“Aprendí que, a veces, de la política tenés que tomar distancia, más en nuestro caso, en el que la necesidad de cada día es mucha”, expresa Margarita Barrientos. La fundadora del comedor social Los Piletones conversa a fondo con el economista Eduardo Levy Yeyati. Reflexiona sobre su experiencia ayudando a los demás, sus acercamientos a la política y da su visión sobre las medidas del Gobierno.
Se trata de la tercera entrega del ciclo “Pensar Distinto” en el que Levy Yeyati charla con especialistas, académicos, referentes sociales y culturales. Las entrevistas están disponibles todos los jueves por la tarde en el sitio de TN y en nuestro canal de Youtube.
– Si yo quisiera armar un comedor de cero, voy a a recurrir un poco a tu experiencia. ¿Qué insumos necesito? ¿Cómo lo hago? ¿A quién le pido los recursos?
– Nosotros en el año ‘96 armamos el comedor con recursos propios. Trabajábamos 16 horas para mantener el comedor. Eso lo hemos hecho durante casi un año, no teníamos trabajo fijo, teníamos la jubilación de mi esposo que el era un hombre joven pero como había tenido un accidente le dieron una jubilación. Entonces contábamos con la jubilación de él, y el trabajo de carrero, de salir a cirujear.
– Bueno, diseñemos esto de manera que sea sustentable en el tiempo, que se pueda expandir, que se pueda escalar. ¿De dónde me diría que tendrían que salir los recursos?
– Yo creo que los recursos tendrían que salir de nosotros teniendo un trabajo fijo. No pidiendo al Estado que nos mantenga, pero sí que nos den trabajo. El mejor ejemplo que podemos dar a nuestros hijos es teniendo un trabajo y sabiendo que con mi trabajo, mis hijos comen, los educo, no se si los mandaría a una buena escuela, pero si irían a la escuela. Tendrían comida, educación y salud, que es tan importante. Soy una persona que siempre digo que nadie nos mando a tener hijos, somos responsables de criar, educar y darles todo lo que necesitan, pero a través de trabajo.
Nosotros nos esforzamos mucho. Yo soy mama de nueve hijos y tres hijos del corazón, así que he tenido mucho trabajo y siempre he trabajado. Nunca he permitido que el gobierno me de un subsidio para criar a mis hijos, nunca hice cola, jamás. No lo haría, y no permitiría que mis hijas lo hagan para pedir un plan. Yo creo que teniendo la fuerza en sus brazos y en sus piernas podemos caminar, buscar trabajo y si no generarlo.
– ¿Cuál es tu visión de los planes asociados al trabajo? A programas como “Argentina trabaja” en su momento, o “Ellas hacen”. Son todos planes que tienen la palabra “trabajo” en el medio. ¿Sirven como puente para que la gente consiga trabajo o pueden ser contraproducentes?
– Yo creo que funciona si además de planes, les das trabajo. Por ejemplo, “vamos a pintar una plaza, y este va a ser el proyecto tuyo de pintar y arreglar una plaza. O este va a ser el proyecto tuyo de ir y arreglar el frente del hospital, arreglar un escuela, armar los bancos, pintar”. Hay muchas cosas que se pueden hacer.
Es también motivarlos para que sigan tratando de buscar trabajo. Porque también yo creo que mucha de la gente que recibe planes no quiere vivir de planes. Porque tenés un plan y tenés que ir a cortar una calle. Te ves obligado a hacer muchas cosas que tal vez no querés hacer.
– En una época había un acercamiento a Macri pero el presidente Alberto Fernández, también fue y se saco una foto. ¿Sentís que les interesa o te sentís un poco usada por la política? Y aun en ese caso, ¿Es parteo de las reglas de juego que necesitas para mantener todo este andamiaje tan útil funcionando?
– Nosotros con Mauricio Macri teníamos una relación de trayectoria. Lo conocía hacía muchos años porque el iba a la Fundación cuando éramos comedor y él era presidente de Boca. Así llego a llevar a niños a conocer a jugadores, traer jugadores al comedor y de ahí quedó la relación. Él nunca me pidió que lo apoyara. No me arrepiento de haberlo hecho porque uno aprende y yo aprendí.
– ¿Y ahora, el encuentro con Alberto Fernández lo vivieron de una forma distinta o es parte de la rutina de tener conexiones para mantener esto vivo? Finalmente, no hay nada a priori malo en hacerlo.
– No, por supuesto. Mi encuentro con Alberto Fernández fue a partir de una audiencia convenida con un legislador. Yo lo conocía al Presidente, pero nunca habíamos tenido una charla así, frente a frente. Fue un compromiso, solamente para pedirle lo que nosotros necesitábamos.
En ese momento corría mucho riesgo el comedor de Santiago. Tengo una sede grande allá en Santiago, y tenía otros comedores que los mantenía con lo que yo llevaba de aquí a la sede central. Porque ahí tengo un hogar de abuela, un centro de salud, una farmacia comunitaria, hay huerta, está el comedor, un jardín muy hermoso que todavía no pudimos inaugurar por la pandemia. Todo eso corría riesgo de cerrar. Entonces fui a plantearle que no quería que cierre, porque a mí me duele un montón, yo vivo para esto.
Usted me decía que trabajo mucho más que 8 horas, trabajo a veces diez horas, doce horas, y no me importa. Me pasan cosas que no me tendrían que pasar, pero bueno me gusta lo que hago.
– ¿En el barrio Los Piletones, la gente con la que usted habla tiró la toalla?, ¿Qué espera hoy de la política?, ¿Del país de los próximos años?, ¿Qué es lo que siente que tiene en la cabeza?
– A mí me gusta conversar con las mujeres, los hombres, y bueno nunca falta la conversación de la política. Creo que es el plato fuerte para todos. Cuando hablamos de la política, lo primero que se habla es que ellos desearían que el país salga adelante. Yo creo que ese es el deseo de todos. Que puedan tener trabajo. Que nuestros hijos sigan estudiando. Poder darles la posibilidad que sean alguien en la vida, y que el día de mañana no sigan viviendo en una villa. Que tengan su propio lugar de vida. Su inicio de familia. Eso es lo que siempre hablamos.
La gente yo creo que no pierde la esperanza, sino no lucharíamos por salir adelante. La gente aun sigue luchando, hasta esa persona que sale todos los días a trabajar con un carro, yo creo que lucha porque no pierde la esperanza.
Fuente: tn