Lejos de la unidad sindical, la CGT se encamina a designar a Héctor Daer al frente de la central obrera

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El presidente Alberto Fernández necesita una CGT unida para llevar adelante, y sin sobresaltos, el pacto social. Sin embargo, eso no va a ser sencillo. Hoy la central obrera no lo está. Ni lo estará de forma inminente. Hay sectores sindicales en pugna que por el momento son imposibles de conciliar. Por ejemplo, el camionero Hugo Moyano con los “gordos” de la principal central de los trabajadores. O Luis Barrionuevo (Gastronómicos), que se muestra “refractario” al gobierno nacional, y sobre todo a la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner. Tampoco habrá una incorporación “directa” de la CTA de la Trabajadores -la liderada por el docente Hugo Yasky- a la CGT, como se dejó traslucir en el acto del microestadio de Lanús, con la presencia del entonces candidato presidencial del Frente de Todos. Eso fue apenas un “gesto”, valioso, pero solo un “gesto”. Con este contexto como telón de fondo, Héctor Daer (Sanidad), el mejor interlocutor de Alberto Fernández en el planisferio sindical, se encamina a ser el único líder de la Confederación General del Trabajo de la República Argentina, aunque despierta resquemores en otros sectores sindicales.

La actual conducción nacional de la CGT tiene mandato hasta agosto de 2020. En la actualidad es cogobernada por los secretarios generales Daer y Carlos Acuña (Estacioneros de Servicio), un hombre que responde a Barrionuevo, un pope sindical que perdió el poder que supo tener.

Es más, Barrionuevo, describen en la central obrera, jugó -como lo venía haciendo desde 2015- para el ahora ex presidente Mauricio Macri apoyando la candidatura presidencial de Roberto Lavagna “para dividir al peronismo y beneficiar al Juntos por el Cambio”.

Sin embargo, la jugada política le salió tan mal que el ex ministro de economía kirchnerista quedó tercero en la elección presidencial, y él apenas obtuvo 5% de los votos como candidato a senador nacional por Catamarca, detrás de los sufragios en blanco.

Entre los muros del histórico edificio de la calle Azopardo, a Daer se lo escuchó decir dos frases. Que con el gastronómico “no tenemos nada en común, no nos une nada”; y que Hugo Moyano “no es lo que dice, sino lo que hace”.

Una gran frase que refleja el sentimiento de buena parte de los popes sindicales anclados en la central obrera que concentra al noventa por ciento de los trabajadores del país.

A Moyano, por ejemplo, lo ven detrás de los incidentes que la oposición a Roberto Fernández, el secretario general de la UTA, protagonizó durante el intento de toma del edificio de ese sindicato que fue ferozmente vandalizado.

Dirigentes del gremio de Camionero negaron ante Infobae este cuestionamiento al que tildaron de “disparatado”.

De todos modos, la posibilidad está planteada, y la relación del Jimmy Hoffa criollo con Miguel Bustinduy -ex dirigente de la UTA- y cabeza de la revuelta que exigía la renuncia de Fernández a la Unión Tranviaria Automotor, está acreditada, aunque esto no lo incrimina.

Moyano apoyó en la última elección en la UTA -2018- al colectiveros Bustinduy, que encabezaba la Lista Azul que buscaba terminar con la hegemonía de Fernández en ese gremio.

El sindicalista -que fue la mano derecha del histórico líder de ese gremio, Juan Manuel Palacios- está al frente del gremio desde el año 2006.

Los “gordos” de la CGT se niegan a que Moyano, o su hijo Pablo, secretario adjunto de Camioneros, accedan a un cargo directivo en la central obrera cuando se renueven autoridades. Sí, en cambio, a que otro dirigente de ese gremio lo haga.

Buena parte de los dirigentes con peso específico propio en el universo de los trabajadores sindicalizados que dialogaron con Infobae observan con desconfianza las actitudes de Moyano y por eso ven muy complicada la unidad de la CGT con la familia Moyano dentro.

