Aunque jugó con mayoría de suplentes e igualmente se mantendrá por lo menos una jornada más en la punta de la Superliga (Argentinos Juniors solamente podrá alcanzarlo si vence a Independiente en Avellaneda), Boca dio un paso en falso ante Racing justo antes del encuentro más importante del semestre. El más importante del año. El más importante en la carrera de Gustavo Alfaro, según admitió el propio entrenador en conferencia de prensa.
Y seguramente el estratega azul y oro habrá sacado muchas conclusiones después de la floja actuación de los suyos ante una Academia que no había mostrado todas sus luces en los compromisos anteriores y, con poco, se quedó con una victoria que lo dejó a dos unidades del líder.
Si Alfaro les dio la oportunidad de mostrarse a varios jugadores de cara a la revancha por las semifinales de la Copa ante River, el reprobado fue general. Sabido es que Esteban Andrada es indiscutido en el arco y con un par de intervenciones se destacó (atajada vital en el primer tiempo que pudo haber sido el 0-2 y salvada providencial en la última del partido). Los demás quedaron todos en falta.
En la línea de fondo, Marcelo Weigandt fue casi titular obligado por la baja de Julio Buffarini (expulsado ante Defensa y Justicia). El juvenil no redondeó un buen partido pese al esfuerzo que aplicó como cada vez que fue llamado. A la dupla central integrada por Paolo Goltz y Junior Alonso le faltó aceite. Al ex Huracán se lo notó un tanto falto de ritmo mientras que el paraguayo, con algunos cortes y quites importantes, falló en el tanto del gol dejando un callejón para el desborde que derivó en el centro atrás y gol de Zaracho.
Por último Frank Fabra no fue decisivo como en otros tiempos y dejó entrever que no existe una gran diferencia con Emmanuel Mas, que por ser aplicado y tener más juego aéreo parece tener más crédito.
El doble cinco integrado por Campuzano y Capaldo (suspendido para el desquite ante el Millonario) no terminó de encajar. El colombiano será alternativa este martes como relevo solamente por la falta de intérpretes en ese sector. Con Daniele De Rossi entre algodones, Iván Marcone es la fija. La duda es quién se repartirá la mitad de cancha con él.
Al pibe Agustín Obando le restan algunos golpes de horno y Bebelo Reynoso desaprovechó otra chance de lujo al igual que el pasado 1° de octubre en el Monumental. El futbolista al que Alfaro le había renovado la confianza no supo cómo mantenerse adentro del once en la etapa definitoria de la temporada. Y Sebastián Villa, el más desequilibrante, falló en la estocada final. Las decisiones erróneas del cafetero en los metros finales son lo que lo dejan al margen de la titularidad. No obstante, tiene alguna chance de ser de la partida. Lo mismo ocurre con Mauro Zárate, aunque más por peso propio y pergaminos que por presente futbolístico. MZ19 ingresó para el complemento y no pudo desnivelar en el mano a mano, pecó de egoísta en más de una ocasión y desapareció en los minutos finales. Otra cruz.
La única referencia de ataque fue Franco Soldano, al que por ahora parece quedarle demasiado grande la vacante que dejó Darío Benedetto. El ex Unión no la tiene nada fácil porque la vara quedó alta con la eficacia goleadora de Pipa, pero en su momento Lucas Alario con un similar pasado (ambos jugaron en equipos santafesinos) se puso la camiseta de River y marcó goles importantes para alzar la Copa. Jan Hurtado, más proyecto que realidad, hizo acelerar los tiempos de recuperación de un Wanchope Ábila que da la sensación de que arriesgará contra River.
El DT cuenta con 10 nombres en su cabeza: Andrada, Buffarini, López, Izquierdoz, Mas, Salvio, Marcone, Mac Allister (el único que intentó aportar algo de juego con su entrada en el complemento ante Racing), Tevez y Ábila. Así lo deslizó ante el periodismo. ¿Quién será el 11°? Villa, Zárate y Almendra, los candidatos.
Ya en la previa, los fanáticos xeneizes que colmaron la Bombonera en el atípico horario de viernes por la noche entonaron cánticos coperos. El “¡Quieeero la Libertadores!” sonó desde muy temprano. Sabían que se jugaban la punta del campeonato, aunque dejaron en claro cuál es el partido que más les importaba en verdad.
Las melodías con amenazas para River se mezclaron con las que proponían desde las bandejas Sur que dan al Riachuelo, más contagiosas y rítmicas. Todavía no estaba definida la derrota con Racing cuando sonó “que este martes, cueste lo que cueste, este martes tenemos que ganar”.
El buen andar del equipo de Alfaro en lo que va de la temporada (mejoraron los números en la Superliga pasada, ganó la Supercopa Argentina, llegó a la final de la Copa Superliga y se mantiene líder en el torneo) dieron lugar a una tregua con el plantel. Sin embargo, la herida de Madrid todavía está cicatrizando y otro golpe el martes, en condición de local, puede llegar a quebrar la relación con los jugadores que permanecieron en el club.
La serie está 0-2 y será vital dar vuelta la historia. Aunque también serán importantes las formas. De qué manera Boca afrontará este trascendental compromiso y cómo termina en cancha (con clasificación o eliminación).
“A ver, a ver los jugadores si pueden oír, por la camiseta de Boca: ganar o morir”. El intimidante mensaje que bajó de los cuatro costados mientras los futbolistas locales levantaron los brazos para despedirse fue nítido. El futbolero de ley sabe que esta frase que baja de las populares y plateas no es literal sino más bien un reclamo de actitud total antes de citas importantes. La interpretación -o no- del mismo se conocerá este martes, desde las 21:30, en la Bombonera.