¿Cómo impactan estas problemáticas?
Según el informe, la inseguridad (77%) y la presencia de drogas (54%) en los vecindarios representan barreras significativas para aspectos fundamentales de la socialización de las niñeces y adolescencias, ya que «limitan su capacidad de jugar en espacios públicos y de desplazarse de forma autónoma hacia la escuela u otros lugares».
Los problemas ambientales y el déficit de servicios públicos en los barrios «están interrelacionados». La falta de desagües, por ejemplo, puede propiciar la propagación de enfermedades graves como el dengue, al igual que, el acceso a agua potable, condiciones adecuadas de saneamiento y gas de red son cruciales para la nutrición y la salud de las niñeces y adolescencias, así como para su desarrollo físico y sus capacidades educativas.
Además, cerca del 20% de esta población vive en condiciones de hacinamiento o en viviendas precarias, lo que limita su desarrollo personal al no contar con espacios para la privacidad, el descanso adecuado o la interacción social con sus pares. «La precariedad habitacional también conlleva riesgos para su supervivencia y bienestar», añade el informe.
A su vez, la residencia de niñeces y adolescencias en viviendas informales, genera inestabilidad y vulnerabilidad en su entorno habitacional, lo que «probablemente afecta negativamente el bienestar psicológico de los adultos a cargo de su cuidado y crianza».
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