Marcos Peña dio por finalizada la «etapa zen» del gobierno

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«Fue un gran día para nosotros», confesó la secretaria de Relaciones Parlamentarias y Administración, Paula Bertol. Después de casi siete horas de lo que pareció una verdadera interpelación, el equipo del jefe de Gabinete de Ministros se mostró más que satisfecho por la actuación que tuvo a Marcos Peña en el centro de la escena política: defendió la gestión, pero además salió a la batalla electoral sin timidez, incluso agresivamente.

«Salimos del estado zen», resumió un diputado del PRO que reconoció que, en verdad, lo que hubo fue una prolongación del estilo que inauguró el presidente Mauricio Macri en la apertura de sesiones ordinarias. Después de semanas donde sintieron que la oposición les controlaba la agenda, el oficialismo ayer se sintió claro ganador.

En especial, el contrapunto con el diputado del FPV, Axel Kicillof, se viralizó en las redes sociales, donde la mano derecha del presidente Mauricio Macri quedó con la última palabra: «Háganse cargo alguna vez de algo». Y fue el ex ministro de Economía, justamente, el que le planteó en el recinto la gran cantidad de asesores que se instalaron en el Salón de Pasos Perdidos para asistirlo.

«Es que esta Jefatura de Gabinete se toma muy en serio la obligación constitucional de informar al Congreso. Cada ministerio tiene un enlace parlamentario que informa permanentemente lo que preguntan los legisladores y todos se instalaron desde temprano para cualquier requerimiento extra que hubiera», explicó Bertol. Y agregó: «Ellos, que son 22, más el equipo de Secretarios, de Comunicación Pública (Jorge Greco), de Asuntos Estratégicos (Fulvio Pompeo), de Coordinación de Políticas Públicas (Gustavo Lopetegui), de Coordinación Interministerial (Mario Quintana), más los titulares del Plan Belgrano (José Cano) y del Sistema de Medios y Contenidos Públicos (Hernán Lombardi), que también dependen en forma directa de Jefatura, todos estuvimos en Diputados para dar la información precisa o comprometernos a entregarla al diputado en el término de los cinco días hábiles siguientes en caso de que no la tuviéramos, como lo marca la ley». En efecto, Peña fue asistido por un equipo de 50 personas.

El Gobierno esperaba una sesión caldeada, y así fue. En la reunión preparatoria ya se trenzaron duro Graciela Camaño, del Frente Renovador, y Silvia Lospennato, de Cambiemos. Por eso a Peña no le llamó la atención la virulencia de Camaño y Felipe Solá. «Están en un no-lugar, buscando un destino», argumentó un vocero oficial.

Los diputados recibieron el día anterior en sus propias casillas de correo electrónico las respuestas a las 898 preguntas que le adelantaron al funcionario que está obligado a comparecer una vez por mes en el Congreso, según el mandato de la Constitución. Sin embargo, tenían abierta la posibilidad de formular otras a viva voz en el recinto, aunque no hayan sido adelantadas por escrito. «Pueden preguntar lo que quieran, cuanto quieran y en el tono que quieran», fue lo que escucharon diputados opositores y oficialistas, muchos sorprendidos por una transparencia que no esperaban que se repetiría este año, en medio del tsunami en el que se transformó el debate público.

La de ayer fue la quinta comparecencia de Peña al Congreso y el noveno informe que dio, porque no siempre se concretó la invitación. Se trató del jefe de Gabinete que cumplió con más precisión lo que dictaminó la Constitución desde 1994 y el que más respuestas contestó a diputados y senadores nacionales, un promedio de 900.

En palabras del presidente de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó, se trató de «un muy buen debate, quizás el mejor de los últimos tiempos dado por un jefe de Gabinete en el recinto. Marcos no esquivó ningún tema, estuvo muy sólido y actuó con picardía política».

Viniendo de parte de un dirigente de gran talla, hasta reconocida por los opositores, que no dudó en hacer públicas sus diferencias con Peña, no es poco.

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