Cuando el lunes próximo Mauricio Macri recorra las instalaciones del nuevo edificio del Archivo General de la Nación, una obra que los distintos gobiernos argentinos vienen planificando desde la década del 90 pero que solo se destrabó en el 2016 para ponerse en ejecución a paso redoblado, es probable que vuelva a sentir -como en las últimas inauguraciones- que su presidencia tuvo sentido.
La vieja sede de la AGN en la avenida Alem hace tiempo que está colapsada, pero encarar la nueva exigió no solo renegociar el préstamo del Banco de Desarrollo de América Latina (CAF) para modernizar un instrumento central para la investigación histórica y también para la administración eficiente, sino pagar deudas con las empresas de electricidad, gas y agua, entre tantísimas cuestiones que hablan del abandono en el que había caído el Estado.
Será quizás la última inauguración a la que asista Macri, o una de las últimas, ya que al día siguiente, el 17 de julio, por cronograma electoral, los candidatos no están autorizados a estar presentes en eventos de ese tipo. Por ley 19.945, promulgada en el 2009, están prohibidos los actos de gestión como «la realización de actos inaugurales de obras públicas, el lanzamiento o promoción de planes, proyectos o programas de alcance colectivo» en los 15 días hábiles previos a las elecciones primarias , ya que promueven la captación del voto «de los candidatos a cargos públicos electivos nacionales».
Así que una vez concluida la etapa de inauguraciones, lo que se viene es un plan de recorridas, caminatas, timbreos, eventos 360º, encuentros grupales pero también individuales, coordinados en la mesa chica que Marcos Peña integra con María Eugenia Vidal y Horacio Rodríguez Larreta ya que, finalmente, ese es el dato que vuelve a repetirse en 2019: una misma campaña con comando, mensaje unificado y un protagonista central, el Presidente, más dos protagonistas secundarios, la gobernadora y el Jefe de Gobierno porteño.
«La agenda se está terminando de armar y va a incluir visitas del Presidente también al interior, como Córdoba, Mendoza, Santa Fe, Entre Ríos y Salta, aunque la mayoría de los destinos estarán bajo la coordinación de la mesa chica, compartiendo escenario con María Eugenia y Horacio, que es nuestro equipo ganador», dijo uno de los encargados de los recorridos.
Uno de los principales responsables de la comunicación oficial aseguró que «se realizará una campaña tradicional, más lo que le vamos agregando de redes, microsegmentación, contacto con los candidatos. De todo un poco, de acuerdo con los territorios y sus necesidades».
El cambio central es en la estrategia. Acostumbrados al gradualismo de minoría, Cambiemos diseñó un plan para ganar por aproximación, perdiendo por un porcentaje no mayor a los 7 puntos en las primarias, por un porcentaje cercano a los 2 puntos en la primera vuelta y apostando a la victoria ajustada a la segunda vuelta. Era lo posible, según las encuestas que analizaron en ese momento, y es lo que hicieron en el 2015 y en el 2017. Y lo que se esperaba también para estas elecciones.
Sin embargo, las cosas cambiaron desde que Macri y Peña volvieron de su gira por el exterior y se encontraron con que los estudios cuali-cuantitativos estaban resultando mejor de lo esperado, al punto que llegaron a la conclusión de que hay condiciones de ganar las PASO, o perder por muy poco.
En efecto, según trascendidos de funcionarios que hablaron con el Jefe de Gabinete, los temores a más cambio empezaron a diluirse, la imagen presidencial a crecer y Macri estaría perdiendo en las primarias por un rango que está entre 1,8 y 2% frente a Alberto Fernández, lo que daría un piso mucho más alto del que imaginaban unas pocas semanas atrás, cuando el descontento y la decepción dominaban el estado de ánimo del electorado propio.
A partir de esa nueva estrategia, los candidatos tienen que pedirles a sus votantes «que expresen ya su decisión de seguir respaldando el cambio, no esperando a la primera o segunda vuelta», le explicó a Infobae un asesor del grupo estratega. «El objetivo, por supuesto, es definir la elección en la primera vuelta, lo que es perfectamente posible dadas las condiciones del electorado en este momento», agregó.
Aunque no está demasiado claro en los estudios, la incorporación de Miguel Ángel Pichetto como candidato a vicepresidente habría sido un vector que provocó un nuevo piso de confianza a la fórmula de Juntos por el Cambio, como si Macri se garantizara mayor posibilidad de realización en un segundo mandato.
Una psicóloga que realiza trabajos cualitativas para el oficialismo, pero también para la oposición, dijo que «por lo menos, los que están con el Presidente y estaban callados ahora tienen menos vergüenza de expresarlo en los focus group, generando una corriente de empatía con el Gobierno que se había perdido y ahora se expresa con mayor libertad». «Definitivamente, es algo que el Gobierno no tenía en los estudios del mes pasado», concluyó.