Por Guillermina Lizondo, especial para LA BANDA DIARIO
Siento la necesidad de escribir este párrafo desde mi corazón porque noto el vacío de los valores humanos.
Los jóvenes no recapacitan ante el dolor que provocan a sus seres queridos cuando deciden quitarse la vida. Es quizás inexplicable y casi imposible encontrar un por qué habiendo tantas cosas para realizar cuando uno le da un sentido positivo a la VIDA.
La historia que narro quizás sea la misma de miles de hogares y necesite replicarse como ejemplo de que nada se logra sin esfuerzo y sacrificio.
Fuimos hijos esperados frutos del amor, nacimos y crecimos en el seno de una familia humilde, gente de trabajo y con valores.
Supimos disfrutar de nuestros abuelos, padres, hermanos, tíos, primos, mesas largas, cariño de hogar.
Nos dieron la oportunidad de acceder a una preparación educativa desde el preescolar, pasando por la primaria, secundaria y terciaria siendo este un gran desafío porque nuestros padres trabajaron muy duro para que nada nos falte; inclusive hasta nos fuimos de la provincia por mejores oportunidades, allí aprendimos a valorar nuestro terruño, sufrimos el desarraigo y cumplida la misión retornamos a casa.
Hoy ya adultos sentimos un gran compromiso con nuestra sociedad, y como primera medida cuidamos de nuestros descendientes inculcando esos valores que parecen desvanecerse porque el objetivo es que los cimientos sigan fuertes.
La corrupción tiende a dejar de lado la honestidad en esta sociedad que pide a gritos un cambio, por eso pedimos a Dios que sea guía permanente para volver a las fuentes.
El amor, la tolerancia, la fe, la comprensión, la paciencia y la constancia deben volver a reinar en los hogares y la unión de la familia debe ser la esencia de todo.
Que el nacimiento del Niño Jesús sirva de ejemplo para iniciar un cambio positivo y loggrar que los valores vuelvan a ser cimiento en nuestras vidas.
¡FELIZ NAVIDAD!