Leopoldo López: «El peor enemigo no es Maduro, ni la élite corrupta que lo acompaña, es la desesperanza»

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Leopoldo López lleva tres años preso en el penal militar de Ramo Verde. Es el preso político, «o de conciencia», como él mismo se califica, más importante de Venezuela. No es el único, son más de 100, pero él se ha transformado en el emblema de la lucha contra el gobierno de Nicolás Maduro. Hoy es el tercer aniversario de su detención. Fue condenado a casi 14 años de cárcel por las protestas del 12 de febrero de 2014 contra el gobierno chavista.

Infobae lo entrevistó en exclusiva. Recluido, en situación de aislamiento, el contacto no fue sencillo. No se revelará exactamente cómo se logró, pero su entorno ayudó para que las preguntas de este medio llegaran a la celda del opositor en la torre de castigo donde está confinado.

En estos tres años, las cosas cambiaron mucho para Leopoldo López. Sus defensores, su familia, pero también él, coinciden en que es otro hombre.

«El solo hecho de estar privado de libertad por supuesto que cambia a una persona, pero son las condiciones de esa privación las que, en mi caso, definen y marcan las enseñanzas y lecciones de esta experiencia», asegura. Según el opositor, él no es un condenado más: «Soy un preso por mis ideas, por mi palabra y, sobre todo, soy víctima de una enorme injusticia».

López afirma que ante esa «injusticia», su decisión fue «combatirla, desnudarla». «A las injusticias se les planta la cara con decisión, sin miramientos, ni recelos, ni cálculos.

Presentarme a una Justicia injusta representó una nueva oportunidad de enfrentar la mentira, el abuso de poder y la necesidad de cambiar de raíz el sistema», dice, aún convencido de la decisión que tomó. Es que Leopoldo López se entregó el 18 de febrero de 2014 incluso cuando su mujer, padres y defensores le decían que no era lo correcto.

El opositor explica que en estos tres años se ha apoyado en «ejemplos inspiradores» de líderes que se enfrentaron a la Justicia injusta de sus países. «Algunos de estos ejemplos que me inspiran son Martin Luther King y Gandhi».

López dice y se dice: «Un líder debe ser capaz de inspirar a quienes, como él, persiguen un sueño. Porque con las duras circunstancias que vive el pueblo venezolano, he comprendido que los cálculos políticos sobraban y que debía asumir un riesgo en pro de la libertad de Venezuela».

—¿Le ha servido para algo este confinamiento?

—Estar preso me ha acercado en carne propia a la descomposición de la Justicia venezolana que padecen miles de venezolanos. La manipulación, el retraso procesal, la corrupción de jueces, su manipulación política que los hace dependientes, vulnerables, servidores de un sistema y no de la justicia son, para mí, mucho más que cifras y diagnósticos; representan una vivencia que me obliga a tener una responsabilidad moral y patriota para cambiarlo.

El presente del opositor es duro. El aislamiento, dice, ha sido su mayor desafío. «Por eso, desde que llegué a Ramo Verde entendí que mi principal terreno de lucha estaba en mi estado de ánimo y en mi mente. El aislamiento es una prueba de uno con uno mismo. Pasar todo un día, una semana, un mes, dos meses, cinco meses, solo con uno mismo es un desafío a la estabilidad mental y emocional de cualquier persona.

Para sobrevivir, López cuenta que diseñó «una rutina de oración, lectura y ejercicio» para «alinear y fortalecer el cuerpo, la mente y el alma».

«Hoy puedo decir, más allá de lo metafórico, que mis ideas me salen del alma. De un alma que ahora tengo más presente, que conozco más y que ha sido mi compañía estos años», reflexiona.

