En junio del 2018, dentro de 18 meses, Lionel Messi se convertirá en jugador libre por primera vez en su carrera. Barcelona ya encabezó las negociaciones para evitar ese suceso y renovar su contrato, pero el panorama es el más desolador desde que el argentino debutó en el club.
El clima está en plena ebullición luego de que el responsable de Relaciones Institucionales deportivas con la Real Federación Española de Fútbol, Pere Gratacós, realizase una declaración desafortunada sobre el ídolo del Blaugrana en medio del sorteo de los cuartos de final de la Copa del Rey. Generó un revuelo mundial.
El directivo se negó a hablar sobre la renovación de Messi, pero salió al cruce del periodista que aseguró que por la Pulga el equipo había conseguido el pasaje a la siguiente fase del torneo. «No fue solamente Leo, es una persona de las más importantes del equipo. Pero el que pasó fue todo el equipo. Leo sin Neymar, sin Suárez, sin Iniesta, sin Piqué, sin los demás jugadores tampoco sería tan buen jugador», polemizó.
Inmediatamente sus palabras se convirtieron en primera plana de los portales del planeta y el Blaugrana tomó una decisión veloz: lo destituyó de su cargo «por haber expresado públicamente una opinión personal que no coincide con la de la entidad», según señalaron en un comunicado. Igualmente, Pere seguirá ligado en tareas vinculadas a La Masía.
Esta situación llega en el marco de plena tensión por lo que sucederá con el jugador rosarino de 29 años. «Hay que mantener la cabeza fría y no perder el sentido», advirtió el CEO del Barcelona Óscar Grau sobre la cifra que debían pagarle a Messi en su nuevo contrato y también abrió una grieta. Luis Suárez salió a responderle, defendiendo a su amigo: «Con Messi lo que hay que hacer no es tener sentido común sino renovarle».
Desde el entorno del argentino todavía no hubo declaraciones, pero es sabido que tanto el Manchester United como el City están atentos a lo que suceda en las tratativas con los catalanes.
Una de las principales trabas para alcanzar una sencilla renovación del vínculo es el temor de incumplir el fair-play financiero que exige FIFA, cláusula por la cual un club no puede gastar más del 70% de sus ingresos en salarios.