Macri reaccionó y echó a dos hombres cercanos a los gremios

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Mauricio Macri reaccionó ayer con dureza contra los gremios que participaron de la protesta y ordenó echar a dos funcionarios que habían llegado al Poder Ejecutivo gracias a su sintonía con sectores de la CGT. Los desplazados fueron el viceministro de Trabajo, Ezequiel Sabor, y el superintendente de Servicios de Salud, Luis Alberto Scervino, que tenía el control de las obras sociales , según confirmaron ayer fuentes oficiales.

Scervino estaba estrechamente ligado al dirigente sindical José Luis Lingeri, que estuvo ayer arriba del escenario en el acto de la Plaza de Mayo. En la Casa Rosada admitieron anoche que las medidas fueron producto del disgusto de Macri por el doble juego de algunos sectores gremiales, que apoyaron la protesta pero son parte del Gobierno. De este modo, endureció bruscamente su relación con los sindicatos.

Scervino tenía a su cargo el manejo de una caja destinada a «disciplinar a la dirigencia sindical», a través del Fondo Solidario de Redistribución, que se encarga de reintegrar a unas 300 obras sociales sindicales el dinero que asignan a tratamientos de alta complejidad o medicamentos costosos. El fondo acumula unos 30 mil millones de pesos.

Sabor, a su vez, había acompañado al oficialismo como funcionario porteño, antes de desembarcar junto a Jorge Triaca en el Ministerio de Trabajo. Según fuentes gubernamentales, sería reemplazado por Horacio Pitrau, actual subsecretario de Asociaciones Sindicales.

Mientras el Gobierno resolvía los desplazamientos y los funcionarios criticaban públicamente la marcha, en privado todo era celebración. «Hoy [por ayer] subimos tres puntos», festejó, en clave electoral, uno de los principales asesores del presidente Mauricio Macri en su despacho de la Casa Rosada.

El Gobierno siguió con atención el acto en el que una CGT fragmentada advirtió que no descarta llamar a un paro general, aunque dilató cualquier decisión hasta el 25 de septiembre. Dos horas después, en la Casa de Gobierno, Macri hizo una puesta en escena para responder a las críticas que emanaron desde el palco que montaron los gremios en la histórica plaza.

El jefe del Estado, rodeado por jóvenes que accedieron a su primer empleo en la consultora Accenture, sostuvo que la protesta sindical fue «una pérdida de tiempo» y manifestó que ese tipo de manifestaciones «no nos lleva a ningún lugar». Y añadió: «No hay que poner la energía en movilizarnos a no sé qué, como hace unas horas veíamos».

El Gobierno hizo circular, como adelantó ayer LA NACION, los últimos datos del empleo. Según los números oficiales, hace 17 meses que la evolución del empleo total mantiene una tendencia positiva. Y entre junio de 2016 y 2017 se crearon 186.000 empleos nuevos. Y, además, el salario real interanual (mayo-junio) fue de 7 por ciento.

«La movilización fue innecesaria porque siempre fue nuestra vocación dialogar con todos los sectores. Así lo hicimos durante un año y medio. Así pudimos lograr la reparación histórica de los jubilados, resolver los problemas de las obras sociales y la ley de ART. Fue un reclamo político y electoral», dijo ayer el ministro de Trabajo, Jorge Triaca.

El responsable de la cartera laboral acusó a los gremios de lanzar consignas equivocadas, con un claro objetivo político y resaltó que el acto de ayer también fue producto de las «internas» que hay en la conducción de la central obrera. «El diagnóstico no es correcto, muchos reivindican el pasado. En los últimos 10 meses se generó empleo neto en la Argentina», dijo Triaca. Un rato antes, en uno de los despachos del primer piso de la Casa Rosada, uno de los hombres de confianza del Presidente describió con ironía la movilización como un éxito: «Les complicaron la vida a 1.000.000 de trabajadores y a 50 funcionarios públicos. Es nuestra mejor campaña».

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