolación y de la compañía amorosa.
3. Mujer que enfoca su ser y su misión: La brújula que la orienta en el camino.
Su vida se guiaba por la brújula de la verdad y del amor, la aguja imantada de su fe y esperanza señala siempre el norte, Dios. Así fue capaz de soportar pacientemente tribulaciones y frustraciones, esperar confirmaciones y perseverar en decisiones, afrontar soledades y contradicciones, confiar sin desfallecer y armarse de valor para responder a la misión de Dios.
Maltratada y despreciada, objeto de desconfianzas, burlas y rumores, no se deja derrumbar por ello como tampoco se envanecía o se “las creía” cuando la aplaudían y ante el reconocimiento. Todo lo vivió desde la simplicidad y con gran libertad interior. La oración, la Palabra de Dios y la Eucaristía eran su pulmón para respirar hondo, su lámpara para iluminar sus pasos y su mesa para nutrirse del Pan de Vida que sana, alienta y sostiene.
El servicio a Dios a través de los Ejercicios Espirituales era su pasión donde ponía todo el corazón y donde se jugaba la vida, el Espíritu Santo y su maestro San Ignacio la instruían y la modelaban en el arte de “reflectir” para crecer en conocimiento interior de Nuestro Señor para más gustar y amar, discernir para hallar y hacer la voluntad divina.
La peregrina hace un camino desde Santiago del Estero a Buenos Aires sin regreso, una opción tomada con determinación, sin marcha atrás, un darse hasta las últimas sin reservas y sin cálculos.
Mansa y aguerridamente pone a Jesús y su Reino en el centro absoluto de todo y solo pretende un “no estar sino en Dios”.
No fue una feminista en el sentido contemporáneo del término, pero sí tuvo que abrirse camino en un mundo donde el prestigio, la identidad y el lugar se alcanzaba por la pertenencia o referencia a hombre. Mama Antula no se enfrenta a las autoridades civiles y religiosas a la manera típicamente “masculina”, más bien, utiliza las estrategias “femeninas” de la cooperación, de la complementariedad, desde el silencio humilde que deja hablar a la verdad, desde la audacia y astucia, con firmeza y con delicadeza.
Mujer que sabe engarzar la sabiduría del corazón y el coraje creativo y transformador. Figura maternal para cuidar hasta en los pequeños detalles, compañera para consolar y aconsejar a afligidos y desalentados, maestra para enseñar con vehemencia y coherencia la verdad que hace libres, constructora de espacios de comunión en la diversidad y generadora de vínculos marcados por la igualdad, mística de ojos abiertos que contempla y que acompaña hacia el conocimiento y experiencia de los misterios de Dios.
4. Mujer Santa que nos inspira e intercede: Una de las nuestras que llegó a la gloria.
María Antonia de San José, no caminó entre nubes de algodón o sendas de rosas; caminó y pisó el suelo crudo y duro de la realidad, entre espinas y piedras, y con los pies bien firmes en la tierra nos mostró el Reino de los Cielos presente entre nosotros.
Hoy camina por nuestras calles, barrios, ciudades y pueblos, caminante sin descanso que nos contagia su impulso salidor para buscar la voluntad del Padre y el bien de los demás. Tomamos su Cruz bastón y nos ponemos en camino haciendo presente a Cristo en medio de toda situación y realidad.
Ella, que con el fuego que le devoraba quería llegar a todos los rincones del mundo, encienda el fervor misionero entre todos los bautizados. Ella que sumó a otras compañeras y aliados en su obra nos enseñe a caminar juntos como comunidad sin caer en el aislamiento, ni el individualismo o la división. Y ella que supo conmoverse e inclinarse ante los más pobres nos inspire gestos de misericordia para detenernos junto a los quedan al margen de los caminos y desposeídos de oportunidades.
¡Mama Antula recibe la corona de los santos, alegría de nuestro pueblo argentino y ejemplo para la Iglesia, ruega por nosotros!
– Llegas a la gloria celestial con tus pies surcados y marcados por el polvo de los caminos que anduviste, de nuestra tierra impregnada de sangre y sudor que clama igualdad y libertad, que junto al fuego del Amor del Espíritu Santo todo se purifique y se hagan nuevas todas las cosas.
– Preséntale al Padre Dios, en el carrito que tiraste en tu andar, nuestras penas y alegrías,
dolores y fatigas junto a nuestras luchas y esperanzas.
– Abre al Señor Jesucristo, tu Manuelito, el Nazareno de la Cruz a cuestas, tu “sonko” y tus
manos con todos nuestros rostros que lloran y ríen, nuestros nombres y nuestras
necesidades, nuestros esfuerzos y dedicación para ser mejores hijos y hermanos.
– En tu piel santiagueña curtida por el sol con aroma de monte y salitral abraza y besa por
nosotros a la “Abadesa”, la Señora de los Dolores que cuida providente de sus hijos y que
brilla en nuestro horizonte como signo de consuelo y esperanza.
– Agradece al Señor San José y a tu amigo San Cayetano que te “bancaron” en toda empresa, colmaron tu alma de confianza y así en el arcón de la Santa Casa se multiplicaban las provisiones para todos.
Y que tu pueblo y la iglesia entera se gocen con los santos y ángeles, suenen sus chacareras más sentidas desde tu pago natal a los confines de la tierra y que todos unan sus voces en un ¡Achalay! desde lo hondo hasta la eternidad.