Hacia el mundo, Mauricio Macri pareció hacer bien todos los deberes en el 2017: ganó las elecciones legislativas, impulsó una batería de reformas estructurales de la economía y buscó mantener las alianzas estratégicas internacionales. Pero el mundo mostró un gradualismo a la inversa hacia la Argentina. Confía en la Argentina pero aún da muestras tímidas de confianza y las inversiones no logran aterrizar a pleno.
Todas estas variables que promovió el gobierno apuntaron a un único objetivo de cara a la diplomacia: mostrarle al mundo que la Argentina es un país confiable y que empezó a marcar un camino firme para que regresen las inversiones. La respuesta internacional está a la vista. La Argentina se reconcilió con el mundo, empezó a verse como un país con mayor seguridad jurídica y la diplomacia dio gestos de apertura. Sin embargo, la anunciada «lluvia de inversiones» aún no llegó al país y el capital extranjero sigue atento a la espera de más resultados.
En el 2017 el Presidente realizó menos viajes al exterior que en el primer año de mandato y concentró su agenda en la política interna. Entendible: buscó reforzar su liderazgo local para dar confianza al inversor y a la diplomacia extranjera. Así la política exterior de la Argentina se preparó durante todo el 2017 para el año entrante. De allí la frase que resumió el jefe de Gabinete Marcos Peña en el balance del año: «El 2018 va a ser mejor que el 2017″, dijo.
La tibia confianza del mundo hacia la Argentina empezó a verse en cifras palpables: según datos oficiales de la Agencia Argentina de Inversiones y Comercio Internacional, en el tercer trimestre de 2017 la inversión aceleró su dinamismo al marcar un alza de 13,9%, el mejor desempeño de los últimos 6 años. Desde la asunción de Macri a la fecha se registran anuncios de inversión por 102.575 millones de dólares. Pero de toda esa masa de anuncios hasta ahora hay 43.826 millones de dólares de inversiones concretadas o en ejecución. El resto de las inversiones son promesas por venir. No sólo esto: la Argentina sigue ocupando el cuarto lugar de la lista de América latina en cuanto a inversión directa extranjera después de Brasil, Chile, Colombia y Perú.
La ausencia de una confianza plena del mundo en la Argentina también se vio expuesta recientemente en un aspecto clave: entre enero y noviembre el déficit comercial acumulado llegó a US$ 7.656 millones. Así, las exportaciones se redujeron en noviembre 4,9% respecto al mismo mes del año anterior y las importaciones estuvieron 30,2% por encima del mismo mes del año anterior.
El gobierno ha tomado iniciativas clave para mejorar las oportunidades de inversión: la implementación del plan productivo nacional; la eliminación de controles de capital y restricciones a la repatriación de moneda; la reducción de retenciones a la exportación y de restricciones a la importación y el acceso a mercados financieros internacionales.
Así, en la balanza internacional del 2017 se ve una Argentina mejor posicionada en el mundo pero que todavía le falta para generar confianza plena.
El canciller Jorge Faurie expresó a Infobae que «el objetivo central del gobierno fue situar nuevamente a la Argentina en el mapa global y restablecer la confianza con el mundo, luego de años de aislamiento». Así, el jefe del Palacio San Martín destacó que desde nuestro país y a través de las casi 160 representaciones argentinas en el exterior, se inició una «inserción inteligente en el escenario internacional, centrada en nuestros intereses y sin prejuicios ideológicos».
Entre los logros alcanzados este año Faurié destacó: el elevado nivel de acercamiento alcanzado para concretar el acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea; la organización de la cumbre ministerial de la OMC en Buenos Aires; la asunción de la presidencia argentina del G20 para 2018 y la visita de los máximos líderes mundiales y regionales. Así, el canciller destacó que «los argentinos hoy estamos frente al mundo como lo que históricamente hemos sido: un pueblo abierto y receptivo que busca aportar su visión desde el sur y construir un mundo más justo, con beneficios para todos y sin dejar a nadie atrás».
Macri viajó en el 2017 a Holanda, Japón, China, España, Qatar y Estados Unidos, entre otros países. En todos los casos no sólo buscó reposicionar la confianza de la Argentina en el mundo sino mantener una suerte de equilibrio mayúsculo con las grandes potencias enfrentadas por los paradigmas mundiales: el proteccionismo de Donald Trump y la apertura comercial indiscriminada de los chinos.
En este sentido, el ex canciller de Fernando de la Rúa y actual titular del CARI, Adalberto Rodríguez Giavarini, fue tajante en el balance del 2017: «nuestro país ha tenido que enfrentar un escenario internacional complejo, en el que ha sido un desafío llevar adelante lo mejor de las tradiciones argentinas: el impulso a las democracias y la lucha por la equidad en el comercio global, por mencionar apenas dos de aquellos pilares que ya son parte de los activos de nuestra política exterior».
