“Los caídos en Malvinas forman parte de los muertos de la dictadura”

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Franco Mizrahi

Los seis amigos, abrigados hasta los dientes por las bajas temperaturas, se abrazaron y comenzaron a saltar como niños en el Monte Longdon, el mismo sitio en el que casi tres décadas atrás vivieron una de las batallas definitivas por el control de las Islas Malvinas, en la que murieron 36 de sus compañeros de regimiento. Estos hombres, inmersos en su propio ritual, agradecían el estar vivos, resistiendo. Gritaban y cantaban que no los habían podido quebrar los británicos ni los militares argentinos. Fue la forma que encontraron para rendirle homenaje a los caídos en una guerra sin sentido, de la que hoy se cumplen 29 años. Esta anécdota, que ocurrió hace tres semanas, sintetiza la esencia que envuelve al Centro de Ex Combatientes Islas Malvinas (CECIM) – La Plata, una organización de ex soldados conscriptos que se concibió en 1982 para dar a conocer todo lo que se intentó ocultar de la guerra. Pasaron 29 aniversarios y su lucha por la verdad continúa.
La organización –que se creó formalmente en 1984- comenzó a tomar forma en la ciudad de La Plata, capital de la provincia de Buenos Aires. Una de las primeras reuniones del CECIM se realizó en la casa del ex combatiente Martín Raninqueo y otra en el restaurante de su padre. Apenas despuntaba la década de 1980 y todavía la sede del centro era itinerante. Con el tiempo fueron apareciendo lo locales fijos: primero fue el Centro Universitario de Misiones y luego la sede actual ubicada en la intersección de las calles 21 y 40, en la ciudad de las diagonales, claro.
Justamente, uno de los miembros del contingente que voló a Malvinas en la semana del 12 de marzo fue el “Indio” Raninqueo. “Yo nunca tuve presente volver a las islas –asegura a Tiempo Argentino–. Fueron los compañeros con los que fundamos el CECIM los que me insistieron. Y eso fue determinante porque para mí el grupo es lo importante.” Músico y poeta, Raninqueo caminó por el terreno rocoso de Monte Longdon con su guitarra al hombro y le puso melodías a la noche malvinense. Entre los hits que sonaron durante el acampe hubo clásicos del rock nacional y un puñado de canciones propias, inspiradas en su experiencia bélica, que creó junto a otro ex combatiente, Fabián “Cucu” Passaro, y que pretende compilar en un CD.
“En nuestros viajes hacemos pequeñas intervenciones, en esta ocasión marcamos las posiciones en las que murieron nuestros compañeros – cuenta Ernesto Alonso, ex combatiente y secretario de Relaciones Institucionales del CECIM– En el año 2007 otro grupo plantó un pino. Nosotros plantamos cinco pinos más en distintos lugares. También vimos y escuchamos lo que pasa en Malvinas. Nos alarmó la imponente base militar que está instalada a sólo 700 kilómetros del continente”– agrega–
Pero no todos los miembros de la organización tienen la voluntad de volver a las islas. Carlos Amato, actual presidente del CECIM, es contundente: “Decidí no viajar. Nosotros nos respetamos mucho en el centro. A mí, el tema del sello del pasaporte no me cierra. Pero felicito a quienes viajaron.”
Carlos Giordano, ex soldado, esgrime razones similares a las de Amato para no pisar las islas: “No voy a viajar a Malvinas. Comprendo a los compañeros que van. Algunos dicen que cierran etapas, pero yo no tengo mucha necesidad psicológica ni simbólica de viajar a las islas. No sé si soportaría ver la bandera inglesa. Esto no quita que si mis hijos me lo piden no vuelva con ellos. Pero la verdad que no quiero que me sellen el pasaporte los ingleses”, se sincera este profesor universitario, doctor en Comunicación Social, que fue vicedecano en la Universidad Nacional de La Plata.
Giordano llegó al CECIM a mediados de los ‘80 cuando todavía era un estudiante y el centro ya tenía un planteo político ideológico definido. “Tenían una postura muy clara –recuerda– en Malvinas no sólo hubo una guerra que perdimos. Habíamos combatido contra el imperialismo de la OTAN, pero también con unas Fuerzas Armadas que nos hacían repensar día a día dónde estaba el enemigo.”
“Malvinas fue parte de la dictadura militar –agrega Alonso–. Para nosotros el 2 de abril empieza el 24 de marzo. Esa fecha hacemos todos los homenajes que corresponden. Los compañeros caídos en Malvinas también forman parte de los muertos que produjo la dictadura asesina que tomó una causa nacional y popular para sacar réditos políticos.”
Alonso es uno de los ex presidentes del Centro y un activo militante por la causa Malvinas. A medida que va recordando las acciones que realizaron desde la organización su voz se va dejando llevar por la pasión: “Desde el CECIM rompimos la imposición de silencio que nos quisieron imponer los militares cuando regresamos de la guerra. Fuimos los antihéroes de Malvinas”, dice, haciendo alusión al día histórico en que Raúl Alfonsín se refirió a los carapintadas como héroes de Malvinas.
