Marcelo Gallardo, el Napoléon que no sabe de Waterloos: todos sus títulos con River

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La Batalla de Waterloo es una famosa lucha que se dio el 18 de junio de 1815 en Bélgica, en la que el ejército francés liderado por Napoléon Bonaparte fue derrotado por tropas británicas, holandesas y alemanas dirigidas por el duque de Wellington, lo que marcó el final de la era del Emperador galo. Muchos pensaban que el Waterloo de Napoleón Gallardo podía ser la batalla por la Copa Libertadores del 9 de diciembre de 2018 en Madrid. Pero lejos estuvo de serlo.

Gallardo llegó a River con una mano adelante y otra atrás en 2014. En silencio y volando bajito. Cuatro años más tarde, mantuvo la mano de adelante en ese lugar, pero convertido en Napoléon y su famosa pose. Justamente, el apodo que el hincha del Millonario le puso a su DT en este proceso que tuvo muchísimos festejos y títulos, y que en Madrid llega a su pico más alto con la obtención de la Copa Libertadores nada menos que ante Boca. Son 9 títulos en sus cuatro años como entrenador del club.

El 30 de mayo de 2014 debería ser una fecha recordada por muchos hinchas del Millonario. Ese es el día que el Muñeco fue confirmado como entrenador en lugar de Ramón Díaz, otro peso pesado en el banco de la Banda, quien además se iba siendo campeón. La experiencia del nuevo elegido era poca al frente de equipos. Se había retirado del fútbol en 2011 en Nacional de Montevideo y a los días ya era el director técnico de sus excompañeros. No mucho más.

Pero Gallardo tardó poco en ganarse la confianza y el corazón de los riverplatenses desde su nueva función. Es que seis meses después de asumir logró su primer título: la Copa Sudamericana. Con un equipo que jugaba muy bien, River volvía a los planos internacionales tras sufrir el descenso y parecía que todo quedaba atrás. Además, con el condimento extra de eliminar a Boca en semifinales, con el recordado gol de Leonardo Pisculichi y el penal que Marcelo Barovero le atajó a Emmanuel Gigliotti.

Un poquito más tarde, daba otra vuelta al vencer a San Lorenzo -ganador de la Copa Libertadores- en la Recopa Sudamericana. El idilio recién comenzaba…

Después de clasificarse de manera agónica a octavos de final, el ordenamiento determinó que otra vez el Millonario tuviera que eliminarse con el Xeneize, esta vez en la Libertadores 2015. Pero el bochornoso episodio del gas pimienta no dejó disfrutar al mundo del fútbol de un nuevo Superclásico internacional.

Con la clasificación a cuartos, River se hizo fuerte desde ahí, Gallardo le cambió la cabeza al plantel y terminó obteniendo la tercera Libertadores de la historia del club y su primera como DT Millonario. Los hinchas ya pedían la estatua de Marcelo.

La Suruga Bank 2015 y otra Recopa Sudamericana (2016) adornan las vitrinas del museo en Núñez y le dan más brillo al ciclo Gallardo, junto con dos Copas Argentinas (2016 y 2017) y la Supercopa Argentina 2018, que otra vez sirvió para clavarle un puñal a Boca, ganándole 2-0 en Mendoza.

Pero faltaba la frutilla del postre. El acto cumbre. La obra máxima. Pese a conseguirlo en una tierra extraña para este tipo de partidos, obligados por la vergüenza Monumental. Esta nueva Libertadores lograda en Madrid por 3 a 1, otra vez frente al clásico rival y sumando el cuarto triunfo copero mano a mano, agiganta la leyenda del Muñeco y enamora definitivamente a los hinchas.

Con seis títulos internacionales y tres locales, nadie puede discutir a Gallardo como entrenador. No sólo para la historia de River sino en el contexto completo del fútbol argentino.

Por si fuera poco, con estas nueve vueltas Napoleón alcanzó a Ramón como los entrenadores más campeones en el Millonario, aunque la valía de los títulos de Marcelo supera largamente a los del riojano.

Serio, trabajador, conocedor del juego. Pero también caprichoso con sus decisiones y un buen declarante, vivo para manejar pedidos y reclamos, aunque también algo desacatado. Sabe manejar el grupo de trabajo, al que empapa con su idea agresiva y vistosa. El estilo del hombre nacido en Merlo es indudable y único, le guste a quien le guste.

Esa forma de ser, de sentir, de manejarse y de hacerse entender lo llevó a donde está. A lo más alto. Pero más importante, a quedar para siempre bien adentro en el corazón de todos los hinchas de River.

Vendrán nuevos retos para Gallardo. Nuevos desafíos para ser todavía mejor, todavía más grande. Pero Napoleón no se achica. Su Waterloo no llegó todavía.

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