El Reino Unido trabaja para establecer una zona de conservación marina en torno a la isla Georgia del Sur, cercana a las Malvinas, que se estima en un millón de kilómetros cuadrados. Supuestamente, la iniciativa tiene como objeto proteger el hábitat natural de pingüinos, morsas, focas, ballenas asesinas, elefantes marinos y el bacalao patagónico.
La intención del gobierno británico, revelada por el periódico The Times, significaría un mojón más en la historia del conflicto que los europeos mantienen con la Argentina, que reclama desde 1833 que se le devuelvan los territorios del Atlántico Sur.
La reacción Argentina no se hizo esperar. El diputado nacional y presidente del Observatorio Parlamentario Malvinas, Alfredo Atanasof, consideró que la iniciativa inglesa es «una nueva acción colonialista y completamente ilegítima, que requiere el rechazo de todos los sectores de la sociedad».
«El difícil sostenimiento de la política colonial inglesa necesita de nuevas estrategias para basar su posición ilegal en aspectos que promuevan acciones ambientalistas», denunció el legislador.
En Gran Bretaña, en tanto, una fuente del Gobierno cuya identidad no fue revelada por el diario aseguró: «Argentina, igual que el Reino Unido, es firmante de la Comisión para la Conservación de los Recursos Vivos de la Antártida, de modo que nos gustaría pensar que el interés común por la conservación pesará más que una disputa por la soberanía».
Atanasof indicó, sin embargo, que «este episodio constituye un nuevo avance en el abusivo e ilegítimo proyecto del gobierno británico, que intenta establecer un hábitat natural de pingüinos, focas y ballenas en nuestras islas».
«Somos firmes en el sustento del derecho internacional y revindicamos las resoluciones de los diferentes organismos internacionales para el reestablecimiento de las negociaciones por la soberanía de las Islas Malvinas», concluyó.