Quizá esta es la mejor semana que tuvo Donald Trump desde que arrancaron las primarias presidenciales en Estados Unidos. El millonario consiguió más victorias de la que pensaba y vio caer a sus dos rivales en días seguidos: primero renunció el senador Ted Cruz, el único que parecía poder frenar su nominación; y luego lo hizo el gobernador John Kasich.
Además, en esta misma semana, Trump conoció una encuesta que le daba una leve ventaja frente a quien presumiblemente será su contrincante en las elecciones del 8 de noviembre, la demócrata Hillary Clinton .
Es que si bien entre el pueblo estadounidense el magnate parece tener buena recepción, no ocurre lo mismo en el ambiente artístico. Cada vez son más los artistas que le prohíben usar sus canciones en cualquier tipo de actividad política que organice.
Hoy, los Rolling Stones se sumaron a la lista de artistas que prohibieron el uso de sus canciones. Antes, estrellas como Adele , Aerosmith, REM y Neil Young vieron usadas sus melodías en la campaña del magnate neoyorquino y denunciaron la emisión de sus canciones sin permiso ni control.
De esta forma, los artistas tratan de evitar que sus composiciones se asocien con Trump, ya que consideran que su imagen puede resultar dañada por el repetido uso de sus canciones en la batalla electoral.
En la esfera de la política estadounidense son varios los casos de artistas que rechazaron abiertamente que cierta política toque sus composiciones. Una de las demandas más populares viene contra otro candidato republicano: Ronald Reagan.
En su campaña de 1984, el actor convertido en candidato presidencial tomo prestada la canción «Born in the USA», de Bruce Springsteen, quien tardó poco en rechazar esta actuación que, por otro lado, malinterpretaba el sentido trágico de la composición.
Eso sí, Springsteen no tuvo ningún reparo en apoyar años después a Barack Obama , igual que otros muchos artistas que siempre se mueven dentro de la esfera demócrata estadounidense.
Las canciones optimistas, sin duda, son las favoritas de los comités electorales de los partidos. «Un millón de amigos», de Roberto Carlos, o «Color Esperanza», de Diego Torres -siempre se ha mostrado públicamente contrario a su uso-, son ejemplo de ello.
Después, está la manía, no sólo de apropiarse la canción, sino de de cambiar la letra al gusto del candidato. En Colombia, por ejemplo, el popular tema «La camisa negra» de Juanes pasó a «Tengo la camisa puesta» que el aspirante y actual presidente Juan Manuel Santos usó -y retiró- en su campaña al Palacio de Nariño.
Otros muchos políticos como George W. Bush , Nicolas Sarkozy , Angela Merkel -usando la canción «Angie» de los Rolling Stones-, Nicolás Maduro o John McCain, han utilizado -ellos o sus equipos electorales- canciones pegadizas sin permiso ni derechos y han tenido que indemnizar, en algunos casos, a los artistas afectados.
La Nación