El camionero no deja de solicitar cargos para sus hijos (el diputado Facundo, Pablo y el abogado Huguito) o para sus allegados, en alguna de las secretarías o subsecretarías de Estado, como la de transporte.

Sin embargo, Alberto Fernández está decidido a que esto no ocurra. Hugo Moyano lo sabe y, aunque en público lo disimule, tarde o temprano el camionero se lo cobrará. Está en su naturaleza, como el escorpión.

A tanto llega el malestar dentro del Clan Moyano por algunas actitudes del presidente de la Nación, que no pueden evitar expresar su malhumor en público, por ejemplo, por la designación que el ministro de Trabajo, Claudio Moroni realizó al poner al frente de la dirección nacional de asociaciones sindicales a Mónica Risotto.

Risotto, la flamante funcionaria, es una de las abogadas del gremio de peones de taxis cuyo secretario general es Omar Viviani, un dirigente que, como Fernández de la UTA- mantiene rivalidad con Moyano.

Con todo, el líder camionero y su hijo se muestran aliados al líder del Frente de Todos, y cuando se dirigen a la prensa suelen hablar de él como “nuestro presidente” o “nuestro gobierno”.

Sin embargo, en la CGT, y así se lo expresar a Alberto Fernández, Moyano no es un hombre de confianza.

El camionero ya expresó que para él la elección de las nuevas autoridades de la CGT debería realizarse, a más tardar, en marzo, y no en agosto próximo como marca el estatuto.

También entiende que la cabeza de la central cegetista debe estar integrada por tres dirigentes y no uno.

Aunque Moyano se muestre cercano a Alberto Fernández en la CGT desconfían de sus actitudes.

Infobae pudo establecer que la opinión mayoritaria de los sindicalistas que tienen la mayor cantidad de congresales en el Confederal, entienden que en este momento político del país, y bajo la conducción del peronismo, la casa de los trabajadores debería estar conducida por un solo hombre y que el indicado es Héctor Daer.

Entre otras razones -no es la única-, porque el dirigente de la sanidad es el hombre de mayor confianza que el inquilino de la Casa Rosada tiene en el mundo gremial.

También suele consultar a Sergio Palazzo, el secretario general de La Bancaria, un sindicalistas que por ahora está fuera del organigrama cegetista, pero que tiene muchas posibilidades de acceder a un cargo directivo.

Palazzo y Daer, además, gozan de buena sintonía y en privado hablan bien el uno del otro. Algo no menor.

Un integrante de la CGT, que abusa de cultivar perfil bajo, al ser consultado por Infobae sobre la conveniencia o no de que sea uno o más integrantes los titulares de la central obrera, tomó una pequeña pirámide que reposaba en un estante de su oficina y graficó: “La CGT es similar a la conducción de una fuerza armada. Es piramidal. Las órdenes se dan de arriba hacia abajo. Y el que da las ordenes es una sola persona. Así lo ideó Juan Domingo Perón, que era coronel, un militar que entendía de estas cuestiones”.

La bicefalia de la CGT camina por un andarivel que ya se hubiese quebrado si no fuera por el malabarista Daer.

En más de una oportunidad el líder de la sanidad no estuvo de acuerdo con las posturas de Acuña, el dirigente que se referencia en Luis Barrionuevo.

Sin embargo Daer, relatan quienes conocen la interna obrera, siempre intento acercar posiciones, primero porque hace del dialogo una virtud, y segundo, porque Acuña -Barrionuevo mediante- es hombre de confianza de Sergio Massa, el presidente de la Cámara de Diputados, y aliado imprescindible de Fernández.

CTA fuera de la CGT

Hasta Hugo Yasky, líder de la CTA de los Trabajadores, apoya la continuidad de Daer al frente de la CGT.

