Por Facundo Gallego, especial para LA BANDA DIARIO
Martes Santo
- Oración inicial
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Señor, te doy gracias por este momento de oración que me permites tener en tu presencia. Que esta Semana Santa sea un momento de conversión y amor para mí y para mi familia. Dame un oído atento para escuchar tu Palabra y obrar según tu voluntad. Amén.
- Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo según San Juan (13, 21-30.33.36-38)
En la última Cena, Jesús dijo a sus discípulos: «Les aseguro que uno de ustedes me entregará». Los discípulos se miraban unos a otros, no sabiendo a quién se refería. Uno de ellos –el discípulo al que Jesús amaba– estaba reclinado muy cerca de Jesús.
Simón Pedro le hizo una seña y le dijo: «Pregúntale a quién se refiere». El se reclinó sobre Jesús y le preguntó: «Señor, ¿quién es?». Jesús le respondió: «Es aquel al que daré el bocado que voy a mojar en el plato». Y mojando un bocado, se lo dio a Judas, hijo de Simón Iscariote. En cuanto recibió el bocado, Satanás entró en él. Jesús le dijo entonces: «Realiza pronto lo que tienes que hacer». Pero ninguno de los comensales comprendió por qué le decía esto. Como Judas estaba encargado de la bolsa común, algunos pensaban que Jesús quería decirle: «Compra lo que hace falta para la fiesta», o bien que le mandaba dar algo a los pobres. Y en seguida, después de recibir el bocado, Judas salió. Ya era de noche.
Luego, les dijo a los once: «Hijos míos, ya no estaré mucho tiempo con ustedes. Ustedes me buscarán, pero yo les digo ahora lo mismo que dije a los judíos: «A donde yo voy, ustedes no pueden venir». Simón Pedro le dijo: «Señor, ¿a dónde vas?». Jesús le respondió: «Adonde yo voy, tú no puedes seguirme ahora, pero más adelante me seguirás». Pedro le preguntó: «¿Por qué no puedo seguirte ahora? Yo daré mi vida por ti». Jesús le respondió: «¿Darás tu vida por mí? Te aseguro que no cantará el gallo antes que me hayas negado tres veces».
Palabra del Señor
- Meditación
El Evangelio que estamos rezando hoy es un fragmento de lo que San Juan narra en la última Cena. Jesús acababa de lavar los pies a los discípulos y les había dado el pan y el vino consagrados. De repente, la fiesta que celebraban se volvió amarga para el Señor.
Quizá los mayores dolores espirituales los sufrió Jesús en estos momentos cruciales: él estaba dispuesto ya a ser humillado, maltratado, golpeado, abofeteado y crucificado… Pero pongámonos por un momento en su lugar, tratemos de escuchar su Corazón. Durante esta última Cena, Jesús tuvo que anunciar una traición y un abandono. Judas, del grupo de los Doce, uno de los más cercanos compañeros de camino de Jesús, a quien le había confiado la bolsa de dinero… Ese Judas ya había consumado el hecho, y Jesús lo había sacado ya a la luz con todo el dolor de la traición.
Pero, además de haber sido vendido por su propio amigo, predijo algo igualmente doloroso. Aquel a quien había dado la potestad de abrir y cerrar, de perdonar y retener; aquel que fue constituido como piedra de la Iglesia, en quien había puesto su mayor confianza… Pedro mismo habría de negarlo con tal de salvar su propia vida.
Pero el buen Jesús, sin ánimo de condenar a nadie, sufrió con paciencia la traición de los amigos, porque sabía que así debía comenzar su Pasión, los dolores de la Cruz. Aquí comienza a manifestarse el amor hasta el fin de Jesús por nosotros, que es capaz de entregar su vida para nuestra salvación.
- Comunión Espiritual
Creo, Jesús mío, que estás presente en el Santísimo Sacramento del Altar. Te alabo desde el abismo de mi nada, y deseo ardientemente poder recibirte. Ya que no puedo hacerlo sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón.
Como si ya te hubiese recibido, me abrazo y me uno en todo a ti. No permitas que jamás me separe de ti. Amén.
- Oración final
Señor, te doy gracias por tu amor y tu misericordia. Bendice y protege a toda tu Iglesia y al mundo entero, y regálanos tu paz y tu esperanza. Tú, que vives y reinas, por los siglos de los siglos. Amén.
Padrenuestro, Avemaría, Gloria.
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.