Con vistas al futuro del 2018 Giavarini dijo a Infobae que «el horizonte del G20 es el ejemplo de cómo un país como la Argentina puede participar en la elaboración de reglas internacionales, con la dosis de realismo necesaria para que la política exterior sirva para mejorar la vida de los ciudadanos. Trabajo y desarrollo tecnológico, cambio climático, reglas claras y justas para el comercio, son desafíos globales que impactan diariamente a los argentinos y es positivo que sea una parte vital de la agenda presidencial».
Desde el punto de vista estrictamente económico Marcelo Elizondo, director de la consultora Desarrollo de Negocios Internacionales dijo a Infobae que «el 2017 arroja resultados mediocres en comercio internacional para Argentina». Así, remarcó que las exportaciones apenas crecen algo más de 1% y las importaciones crecen casi 20%. Tendremos un déficit comercial de unos 8.000 millones de dolares. Para Elizondo, varias son las causas que generan este resultado. Por un lado, problemas de competitividad interna (altos costos de producción, condiciones macroeconómicas aun no corregidas, insuficiencia en infraestructura, herencia de sobreregulaciones), por otro lado hay problemas microeconómicos (madurez tecnológica aun no alcanzada y muchas empresas argentinas que no han desarrollado estrategias internacionales acertadas y que no compiten en base a gerenación de valor sino a oportunidades coyunturales).
Finalmente, Elizondo percibe «dificultades de enfoque de mercados. Se pone mucho esfuerzo en mercados occidentales, que son difíciles, y poco en mercados orientales -Asia especialmente- que son la zona del mundo más dinámica en generación de comercio internacional».
El ex canciller de Raúl Alfonsín, Dante Caputo ofreció ante Infobae un diagnóstico más duro del balance de año internacional de Macri: «es difícil encontrar en nuestra historia casos similares de una política exterior tan irrelevante y vacía», dijo.
La Argentina tiene un problema de relacionamiento con las grandes economías del planeta: tiene déficits relevantes con la mayor economía del mundo (Estados Unidos), la segunda (China), la cuarta (Alemania), la sexta (Francia), la octava (Italia) y la novena (Brasil). Es lo que el economista Orlando Ferreres evalúa como «una Argentina atrasada en productividad, con problemas para entrar en otros mercados y con inversiones aun no relevantes».
Ante este panorama de incertidumbre aun latente en la confianza del mundo en la Argentina no fue casual que el embajador de Francia en Buenos Aires, Henri Guignard, expusiera ante Infobae que «falta todavía una inversión de empresas nuevas que vean a la Argentina como punto de aterrizaje en América latina». Pero hay un guiño francés: durante la próxima reunión del primer ministro Emmanuel Macron con Macri en París el 27 de enero Francia apoyará la reforma laboral que impulsa el gobierno para generar confianza en las empresas. Pero la confianza del mundo es gradual y no se ve un shock de inversiones.
El encargado de Negocios de la embajada norteamericana Tom Cooney parecería explicar esta tesis de política de confianza gradualista externa en la Argentina. «Estados Unidos quiere mantener una relación con la Argentina a largo plazo. No queremos algo para los dos años que vienen sino para los próximo 20 o 30 años porque no somos la embajada para ningún gobierno en particular», explicó Cooney en una entrevista que le hiciera Infobae en septiembre.
No son los únicos diplomáticos que creen en una confianza gradual del mundo en la Argentina a largo plazo. Según una ronda de consultas que hizo Infobae a diferentes embajadores extranjeros hay una síntesis coincidente de la visión externa del país: «la Argentina marcha por buen rumbo pero aun debe dar muestras de solidez y continuidad en los cambios», dijeron. El aislamiento externo que dejó el kirchnerismo en política exterior sigue latente.
En este sentido, Irma Arguello de la Fundación NPSGlobal cree que «el gobierno debe seguir trabajando para consolidar la apertura de la Argentina al mundo y creando condiciones adecuadas para las llegadas de inversiones».
Claro que en medio de este arduo trabajo del gobierno de Macri por reestablecer la confianza del mundo en la Argentina se vieron resultados positivos de organización de la cumbre de la OMC aunque el resultado de esa reunión arrojó nulos avances en materia de comercio internacional; el crecimiento de un liderazgo regional de Macri ante un Mercosur que está cerca de cerrar un acuerdo con la UE; los gestos de apertura que mostró Estados Unidos a la Argentina con la restitución de los aranceles preferenciales y la importación de limones argentinos y un apoyo internacional inédito en la historia argentina para la búsqueda del submarino ARA San Juan.
«La tragedia del submarino demostró que la política exterior argentina reforzó las relaciones con el mundo. Se puede destacar la ayuda de Gran Bretaña, Estados Unidos, Rusia y otros países pero sobre todo la generación de una cooperación técnica con Londres que fue más allá del problema de Malvinas», dijo a Infobae el embajador argentino en Viena, Rafael Grossi, quien anunció el dato de la Organización del Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares (OTPCE) sobre la explosión que sufrió el ARA San Juan.
Todo hace pensar que el 2017 fue una suerte de preludio del 2018. A Macri le espera el año que viene la cumbre del G20 donde será anfitrión, un posible acuerdo sellado entre la UE y el Mercosur y una mayor confianza del mundo en la Argentina que se viene.
Fuente: Infobae