“Es un dirigente sindical que trato de hacer equilibrio entre los que querían entregar a la CGT como una pata del entonces oficialismo de Macri y los que en la vereda de enfrente estuvimos peleando. Fue un equilibrista”, expresó ante una consulta de Infobae.

El docente también cuestionó la actitud del secretario general de la Unión de Trabajadores Hoteleros y Gastronómicos de la República Argentina (UTHGRA), por no sumarse al amplio sector sindical que busca, como solicitó Fernández, la unidad del movimiento obrero.

“Barrionuevo es un hombre que decidió asumir otros intereses y no los de los trabajadores ¿Cómo harán estos dirigentes para explicar que la unidad sindical no es buena?», se preguntó.

A pesar del gran gesto que significó la intención de Yasky para que la CTA sea incorporada a la CGT, y así demostrar una unidad mayor de la clase trabajadora, esto no será dará.

“Para que eso suceda la CTA se debe disolver y cada uno de sus gremios afiliados ingresar a la CGT. La CTA es una central obrera que tiene recaudación propia, tiene trabajo territorial, tiene edificios, etc. ¿Cuál sería la razón para que los dirigentes de la CTA ingresen al zoológico de la CGT? Yasky y (Roberto) Baradel, entre otros, perderían protagonismo si ingresan a la CGT. Además los líderes de la CTA son amigos del presidente Fernández, y los tratan como pares nuestros”, explicó un pope de la CGT a Infobae.

El capo gremial, que lleva más de 20 años al frente de su sindicato, hacía mención a la primer reunión que el Gobierno mantuvo el jueves pasado en el primer piso de la Casa Rosada con la CGT y las dos CTA.

Daer fue uno de los artífices de ese encuentro en el que se llegó a un acuerdo impensado hace dos semanas atrás: el otorgamiento por decreto de una suma fija para los trabajadores privados a cuenta de las negociaciones paritarias que se retomarían en 180 días.

Ese acuerdo habría sido prácticamente imposible sin la unidad sindical, o al menos si no existiera una buena predisposición gremial, que en su inmensa mayoría apoya al gobierno peronista de Fernández.

Del cónclave también participó Hugo Moyano, que en un momento del debate, y cuando no era tema de conversación siguió reclamando cargos en el gobierno para su espacio, pero no tuvo eco entre sus pares, y menos en los ministros que encabezaban el convite, entre otros, el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero y el ministro de Trabajo, Claudio Moroni.

Fuera de la cumbre quedó Luis Barrionuevo, líder de la CGT Azul y Blanca. En las mesas de café que frecuenta con empresarios -algunos de medios periodísticos- critica a mansalva las últimas medidas económicas adoptadas por Fernández, de quien llegó a decir que “es un pícaro y un vivo que nunca trabajó”.

Como se puede observar, la unidad sindical está lejos de concretarse. Pero, en principio, la paz con el movimiento obrero parece estar garantizada mientras el equilibrista Daer esté al frente de las negociaciones y buena parte de los “gordos”, entre ellos Armando Cavalieri; o independientes como el bancario Palazzo, lo sigan apoyando entre otros motivos, porque es el hombre de confianza del presidente Fernández en la CGT.

Cada uno de ellos, además, aportó su granito de arena para que el peronismo desbanque del poder a Macri.

Ese principio de estabilidad, como si se tratara de una ecuación química, es esencial para el “pacto social” que se viene, y la negociación por el re-reperfilamiento de la deuda que la Argentina tiene con el Fondo Monetario Internacional.

“Para sacar al país adelante, para salir del pozo en el que nos metió Macri y sus políticas neoliberales, es necesario llegar a un acuerdo con el FMI para reprogramar los pagos.

También es imprescindible la expansión monetaria, y un amplio acuerdo social para terminar con el hambre y la miseria en el país. Y la CGT va a estar ahí para apoyar ese camino”, se le escuchó decir al dirigente gremial que parece encaminarse a la cúspide de la pirámide cegetista.

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