Concentrado en la pelea contra el COVID-19 y los efectos devastadores sobre una golpeada economía provincial, Axel Kicillof no asumió el liderazgo político del justicialismo de su provincia donde los intendentes del Conurbano se autoperciben como ‘minigobernadores’.
Aunque parezca lo contrario, quienes frecuentan a Máximo Kirchner aseguran que no está en sus planes quitarle ese lugar al gobernador. El diputado nacional conduce su agrupación, La Cámpora, y suma y protege su propio capital. Esta semana estuvo dos veces con la intendenta de Quilmes, Mayra Mendoza, una de las máximas referentes del espacio que atraviesa el momento más difícil en el marco de la pandemia, y se muestra activo en el Conurbano: acompaña al Presidente cada vez que hace una salida por la Provincia si es que Alberto Fernández la hace, como suele suceder, junto al ministro del Interior Eduardo ‘Wado’ de Pedro. Y también desembarca allí donde vaya Luana Volnovich, presidenta del PAMI. “Marca su territorio y a su gente”, lo describen.
De lunes a viernes el hijo de Cristina Kirchner llega temprano a su despacho en el Congreso de la Nación, excepto cuando tiene una actividad como la de ayer en Bernal. A diferencia de otros dirigentes suele ir solo con un chofer, sentado en el asiente delantero y sin otros acompañantes. En los pasillos del parlamento evita los ingresos donde puede cruzarse con los periodistas. Ha dado una vuelta más larga para pasar al Salón Delia Parodi solo para esquivar una consulta de prensa.
Sin embargo, su silencio mediático es inversamente proporcional a su agenda política. Desde que estallaron los contagios en la villa Azul intensificó sus comunicaciones diarias con la intendenta Mayra Mendoza como también lo hizo su madre, la Vicepresidenta de la Nación. Los dos están atentos a las necesidades de los vecinos y de la intendenta.
Kirchner conversa en forma permanente con el resto de los jefes comunales, excepto con los de la oposición, rol exclusivo del gobernador. También habla por teléfono con el Presidente y personal y telefónicamente con el presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, con quien comparte reuniones y actos. “Ya son una hermandad”, bromean a su lado sobre un cambio real. Massa lo mira del mismo modo. En Bernal, mientras esperaban el helicóptero presidencial, tuvieron un aparte sobre el que no hicieron comentarios. Los dos fueron a la bajada de una tunelera de AySA, empresa que preside Malena Galmarini, esposa de Massa. En el Sistema de Agua Sur se sumó una tunelera para agua a las tres cloacales. Las cuatro tienen nombre de mujer: Elisa, Valentina, Beatriz y Eva, la nueva.
Otro intendente con el que mantiene un estrecho vínculo es Martín Insaurralde, de Lomas de Zamora. Ya hace un par de años que trabajan en equipo. Sólo en los últimos días se vio o habló con intendentes como Juan Zabaleta (Hurlingham), Ariel Sujarchuk (Escobar), Fernando Espinoza (La Matanza) y Fernando Gray (Esteban Echeverría). Algunos incluso pasan por su despacho en el Congreso.
El lunes 25 de mayo cerca de las ocho de la noche Máximo Kirchner llegó a Quilmes. La última vez que había estado en el municipio había sido el 21 de marzo, justo cuando arrancaba el aislamiento social, preventivo y obligatorio aunque aún el uso de barbijo no era obligatorio. Esa visita fue un sábado, como muchas de las que hizo en campaña a ese mismo distrito. Volvió el lunes feriado para recorrer una parte de la Villa Azul tras la aparición de un foco de coronavirus y respaldar la gestión de sus amigos y compañeros, la intendenta y el flamante ministro de Desarrollo Humano de la provincia, Andrés ‘El Cuervo’ Larroque. Estuvo de acuerdo, como Cristina Kirchner, en cerrar el lugar para evitar más contagios. Era de noche cuando junto a Mendoza, Larroque y el intendente de Avellaneda, Jorge Ferraresi, llegaron al barrio limítrofe.
Un rato antes los intendentes de la Tercera Sección Electoral habían tenido una charla por videoconferencia con Axel Kicillof, logueado con la cuenta compartida con su mujer, Sol. Fueron parte de la charla Mario Secco (Ensenada); Mariano Cascallares (Almirante Brown); Andrés Watson (Florencio Varela); Marisa Fassi (Cañuelas); Hernán Y Zurieta (Punta Indio); Juan José Mussi (Berazategui); Fabián Cagliardi (Berisso) y Nicolás Mantegazza (San Vicente). Por Ezeiza estuvo el hijo del intendente, Gastón Granados, además de Insaurralde, Gray y Espinoza.
