Mauricio Macri, el PRO y Cambiemos están en proceso de reinvención

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En su nuevo oficio de hacerse entender, de empatizar con interlocutores que tendrían que tener la camiseta puesta del Gobierno pero estaban cada vez más alejados, Marcos Peña usó el experimento de los monos capuchinos para demostrar la importancia de atender la demanda de equidad que recorre la historia argentina. Fue en el atípico asado realizado en las recicladas oficinas del bloque PRO de Diputados, donde el jefe de Gabinete acudió con Mario Quintana y Gustavo Lopetegui. Allí, por primera vez desde el 10 de diciembre de 2015, los legisladores oficialistas mantuvieron un diálogo horizontal con las primeras espadas del Ejecutivo.

Se trata de una ponencia del experto en primates Frans De Waal en la que analizó de qué modo los intereses egoístas de los simios evolucionan hacia algún tipo de cooperación basada, apenas, en el instinto de supervivencia. A falta de un corpus político como Das Kapital o Conducción Política, buena es una charla TED.

Según el científico holandés, si un mono es entrenado para entregar una piedra a cambio de un pedazo de pepino, lo hará con gusto. Pero si ve que el mono de al lado tiene que entregar la piedra a cambio de una uva, cuando se de cuenta se va a enojar y ya no aceptará el pepino. Es la manera con la que De Waal desarrolló el principio de equidad que rige en las sociedades. Y la forma que encontró Peña para explicar el porqué de la ampliación de los planes sociales, las razones por las que nunca se acepta que el Estado entregue menos de lo que ya le dieron, en ninguna parte del mundo.

«Lejos de lo que se cree, nuestra batalla no es contra el poder adquisitivo del salario ni de los planes, sino por la consistencia macro económica, comprendiendo que nadie quiere menos de lo que ya tuvo y tratando de llegar lo más rápido posible con todo lo que se necesita para que la reactivación se produzca cuanto antes y sea sustentable», dijo.

Y agregó: «Vamos a hacer todo lo que tengamos que hacer para producir el cambio cultural que haga de la Argentina una economía competitiva, pero mientras tanto tenemos que asegurar que todos reciban lo que ya tenían. De otro modo, nada será posible».

El jefe de ministros pasó de pedirle a los miembros del Club Político Argentino que salgan a defender las políticas del Gobierno en el debate público (y «si no quieren salir, no lo hagan, porque nosotros vamos a poder solos, como siempre lo hicimos»), a buscar espacios horizontales con los que ponerse a contar -humildemente- detalles de los planes del Gobierno, a sabiendas de que podían filtrarse a la prensa, como el que están diseñando para que los trabajadores de la llamada «economía popular» se incorporen a la planta de las grandes empresas y crezcan en la escala social.

La gobernadora encabezó el primer timbreo de gestión

Entre un evento y el otro solo pasaron tres semanas. Pero, sobre todo, aconteció el #1A, la movilización que salió a respaldar al Presidente sin que nadie se lo haya pedido.

Mauricio Macri, el PRO y Cambiemos están en proceso de reinvención. De repente se encontraron con un capital político que no esperaban. De aquí y allá les llegan noticias de personas que el 6 de abril hicieron lo posible por ir a trabajar, en un nuevo gesto de respaldo.

No están acostumbrados a semejante amor. Son el partido votado porque «no hay otra opción mejor» y se encuentran con miles de personas que quieren hacer su aporte personal para respaldarlos, no solo como fríos voluntarios salidos de una red social, sino poniendo el propio el cuerpo antes que se arriesgue el cambio votado en el 2015.

Qué es lo que va a hacer el Gobierno con el baño de multitud que derramó sobre ellos en los últimos días, todavía no se sabe. Aún tienen que hacer un renovado esfuerzo por comprender el mensaje de sus propios votantes, que todavía los tiene sorprendidos. Por cierto, hay una dinámica de anuncios que ya está lanzada (el 53% de la población encuestada por una consultora vinculada al Gobierno dice que cerca de su casa están haciendo una obra de infraestructura), básicamente en el conurbano bonaerense, donde se juega la elección.

También va a continuar la ofensiva contra los dirigentes de la CGT, iniciada en el mes de febrero, cuando los sindicalistas empezaron a quejarse con el Gobierno por las empresas que no cumplieron los acuerdos de no despedir personal. El Ejecutivo empezó haciendo más lentos los envíos de los fondos comprometidos para la deuda que tenía con las obras sociales y en la última semana promovió recomendaciones para hacer más transparente y democrática la vida gremial.

Infobae supo que llegó a analizarse la posibilidad de convocar a una mesa conjunta entre la CGT y la CTA que dé inicio al proceso para dar cumplimiento al convenio 87 sobre libertad sindical y protección del derecho de sindicación, como lo viene reclamando la Organización Internacional del Trabajo (OIT) desde hace años. La CTA, aún dividida, pide su personería gremial desde 2004, cuando se lo prometió Néstor Kirchner, y este año la OIT renovó frente el actual Gobierno el reclamo que viene realizando desde entonces. Parece que se frenó porque hubo un importante funcionario que consideró que «es demasiado» y, por ahora, se congeló esa iniciativa, aunque no se sabe por cuánto tiempo.

Es que el Presidente pudo percibir el respaldo social que le generaron sus críticas a «las mafias sindicales», una estocada que decidió lanzar aún cuando enfrente tenía dos líderes gremiales (José Luis Lingieri y Gerardo Martínez) que aceptaron firmar los acuerdos de competitividad con el sector empresarial, y a pocos días del paro.

«Yo le dije que sea amable con ellos, que estaban jugándose el pellejo tres días antes del paro, que tenía que estar contento con el poder que ganó con la marcha del sábado. Cuando lo escuché hablar de las mafias, casi me muero, pero así es Mauricio», confesó un funcionario a cargo del diálogo con los sindicalistas.

María Eugenia Vidal salió el sábado con todos sus ministros a hacer el primer timbreo de la gestión puramente bonaerense, sacando 700 funcionarios a la calle, bajo un esquema básico. Donde gobierna Cambiemos, fueron los intendentes con sus equipos. Donde son oposición, cada ministro se hizo cargo de un distrito y llevó a secretarios y subsecretarios.

Así, el jefe de Gabinete, Federico Salvai, fue a Berazategui; Cristian Ritondo, a Florencio Varela; Alejandro Finocchiaro, a La Matanza; Juan Curutchet, a Hurlingham; Hernán Lacunza, a Escobar; Roberto Gigante, a Esteban Echeverría.

Por su lado, la Gobernadora fue a San Fernando, acompañando al subsecretario de Asuntos Municipales de la provincia, Alex Campbell, y a la coordinadora del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, Agustina Ciarletta, una joven de 35 años que -seguramente- será candidata a primer concejal por Cambiemos en San Fernando.

Antes, Vidal pasó por Olivos, donde hubo una reunión de mesa chica, es decir, con Macri, Peña y Horacio Rodríguez Larreta, donde reinó un clima de alegría casi místico, una armonía que hacía tiempo no compartían. Reafirmaron la voluntad, la confianza, la decisión de no apartarse del camino, la paciencia para el logro de objetivos difíciles como es la salida gradual del populismo, un proceso para el que no existen recetas, porque carece de antecedentes.

También tuvieron un minuto para hablar del renunciado embajador argentino en los Estados Unidos, al que dejaron de llamar «Martín». «Con Lousteau, ni justicia», se juramentaron. Veremos cómo se traduce semejante decisión en las próximas semanas.

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