En las últimas horas de sus vacaciones, antes de partir a Brasilia para reunirse con Jair Bolsonaro, Mauricio Macri agregará a su libro de visitas una de las provincias que hasta ahora había preferido no pisar desde que asumió la Presidencia, y que incluso omitió en sus recorridas de campaña en el 2015. El Presidente visitará hoy por primera vez Santa Cruz, bastión del kirchnerismo desde hace casi tres décadas y que el Gobierno se ilusiona tímidamente con conquistar este año.
De no mediar imprevistos, Macri aterrizará hoy en El Calafate, la villa turística que Cristina Kirchner definió como su «lugar en el mundo» y que será el escenario de una reunión a solas que el mandatario mantendrá con la gobernadora Alicia Kirchner, antes de la recorrida que el jefe de Estado haría por las obras del complejo hidroeléctrico Cóndor Cliff, a poco más de 100 kilómetros.
La llegada de Macri al pago chico del kirchnerismo le agrega un plus a la campaña electoral provincial que empezará a tomar temperatura después del verano, y que presenta, al menos, dos particularidades.
La primera es que, sin el cronograma electoral aún definido y con una decena de provincias que ya oficializaron el desdoblamiento, la gobernadora buscaría su reelección en la misma fecha que los comicios presidenciales. Es decir que en caso de que la ex presidenta confirme su candidatura, habría boleta «Kirchner-Kirchner».
El segundo dato significativo es estrictamente cuantitativo. Tanto la gobernadora como la ex presidenta, por el lado del kirchnerismo, y de Macri y el senador Eduardo Costa, el candidato a gobernador de Cambiemos, por el lado del macrismo, tienen más alta la imagen negativa que la positiva. Con matices, los cuatro dirigentes no escapan a la lógica de una provincia castigada por la crisis de la economía, que cuenta con más del 50% de los santacruceños con empleos en la Administración Pública que en los últimos años vieron cómo el poder adquisitivo de sus salarios se pulverizaba.
Los santacruceños, según las encuestas que manejan en el comando de campaña de Cambiemos, están cansados de esa situación. Y de que la gobernadora no dé la cara. En mayo del 2017, en medio de los meses más álgidos de la crisis social y financiera de la provincia, Alicia Kirchner tuvo que permanecer 16 horas encerrada en su oficina por una protesta de docentes que arrastraban más de un mes de paro.
El aumento del salario docente, por caso, fue ínfimo en Santa Cruz. Es que, en silencio, la gobernadora encaró un feroz ajuste de las cuentas públicas y enderezó a una provincia que estaba quebrada, después de casi tres décadas de administraciones K. «Ni (Carlos) Melconián se hubiera animado a tanto», ironiza un consultor que trabaja desde hace años en tierras santacruceñas.
Alicia Kirchner contó con la colaboración de la Casa Rosada. «Hubo un gobierno nacional republicanamente responsable», aseguran, ácidos, en el entorno de Costa, que hoy fue invitado a fotografiarse con Macri y que desde hace años busca destronar al kirchnerismo.
La cuñada de Cristina Kirchner y su vicegobernador, Pablo González, tejieron en ese sentido una fluida relación con el Ministerio del Interior, al que visitaron con una frecuencia impropia de la grieta durante estos años.
«Tengo buena relación con Interior y punto, no hay otra cartera», resaltó González en declaraciones a una radio local a fines de la semana, en la que confirmó la cita entre Macri y la gobernadora «en la zona de represas». Analizó, además, que la situación de Yacimiento Carbonífero Río Turbio (YCRT), «uno de los temas más preocupantes», estará presente en el encuentro.
La empresa de exploración y explotación de carbón tiene en vilo a Río Turbio, una ciudad que depende directamente de ese yacimiento. Para comprender la dimensión de la crisis de la compañía los especialistas lo comparan con este ejemplo: es como si en la ciudad de Buenos Aires, una empresa cerrara y dejara en la calle a 150.000 empleados.
Los mejores indicadores de la gobernadora se concentran en el interior de la provincia. Costa, histórico dueño de una cadena de supermercados con sede en Santa Cruz, de origen radical y que llegó al Senado en diciembre del 2017, tiene, por el contrario, mejor llegada en Río Gallegos y en Caleta Olivia.
En diciembre, Costa cerró el año parlamentario en cortocircuitos con el Gobierno: fue el único senador de la coalición oficialista que se ausentó en la sesión en la que se votó el Presupuesto, aunque, según su entorno, había avisado que si la ley corría peligro, la Casa Rosada podía contar con su voto.
«No voté porque defiendo los intereses de los santacruceños, el Presupuesto no tiene las respuestas que la provincia necesita», había dicho el senador horas después de su ausencia en el recinto. Su enojo, según trascendió, radicaba en la falta de planificación de obras como la autovía Caleta-Comodoro y la planta potabilizadora en Caleta Olivia. «Nosotros ya sabemos lo que Alicia hace con los fondos, le transfieren plata a un gobierno que los hace desparecer y los santacruceños no ven un peso», dijo el legislador en declaraciones radiales.
Tanto Costa como Alicia Kirchner están frente a un panorama complejo. Con un nivel de reprobación considerable, el senador, por caso, perdió unos 10 puntos en el último año, en línea con la crisis del programa económico de Macri, cuya imagen en territorio santacruceño está derrumbada: tiene casi un 70% de rechazo.
Para Costa, colgarse de la boleta del Presidente no es el mejor de los escenarios.
Para la gobernadora, todo lo contrario. Sus números son incluso menos alentadores que los de la oposición: según las encuestas, le achacan los magros aumentos salariales y la falta de respuestas ante una gestión deslucida. Pero balancea con Cristina Kirchner, que mantiene más del 40% de imagen positiva.
La gran inquietud, de todos modos, vuelve a centrarse en la ley de lemas, el sistema de votación que fue avalado por la Corte Suprema a principios de diciembre tras una presentación de la UCR, y que le permitió a Alicia Kirchner convertirse en gobernadora, a pesar de que Costa fue el candidato más votado. La cuñada de la ex presidenta sumó los votos del entonces gobernador Daniel Peralta.
Las negociaciones se acrecientan en ese sentido entre el kirchnerismo y Javier Belloni, el intendente de El Calafate que siempre miró la gobernación como un objetivo preciado y que este año podría sumarle votos a la gobernadora. En el comando de campaña de Cambiemos, las conversaciones de Costa se reproducen con José María Carambia, el joven intendente de Las Heras de buena relación con Enrique Braun, armador oficialista en La Patagonia.
«Va a ser una elección competitiva», se ilusionan en el entorno de Costa, que reparte su tiempo entre Santa Cruz y Buenos Aires y que en estos meses definirá su campaña basado en la polarización entre el Gobierno y el kirchnerismo, en una provincia en la que hacer campaña se hace cuesta arriba: por la geografía y porque el kirchnerismo manda desde 1991. Primero fue Néstor Kirchner. Lo siguieron Héctor Icazuriaga, Sergio Acevedo, Carlos Sancho, Daniel Peralta y ahora Alicia K. El control del Estado, y de los medios, es hegemónico.
Para la Casa Rosada, el de Santa Cruz sería en ese contexto un «triunfo simbólico».El mismo simbolismo que ahora lleva a Macri a visitar la provincia por primera vez, en la misma gira que también incluirá Tierra del Fuego -que tampoco pisó desde que llegó a la administración central- y Chubut, en el inicio de la campaña electoral y antes de volar a Brasilia para encontrarse con su par brasilero.