Seis mujeres víctimas de explotación sexual fueron liberadas en el allanamiento al Vermelha Spa, una conocida casa de masajes de Vicente López. De hecho la investigación de la División Trata de Personas de la Policía Federal comenzó seis meses atrás a raíz de varias denuncias hechas por vecinos de este local de la calle Urquiza 1742, a media cuadra de la avenida Maipú, en pleno centro de Vicente López.
El allanamiento fue el martes. La Policía logró rescatar a las seis mujeres que estaban allí, todas entre 20 y 30 años. La encargada del lugar y su pareja, que podría ser el dueño, fueron detenidos. También se secuestraron 668.500 pesos.
Tras el allanamiento, las mujeres dieron su testimonio en el Juzgado Federal en lo Criminal y Correccional N° 1 de San Isidro, a cargo de Sandra Arroyo Salgado. Fueron asistidas y contenidas por profesionales del Programa Nacional de Rescate y Acompañamiento a las Personas Damnificadas por el Delito de Trata del Ministerio de Justicia.
En sus relatos, las mujeres contaron que habían llegado hasta allí por publicidades que habían visto en los medios que pedían masajistas. Una vez en el lugar, la encargada les explicaba que en realidad todos los masajes debían finalizar con lo que popularmente se conoce como “final feliz” (masturbar al varón). Ese masaje de media hora de duración le salía al cliente 400 pesos, y las mujeres sólo podían quedarse con el 30%, es decir, 120 pesos. El resto era para los dueños, es decir, los explotadores. Los 45 minutos se pagaban 450 pesos y la hora 500.
“Allí es donde se ve la explotación. No sólo que se quedaban con el 70% del dinero de las mujeres sino que además las invitaban a seguir adelante con otras situaciones. Podían tener sexo incluso en el propio local. Les decían que si lo hacían el total era para ellas. Eso es promoción y facilitación de la prostitución”, explica a Clarín Norma Mazzeo, del equipo de coordinación del Programa de Rescate.
Es que el margen de dinero que les quedaba era tan poco que la mayoría se veía empujada a seguir adelante por necesidad. “Todas son vulnerables por diversos motivos. Todas cabezas de hogar, con hijos o hermanitos que mantener. Una de ellas tiene un hijo discapacitado”, explica Mazzeo.
Así, la encargada les explicaba a las mujeres que podían seguir con masaje “sensual” (sin ropa), “bucal” o con “participación”, lo que en el circuito se llama “pase”, que se hacía allí mismo. Por un pase podían cobrar 600 pesos.
Estas mujeres seguirán ahora bajo el Programa de Rescate, que las acompañará para darles asistencia psicosocial para que no se vean obligadas a caer en el circuito prostibulario una vez más.
Mariana Iglesias/Clarín