Mauricio Macri encabeza una reunión de gabinete ampliado en un clima de reproches y profunda catarsis interna

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«Estoy muy golpeado. Muy triste».

Como el resto, Horacio Rodríguez Larreta necesitaba desahogarse. «El golpe fue doble: haber perdido la elección y no haber visto la diferencia», se sinceró el jefe de Gobierno el martes frente a su gabinete, según pudo reconstruir este medio.

Rodríguez Larreta, el único dirigente del oficialismo que, a pesar de la debacle electoral, llegó a saborear por un rato su triunfo en la ciudad de Buenos Aires, será uno de los tres oradores previstos para la reunión de gabinete ampliado de esta mañana encabezada por Mauricio Macri en un clima de profunda catarsis interna que ni el más pesimista de los macristas preveía.

Macri, el jefe de Gobierno y la gobernadora María Eugenia Vidal, la tercera oradora, deberán enfrentar a cientos de funcionarios y asesores de los tres gobiernos del PRO que, a 72 horas de la derrota, aún no salen del shock.

«Es una pesadilla», lo graficó por estas horas un integrante del círculo íntimo de Vidal que aún no puede digerir los casi 20 puntos que separaron a la gobernadora de Axel Kicillof en la provincia de Buenos Aires.

En Casa Rosada pasaron 48 horas de lamentos, reproches, furia y tristeza entre el lunes y el martes. En las primeras 24 horas después de la elección hubo despachos del primer piso en los que se lloró en continuado. Por la mañana y por la tarde.

Recién ayer empezaron a pensar en cómo encarar una campaña reversible para pocos en un contexto de fuerte turbulencia cambiaria y delicada gobernabilidad.

Resiliente, Marcos Peña, que en la noche del domingo fue blanco de la ira de Elisa Carrió en los reservados de Costa Salguero, se encerró el lunes un rato en su oficina con sus secretarios más cercanos.

El jefe de ministros pasó después por la reunión de campaña, liderada por los equipos de la Jefatura de Gabinete y la Secretaría General, los cerebros de la implementación del WhatsApp y los emojis como principal herramienta de convencimiento que ahora está en serias dudas de cara a octubre.

La fiscalización, además, no funcionó como creían. Fuentes oficiales remarcaron que se escatimaron recursos. Se promedió en algunas provincias un pago de $500 cuando debía ser de $1.000.

«Nos estuvimos hablando todo el tiempo entre nosotros y no nos dimos cuenta de lo que pasaba», se lamentaban en Casa Rosada.

Macri, Vidal y Rodríguez Larreta tienen en ese sentido una parada delicada. Convencer a la tropa de que la elección de octubre puede darse vuelta. Con un agravante. Después de una segunda etapa de gestión convulsionada y atravesada por una feroz crisis cambiaria que puso en duda el liderazgo del Presidente y de su jefe de ministros, al Gobierno le quedaba una única fortaleza que ahora entró en crisis: la famosa maquinaria electoral del PRO. Peña y Jaime Durán Barba dejaron de ser imprescindibles.

El lunes por la noche, y tras la desafortunada conferencia de prensa del Presidente, su mesa chica lo zamarreó en Olivos. Le explicaron que no podía acusar al kirchnerismo por la inestabilidad cambiaria y la desconfianza de los mercados. Que era como querer apagar el fuego con un bidón de nafta.

Macri también pidió explicaciones por un resultado que no había sido advertido por ninguno de sus colaboradores, no una semana antes, sino hasta en la mismísima tarde del domingo. Peña y Durán Barba insistían, cerrado el escrutinio, que se perdía por solo 3 puntos. Los testigos del almuerzo de ese mediodía en Olivos en las oficinas de la Jefatura de Gabinete juran que casi que había clima de fiesta.

Todos desconfían de todos.

En estas horas, en la mesa política de la provincia de Buenos Aires ajustan los detalles de una campaña que buscará prescindir de la figura del Presidente. El lunes, Vidal le dijo a su gabinete que haría campaña «para ganar». «No sé hacerla para perder», describió la gobernadora todavía conmocionada por el resultado.

El objetivo es asegurar la mayor cantidad de intendencias posibles del Gran Buenos Aires, castigadas por los coletazos de la crisis. «Y hacer lo que haya que hacer», explicaron en relación a la estrategia. Por WhatsApp circula un audio de tres minutos de arenga del intendente Diego Valenzuela, de Tres de Febrero, en el que no menciona ni una sola vez a Macri.

Lo mismo en la ciudad de Buenos Aires. Rodríguez Larreta suspendió el viaje que tenía previsto a partir del fin de semana y se concentra en municipalizar su elección. Hay al menos una docena de funcionarios nacionales, porteños y bonaerenses que cancelaron sus vacaciones.

En su propia reunión de gabinete ampliado de este miércoles, el jefe de Gobierno porteño dijo que cuidaría a sus colaboradores y funcionarios si era reelecto. El mensaje que bajó desde la Ciudad fue que se hizo «la mejor elección en el peor contexto posible».

Macri, Vidal y Rodríguez Larreta intentarán en el escenario del CCK motivar a una tropa desahuciada que el domingo recibió una trompada de nocaut. En las butacas estará Carrió, refractaria a estos eventos y a quién, a diferencia del resto, la adversidad le produce adrenalina.

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