Franco Fagúndez fue protagonista del amistoso entre Estudiantes de Caseros y Boca, aunque el partido quedó en un segundo plano, ya que el fútbol volvió a regalar esos momentos inolvidables que le dan sentido a la pasión más genuina.
El uruguayo del Pincha de Caseros llegó al predio de Ezeiza para enfrentar al Xeneize, pero nunca imaginó lo que viviría un rato más tarde: “Después del partido se acercó (Miguel) Merentiel porque escucharon que me dicen Uru y él conoce a mi familia porque también es de Paysandú”.
Hasta ahí, la historia ya era digna de ser contada, pero había otro futbolista coterráneo que lo dejó boquiabierto: “Cuando me fui a bañar a nuestro vestuario, me crucé a (Marcelo) Saracchi, que también es de Paysandú, y me dijo que calza lo mismo que yo, así que salió con dos cajas de botines nuevos; me dio un par a mí y otro a Lautaro Soto, que también viene del Federal A”.
No es cualquier regalo ni un acto de caridad; es la empatía que surge desde lo más sensato del fútbol: “Tuvieron un gesto muy lindo con nosotros, ya que hoy en día unos botines cuestan mucho y salió de ellos darnos una mano. Fue una experiencia hermosa”.
Entre risas, Fagúndez resumió: “Nos vinimos del amistoso con botines y ropita de Boca, re contentos”. Sin embargo, se guardó para el final una frase que da cuenta de esa pasión que refuta la falsa premisa de que son 22 tipos corriendo detrás de una pelota: “Esto es lo más lindo del fútbol: los buenos gestos y las amistades”.