El reloj marcaba las primeras horas de la tarde del jueves cuando Carlos Baute apareció en el área de arribos internacionales del Aeropuerto de Ezeiza. Bajo un cartel azul que proclamaba la bienvenida en tres idiomas, el músico venezolano caminó con paso sereno. Camisa de jean abotonada, bufanda gris con estrellas y gafas oscuras: una presencia sobria, pero reconocible incluso entre el murmullo de motores y ruedas de valijas propio de la escenografía.
El pequeño, que lo miraba con curiosidad desde los brazos de su madre, estiró el bracito hacia el cantante y este no dudó en responderle con el mismo gesto y una sonrisa en sus labios. Por su parte, la madre del bebé, con una blusa negra de bordados claros, sonrió ante el sueño cumplido de conocer a su ídolo. Ezeiza, con sus luces cálidas, se había convertido por un momento en el escenario del cariño.



A unos pasos se sellaba otro abrazo. Esta vez con una joven de suéter marrón trenzado que no soltaba el celular esperando retratar al autor de “Colgando en tus manos”. Sonreía mientras lo miraba de frente. Parecía decirle con los ojos: “Te estábamos esperando”.
El recorrido siguió con sorpresas: una trabajadora de limpieza del aeropuerto no dejó pasar la oportunidad, se acercó al venezolano y lo saludó tímidamente. Baute, lejos de la indiferencia, se detuvo. Se tomaron una foto juntos mientras una segunda empleada, celular en mano, capturaba la escena. A su alrededor, viajeros se detenían, otros pasaban sin advertir que estaban presenciando algo más que una llegada: era el inicio de un reencuentro con el público argentino.



Con una carrera que abarca tres décadas, Baute se consolidó como uno de los nombres recurrentes dentro del repertorio de la música latina. El texto lo presenta como un artista “icónico y querido”, una valoración que remite tanto a su popularidad sostenida como a la resonancia emocional que sus canciones han alcanzado en distintas generaciones.
A lo largo de estos treinta años, su música se integró a la vida cotidiana de sus oyentes, al punto de convertirse, según se afirma, en parte de “la banda sonora de nuestras vidas”, con canciones como “Colgando en tus manos”; “Te regalo” y “Cómo estar sin ti”. Esta frase sugiere una cercanía afectiva que trasciende lo comercial y subraya el rol del artista como figura representativa de un cierto tipo de romanticismo pop latino. La gira actual se inscribe en ese marco, no solo como un festejo, sino como un reconocimiento público de una carrera que logró mantener vigencia y adhesión popular.
Carlos Baute no trajo solo equipaje. Trajo 30 años de música a cuestas. Y cada paso en el aeropuerto fue el prólogo de lo que promete ser una noche cargada de nostalgia y celebración.
Fuente Teleshow