Mauricio Macri y Cristina Fernández ya protagonizaron campañas presidenciales y saben que un posible triunfo en las urnas depende de una ajustada ingeniería electoral que toma en cuenta desde los sondeos cualitativos hasta las bolsas con comida que reparten los punteros del conurbano. Y en esa ingeniería aplicada a los comicios, el uso y la manipulación de las boletas electorales son un factor clave para potenciar a un candidato que estaba condenado a la derrota si solo fuera apoyado por su partido político.
Boleta corta
La mayoría de los gobernadores decidieron desdoblar los comicios provinciales respecto a las elecciones generales. Esta táctica política, utilizada por oficialistas y opositores, implica que un estado provincial elige a su gobernador en una fecha distinta a la asignada para votar al futuro Presidente de la Nación.
Córdoba, Chubut, San Juan, Tucumán, Jujuy y Neuquén, por citar provincias que tienen distinto signo político, desdoblaron los comicios para no quedar atrapados en una contienda presidencial que se caracterizará por su polarización. Entonces, el desdoblamiento significa provincializar los comicios y usar la boleta corta como anzuelo político.
Esa boleta corta solo ofrece votar por cargos nacionales -presidente y vice, senadores y diputados-, y los gobernadores que lograron su reelección o ganar por primera vez, pueden elegir a qué fórmula presidencial «pegan» esa boleta corta al momento de los comicios.
Esa decisión política puede ser pública o mantenerse en reserva. Juan Manzur, gobernador de Tucumán, va a sumar directamente su boleta corta de diputados nacionales a la fórmula Alberto Fernández-Cristina Fernández.
En cambio, Juan Schiaretti, gobernador de Córdoba, hará exactamente al revés: apoyará a Mauricio Macri-Miguel Ángel Pichetto instruyendo a sus punteros para que repartan su boleta corta junto a la boleta de la fórmula oficialista.
Posibles aliados provinciales
Cristina tiene a los gobernadores de Tierra del Fuego, La Pampa y Formosa, si se toman como verdaderas las declaraciones de estos mandatarios provinciales respaldando la fórmula Fernández y Fernández.
Ello implica que la boleta con Fernández-Fernández será acompañada por los candidatos a diputados o senadores nacionales -cuando corresponda- que se elijan en esos distritos que apoyan el regreso de CFK al poder.
Pero la suma de la boleta corta no es un hecho pro bono. Cada gobernador, desde Sergio Ziliotto (La Pampa) a Gildo Insfrán (Formosa), exigen que las listas de los legisladores nacionales contengan a su propia tropa, además de ciertas promesas poselectorales que habitualmente se miden, se pesan o se depositan en cuentas públicas y oficiales.
A diferencia de Cristina y Alberto, que pueden prometer y sumar a los candidatos de sus propios gobernadores, Macri y Pichetto tienen que ser cautelosos respecto a los que no tienen y pretenden tener al momento de la primera vuelta electoral. Un paso en falso, y los votos que podrían fluir desde el justicialismo a la oposición se evaporarían sin remedio.
La fórmula de Juntos por el Cambio -antes Cambiemos- desea sumar a ciertos gobernadores peronistas y a otros que pertenecen a partidos provinciales. Los gobernadores de Río Negro, Neuquén y Misiones jugarán al lado de Macri y Pichetto, y a cambio exigirán puestos importantes en las listas y un flujo constante de inversión pública, si Fernández y Fernández son derrotados en las elecciones.
Pero la trama de la boleta corta se torna más compleja cuando se apunta a gobernadores que no son independientes. Los mandatarios de Córdoba, San Juan y Entre Ríos, por ejemplo, reconocen la gestión transparente de Macri en el giro de las partidas asignadas a las provincias. Sin embargo, ese gesto político no implica que puedan anunciar su alineamiento directo con una fórmula presidencial que intenta derrotar a su propia propuesta partidaria.
En este contexto, Schiaretti, Sergio Uñac y Gustavo Bordet podrían jugar sus listas cortas al lado de la fórmula Macri y Pichetto, respetando así sus solapadas estrategias políticas ante la posibilidad de un triunfo de Alberto Fernández y Cristina Fernández. Estos tres gobernadores piensan como Pichetto, y Pichetto puede convencerlos de usar el atajo de la boleta corta.
Marcos Peña, Rogelio Frigerio y Pichetto están a cargo del operativo Boleta Corta. Se trata de conjugar las toneladas de información provincial que se maneja en la jefatura de Gabinete con la agenda del ministro del Interior y el conocimiento político que tiene el candidato peronista a la Vicepresidencia.
La tarea de esta troika oficialista no será sencilla. Al otro lado de la trinchera estarán Alberto y Cristina, que manejan la misma información y los mismos contactos que Pichetto y su staff de operadores justicialistas.
Será una batalla épica, silenciosa y pragmática. El que gana, es Gobierno.