Al final fueron considerados “antihéroes” pero por gran parte de las Fuerzas Armadas de la época. De hecho, el CECIM estuvo infiltrado por los servicios de inteligencia a fines de los ‘80, según se desprendió de los archivos desclasificados de la Dirección de Inteligencia de la provincia de Buenos Aires –DIPBA–, hoy a cargo de la Comisión por la Memoria.
Un poco de historia quizás sirva para explicar esta preocupación castrense. El CECIM fue la primera organización que publicó el Informe Rattenbach, en 1988. Se trata de un informe que realizaron las propias Fuerzas Armadas para analizar la Guerra de Malvinas. En ese documento se dejó escrito para la posteridad que la guerra “fue una aventura militar”.
El centro de ex combatientes también resistió las políticas de los ’90. “En aquella década –recuerda Alonso–, el tema Malvinas se resolvió con los carapintadas, con Mohamed Alí Seineldín específicamente. Fue entonces que nació la figura de ‘veterano de guerra’. Menem nos puso a todos en una misma bolsa. Nosotros nos opusimos a esa figura porque somos ex soldados conscriptos. No dejamos que nos colonicen los cuadros militares de carrera.”
En este sentido, Amato describe la característica esencial de la organización que preside: “Entre las organizaciones de ex combatientes somos de las muy pocas formadas por ex soldados conscriptos. Esto no es motivado por fobias a las Fuerzas Armadas sino por los militares que, al amparo de la represión, llevaron sus cuestiones aberrantes a Malvinas. Con esas FF AA no tenemos reconciliación posible.”
En un repaso por sus acciones políticas, aquellas que le dan identidad al espacio, no puede obviarse el escrache que le realizaron a Mario Benjamín Menéndez –máxima autoridad política y militar en las islas– y a Leopoldo Fortunato Galtieri ni su pelea por depurar las pensiones honoríficas a ex combatientes. Cuando el “Tigre” Acosta, símbolo del terrorismo de Estado recibió este reconocimiento, el CECIM lo denunció y le quitaron la pensión. 
Para Alonso, “en el relato de la épica militar se quiso colocar a falsos héroes. Muchos de los que estuvieron en Malvinas fueron parte de la última dictadura. Hay más de 80 oficiales y suboficiales que estuvieron en el conflicto bélico que están procesados y condenados por crímenes de lesa humanidad durante el terrorismo de Estado.” Entre los casos paradigmáticos figuran el almirante retirado Carlos Busser, quien comandó el desembarco del 2 de abril en el Operativo Rosario y Carlos Carrizo Salvadores, segundo jefe del Regimiento 7, quien comandó las tropas en el combate de Monte Longdon.
Pero para los ex combatientes, la dictadura militar no sólo prestó sus hombres para dirigir la batalla. También repitió métodos y conceptos.
Una de las cuentas pendientes de Malvinas es el reconocimiento de los caídos ya que la mayoría de las lápidas que hay en el cementerio de Darwin no está identificada. “Nosotros fuimos a Malvinas con nombre y apellido, siendo parte de un Ejército regular– sostiene Alonso–. La política de la desaparición de personas que implementó la dictadura hoy perdura en Malvinas. Allí, el 50% de las tumbas son NN. No nos podemos permitir que sea un cementerio privado de identidad. Cuando uno empieza a caminar entre las lápidas y quiere encontrar los nombres de los amigos caídos, no los encuentra. Y eso te genera una sensación terrible -se angustia el ex colimba. Uno se ve reflejado allí, son nuestros compañeros, los conocimos, sabemos todo lo que pensaban. Tenemos que devolverles la identidad.”
Pero la principal batalla del CECIM comenzó en 2007 cuando denunció, junto a la Secretaría de Derechos Humanos bonaerense, a 70 oficiales y suboficiales por violaciones a los Derechos Humanos contra su propia tropa en pleno conflicto bélico. Se trata de una causa radicada ante el juzgado federal de Río Grande, en Tierra del Fuego, que hoy se encuentra en trámite en la Cámara de Casación Penal, tras recibir tres fallos favorables en las instancias inferiores. Se trata de denuncias realizadas por ex soldados de diferentes provincias por torturas –como estaqueos–, vejámenes y hasta homicidios. Algunas de las víctimas sufrieron la mutilación de miembros de su cuerpo a causa de estos tormentos.  
Por todo esto, “cuando se acerca la fecha no solamente aparecen los recuerdos de Malvinas, los días previos al conflicto –concluye Giordano. También se agiganta la distancia que nos separa con lo oculto de Malvinas, con lo que no se dijo. Se nota la deuda histórica a medida que pasan los aniversarios”.
No es para menos. A 29 años del conflicto con Gran Bretaña, los ex combatientes nucleados en el CECIM no bajan los brazos. Lejos de las trincheras saben que su lucha continúa.

Fuente: http://tiempo.elargentino.com/

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