Los pasajeros del tren San Martín resoplan mientras la formación avanza a paso de hombre entre terraplenes, columnas de concreto y obreros que trabajan elevando las vías en el corazón de Buenos Aires.
Pero los usuarios soportan sin quejas las demoras, quizás porque saben que las obras permitirán modernizar un anticuado ferrocarril que, como gran parte de la infraestructura de Argentina, permaneció décadas casi olvidado por el Estado.
Sin margen para subir el gasto público, con un serio déficit fiscal y una elevada inflación, el presidente liberal Mauricio Macri lo ha direccionado a obras de infraestructura para mejorar la productividad del país y su propia imagen pública, que se ha deteriorado en los últimos meses.
Extensiones de autopistas, construcción de cloacas y la modernización de ferrocarriles de pasajeros y de carga son algunas obras con las que los desacostumbrados argentinos se topan a diario, y con las que Macri podría cimentar su respaldo para una reelección que todos descuentan buscará en 2019.
El Gobierno dice que la inversión pública en infraestructura crecerá este año cerca de un 30 por ciento -tras un 2017 con un 25 por ciento de inflación- hasta los 230.000 millones de pesos (11.400 millones de dólares), a los que se sumarían decenas de miles de millones de dólares del sector privado, de acuerdo a cálculos no oficiales.
«Argentina tiene un atraso muy significativo en términos de infraestructura», dijo el secretario de Infraestructura y Política Hídrica, Pablo Bereciartua, a Reuters. «Que a la inversión pública le pueda seguir la inversión privada (…) es una de las grandes apuestas».
Aunque en 2019 aumentará el gasto en infraestructura sólo al ritmo de la inflación del año previo -prevista en al menos el 15 por ciento-, según una fuente del Ministerio de Interior, el Gobierno prevé un fuerte aumento de las inversiones privadas.
Otra fuente de la administración de Macri dijo que la eliminación de «sobreprecios» que muchas veces se pagaban bajo la gestión presidencial anterior está permitiendo construir las obras de infraestructura a un menor costo.
DUDAS SOBRE PARTICIPACIÓN PRIVADA
Durante años Argentina estuvo al margen de los mercados internacionales, pero Macri concluyó litigios con acreedores de deuda impaga y volvió a apostar a la inversión privada.
Para financiar el plan de obras, el Gobierno está recurriendo por un lado a organismos multilaterales de crédito y, por el otro, a un mecanismo de asociación público-privada y a la colocación de deuda de empresas públicas, como la que este año realizó exitosamente la compañía de agua y cloacas AySA.
Con un modelo mixto, también aspira a conseguir fondos para expandir en 5 millones de hectáreas la frontera agrícola con un nuevo mecanismo de riego, algo clave en un país agroexportador.
Muchos inversores, sin embargo, aún muestran recelo a la hora de apostar por Argentina.
Para Stephen Anthony, que maneja proyectos colectivos en representación de 16 fondos de pensión de Australia con mucho dinero invertido en activos de infraestructura, Argentina está en su radar pero detrás de Chile y México en cuanto a cómo evalúa a su economía.
«Eso es en gran parte por la historia del país. Obviamente, recientemente hemos visto muy positivamente los esfuerzos que se están haciendo», dijo Anthony, economista jefe de Industry Super Australia. «Los inversores de largo plazo tienen muy buena memoria».
En un encuentro del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en Argentina, el ministro de Finanzas, Luis Caputo, dijo recientemente que hay en carpeta proyectos público-privados por 30.000 millones de dólares para los próximos tres años y medio, una cifra superior a la prevista inicialmente.
«Aunque hubo cambios a la ley y la gente se siente bien con eso, muchos proyectos de infraestructura se financian a 15 o 20 años, incluso 25 o 30 años, y hay un montón de incertidumbre sobre lo que pasaría si llegara otro Gobierno», explicó Cody McFarlane, gerente en Harris Gomez Group, una firma con base en Chile que asesora a inversores sobre negocios en la región.
Algunos opositores cuestionaron la participación privada en las obras y el endeudamiento del Gobierno, mientras el país arrastra un rojo de 14 meses en la balanza comercial.
Para el diputado Marcos Lavagna, del Frente Renovador, muchas de las obras hoy en ejecución no alcanzan para mejorar la competitividad del país y señaló la necesidad de invertir en la infraestructura de los puertos, desde donde sale la mayoría de los productos que exporta Argentina.
El acceso al puerto de Rosario, uno de los mayores polos agroexportadores del mundo, sigue siendo a través de ásperas rutas que los camiones deben recorrer a un alto costo.
«Hoy no estamos generando las condiciones para que la economía argentina y el programa de infraestructura que se está llevando adelante sea capaz de generar los dólares para pagar la deuda que estás tomando», dijo Lavagna.
POPULARIDAD GOLPEADA
Luego de que la coalición oficialista Cambiemos venciera al peronismo en las elecciones legislativas de 2017, Macri ahondó la apertura de una economía protegida durante los 12 años de su antecesora centroizquierdista Cristina Fernández en el poder.
En medio de violentas protestas, el Congreso aprobó en diciembre una polémica reforma previsional impulsada por Macri, lo que golpeó la popularidad de un Gobierno acusado por opositores de gobernar solo para los ricos.
Con esa reforma, el Estado ahorrará durante el 2018 unos 60.000 millones de pesos, cerca de un 0,5 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB), según una consultora privada.
La difícil situación económica, con sueldos que muchas veces no logran seguir el ritmo de la inflación, también impide que Macri se recupere en las encuestas.
«El Gobierno de Macri tuvo una caída a lo largo de este verano (austral) de unos 9 puntos, que eran el plus que el Gobierno tuvo después de ganar las elecciones», explicó la analista Mariel Fornoni, de la consultora Management & Fit.
Para la firma, el 42,5 por ciento de los argentinos tiene una imagen positiva de Macri. Según la encuestadora Ricardo Rouvier & Asociados la cifra sube al 45 por ciento, en los dos casos por encima de la aprobación que tiene su gestión.
Sin embargo, con una oposición dividida, los analistas consideran difícil que Macri pierda las elecciones del año próximo, aunque el presidente aún no ha dicho si se postulará.
«El Gobierno debe tener pensado que este año sea más de ajuste y de obras de infraestructura, y el año que viene, que es el año electoral, haya una recomposición de salarios que ‘sinergice’ con las obras de infraestructura», dijo Fornoni.
(1 dólar = 20,17 pesos)
(Con reporte adicional de Stefanie Eschenbacher en Ciudad de México, Editado por Juana Casas y Pablo Garibian)