El líder venezolano también profundizó su acercamiento a Dios: «Antes de estar preso, rezaba todos los días, iba a misa y tenía una buena relación con Dios, en mi fe católica. Pero ha sido aquí donde he encontrado el verdadero sentido a la oración. Antes simplemente rezaba, un padrenuestro, un avemaría y unas peticiones y buenos deseos correspondientes a las inquietudes del día. Desde que estoy aquí es distinto. He profundizado el sentido de la oración. Orar acá no es un ejercicio dominado por la rutina, decir las oraciones aprendidas desde niño en un momento del día; acá orar es una conversación íntima con Jesús. Y esa oración ha sido uno de los pilares fundamentales de mi fortaleza en la cárcel. Es a partir de la oración que he podido construir todo lo demás».

Cuando se le pregunta por su optimismo, el deseo del primer momento en libertad sale a la luz. «¿Qué quiero? Ir a mi casa, dormir con mi esposa y mis hijos, todos juntos, y al día siguiente salir a recorrer mi país. Hasta el último rincón».

López está listo para volver al terreno. «Nada me llenaría de mayor satisfacción y orgullo que volver a compartir con el alegre pueblo venezolano, mis compatriotas, hoy tan golpeados por la opresión y la miseria en las que nos ha sumido esta dictadura. Una de las fuerzas que me animan es convocar a nuestro pueblo a construir una mejor Venezuela, libre, nueva, sin exclusiones, con todos los derechos para todos los venezolanos», asegura el López político.

Desde la cárcel, tiene un mensaje para los venezolanos… pero también para la oposición, que no siempre es lo homogénea que pretende ser ni toma las decisiones que López y su partido, Voluntad Popular, quisieran.

A los primeros, los arenga: «¡Fuerza, fe y optimismo! Siempre he sido optimista y hoy he fortalecido esa condición». Para él, el peor adversario no es «Maduro ni la élite corrupta que lo acompaña», sino la desesperanza, el pesimismo. «Y siendo estos nuestros principales adversarios, la lucha se ubica primeramente en el terreno del ánimo, de nuestro espíritu, de nuestras convicciones. Es ese el primer terreno de nuestra lucha, el terreno de nuestras convicciones y es allí, en el ámbito del espíritu, en donde estamos obligados a ser inquebrantables», les pide a sus compatriotas.

Pero llega el mensaje a sus pares políticos: «Además de mantener ese espíritu inquebrantable, necesaria es la estrategia y la determinación y coherencia para ejecutarla.

Por eso he insistido en que se debe tener una visión clara de hacia dónde vamos y asumir los riesgos para llegar allí. Nos guste o no, entramos en una fase distinta, una fase de resistencia».

López explica que ha «insistido a todos los compañeros de la Unidad Democrática en que la actitud ante esta dictadura violadora de los derechos humanos tiene que ser de permanente irreverencia». Y agrega: «Debemos desafiarla y promover un cambio profundo, un cambio democrático. La desesperanza —el verdadero enemigo de la oposición, según sus propias palabras— vendrá si, dadas las circunstancias que vivimos, asumimos una timidez paralizante que impida que la oposición en su conjunto sea de manera creíble una opción de cambio. Ni mucho menos podemos ser presas de un miedo paralizante al momento de tomar decisiones que impliquen riesgos, que desafíen la dictadura y nos permitan avanzar en la lucha».

López explica que «la administración del terror» por parte del gobierno chavista ha sido la clave de su permanencia en el poder. «Si no logramos derrotar ese miedo, no se tendrá la capacidad de concebir y liderar un proceso de cambio», insiste.

Aún después de tres años de cárcel, el opositor es optimista. «Por supuesto que se puede derrotar a esta dictadura», dice pero aclara que sí o sí «debe haber estrategia, y coraje y determinación para ejecutar esa estrategia».

López confía en sus seguidores, confía en el espíritu de los venezolanos: «No hay ningún poder que pueda contener durante mucho tiempo la voluntad de cambio de un pueblo. La historia nos ha mostrado que la dictadura de unos pocos no podrá con la voluntad de millones. Sólo lo lograrán si no reaccionamos, si nos desmoralizan y nos desmovilizan. Con un pueblo organizado, movilizado resistiremos, lucharemos y venceremos».

Su testimonio termina con su firma: «Leopoldo López, Preso de Conciencia. Cárcel Militar de Ramo Verde».

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