Mientras estaban en la conversación (que duró dos horas) en el cuadro que en pantalla ocupaba la intendenta de Quilmes apareció Máximo Kirchner. Tras saludar hizo algunas críticas a la ciudad de Buenos Aires. El diputado repitió ideas que expresó en los pocos discursos de este año: “No nos dejemos correr”, pidió sobre las presiones sobre intendentes, gobernadores y Presidencia para flexibilizar la cuarentena. Por esos días el propio jefe de gobierno porteño Horacio Rodríguez Larreta había llamado a algunos de los ‘barones’ del conurbano con la intención de consensuar propuestas y recomponer relaciones luego de los planteos para evitar el flujo de trabajadores en el área metropolitana. Los contagios en Azul e Itatí cambiaron el foco de preocupaciones.
En ese intercambio y en los que uno a uno va teniendo Kirchner con los intendentes como jefe del bloque de diputados nacionales del Frente de Todos, ha expresado tanta preocupación por la crisis sanitaria y social actual como por el futuro. Define lo que vendrá como “el día 0 post pandemia”. Compara con las experiencias internacionales en relación a los contagios y el método para enfrentarlos y sobre el impacto en la economía, la producción y el empleo. “Tenemos que analizar y planificar cómo es la Argentina que viene”, planteó en más de una charla en las que insistió en la necesidad de descentralizar más allá de propuestas como la de Raúl Alfonsín de trasladar la capital a Viedma. Define a las grandes concentraciones como “megápolis” donde la convivencia de mucha gente en poco espacio es foco de altos índices de contagio. En ese contexto propone repensar el país. “No para que sea un país comunista”, responden irónicamente a las críticas cerca de su oficina.
Cuando en Formosa el presidente Alberto Fernández dijo que era “una locura” creer que el Estado se quedaría con parte de las empresas a las que asiste, descartó propuestas confiscatorias pero no la idea de un cambio en la distribución y en los impuestos. Él mismo dijo que hay que lanzar una reforma tributaria “para una Argentina más justa”. De eso habló Kirchner hijo: “Una Argentina más igualitaria”. En su lenguaje no es sólo que los ricos paguen momentáneamente un impuesto por sus bienes sino también un rediseño del país con una política de radicación de empresas y de construcción de viviendas para que haya migración interna: generar empleo en las provincias y que quienes residen en la región metropolitana vuelvan al interior. Están convencidos de que la globalización puede traer incluso más pandemias. Varios intendentes coinciden.
Estas últimas semanas decenas de municipios de Buenos Aires y varias provincias reactivaron sectores productivos y hasta alguna actividad social o recreativa. Sin embargo, el 41% de la riqueza se genera en el AMBA lo que impide la reactivación total. Señalan esa diferencia para proponer un cambio futuro.
El otro tema de conversación que viene manteniendo Kirchner con los intendentes es lo que definen como una campaña anticuarentena que atribuyen a sectores económicos y a la oposición. Desconfían de la espontaneidad de tales manifestaciones y específicamente de algunos referentes de Juntos por el Cambio. Ayer mismo Gray responsabilizó a la presidenta del partido opositor, Patricia Bullrich, de alentar movilizaciones de comerciantes y vecinos de los countries. “Tuvimos una protesta de comerciantes en la puerta del municipio, convocada por una militante de su espacio. En estos momentos de gran sufrimiento, angustia y problemas para miles de familias, sería importante NO politizar la pandemia”, reclamó el intendente y vicepresidente del PJ bonaerense que puso sobreaviso al entorno kirchnerista además de quejarse frente a la ex ministra.
En la misma línea el ala más dura del Frente de Todos cree que algunos intelectuales y algunos periodistas suman angustia a la actual situación.
De todos modos entre los dirigentes con responsabilidad ejecutiva temen por igual a los radicalizados de Cambiemos y a los radicalizados con afiliación peronista. Esta semana tuvieron muestras desde ambos lados que generaron algo de malestar como fue la polémica que desató Dady Brieva al pedirle a Alberto Fernández que “si vamos a ser Venezuela, seamos Venezuela ya”.