«Mi hija llorando señaló a su abusador cuando lo vio en televisión»

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«Hacía días que veníamos evitando que mi hija viera televisión. Pero una compañera de trabajo, que es psicóloga, nos dijo que no había que esconderle las cosas, que teníamos que explicarle que esa gente que la lastimó ya no lo hará más, que está presa», dice entre lágrimas Paola González.

Mamá de seis, y único sostén de familia, hace tres años adoptó a «M» (para preservar la identidad de la menor, se la mencionará solo con la inicial de su nombre), en ese entonces de 10 años, que sufre de hipoacusia y retraso mental, y quien hoy vive una pesadilla: fue abusada en el Instituto Antonio Próvolo de Mendoza.

«Después de hablar con la psicóloga, pusimos Canal 7 de Mendoza y justo empezaban a pasar las fotos de los acusados. Y ahí mi hija se desesperó, comenzó a gritar y a señalar con el dedo. Entre varias imágenes ella apuntó especialmente a Nicola Corradi, el sacerdote italiano, y a otro sacerdote que en las fotos aparece con una campera azul, Horacio Corbacho. Por su retraso mental ella no puede expresarse con palabras, balbucea… Pero fue clara con su dedo y su rostro, diciéndonos: ‘¡Ese, ese!'», concluye angustiada.

Mendoza está convulsionada por la detención de los dos sacerdotes  y tres personas más que trabajaban en el Instituto Antonio Próvolo, de Luján de Cuyo, acusados de haber participado de abusos contra niños y adolescentes hipoacúsicos.

Los otros detenidos son: Armando Gómez, celador y jardinero, José Ojeda, un ex interno del Próvolo, y Jorge Bordón, un empleado administrativo que solía vestirse de cura y a quien también señalan de haber participado en el abuso de los menores.

Fabricio Sidoti, fiscal de la causa, pidió la prisión de los cinco detenidos, luego de solicitar expresamente el informe forense sobre la salud de los implicados, en especial de Corradi, de 82 años. El caso llegó a los medios italianos ya que el cura Corradi es oriundo de Verona, donde está involucrado en una causa de abuso a menores en el Instituto Próvolo de esa ciudad italiana.

El sacerdote Horacio Corbacho, de 56 años, fue el primer egresado de La Compañía de las Hermanas de María, una orden religiosa para hipoacúsicos en La Plata.

El fiscal cree que pueden llegar a 60 los niños y jóvenes abusados, de acuerdo a los testimonios recabados. Muchos de ellos ya no concurren al Insituto, porque sus padres los retiraron cuando notaron retrocesos en el aprendizaje y cambios de conducta.

Paola González, que trabaja en una empresa de limpieza en Mendoza, cuenta su historia con sencillez y angustia. «Vivo para mis hijos, ellos son todo en mi vida. Cuando ‘M’ llegó a mi vida, venía de una situación terrible. Su madre biológica también tenía retraso mental y ella prácticamente sobrevivió todos estos años como pudo. Fue la gente de CONIN (Cooperadora para la Nutrición Infantil, que dirige el reconocido Dr. Abel Albino) quien tres años atrás recibió este caso. La madre de ‘M’ estaba en la indigencia y yo me traje a la nena a vivir con mi familia, y ahora ya es parte de ella. A mi hija la estimulamos entre todos para que aprendiera a comunicarse con el lenguaje de señas, quizás podría haber estado mucho más estimulada en el aprendizaje, pero por años nadie se ocupó».

Desgarrada, relata cuándo empezó a sentir que algo andaba mal, que su hija estaba sufriendo: «Desde el primer momento el vínculo con el instituto no fue bueno, pero mi nena estaba de lunes a viernes allí y los fines de semana venía para casa. Eso me ayudaba porque yo trabajo todo el día. Pero en los últimos tiempos al llegar, iba directo a meterse en la cama, se tapaba y se ponía en posición fetal».

Estas fueron las primeras señales que la alarmaron.»Me decían que estaba agresiva y que se hacía pis en la cama, algo que en casa no pasaba». Fue hace ya tres años cuando empezó a notar que su hija había cambiado su forma de comportarse, que estaba triste y mal. Quiso hablar con los sacerdotes, pero nunca la recibieron: «Solo pude reunirme con el personal docente».

En el Instituto intentaron trasladar el comportamiento de su hija a «alguna situación familiar»: «Con mis otros hijos la hemos cuidado como un cristal preciado, jamás salió sola a la calle, siempre hubo alguien con ella, mi hija venía de sufrir mucho y le dimos todo el amor del mundo. Lo que esta gente ha hecho es una asociación criminal, no tiene magnitud la crueldad».

Tras la denuncia realizada esta semana por una víctima ante la Justicia -un joven de 20 años, que hace diez fue obligado a tener sexo oral- Paola se animó, finalmente, y se acercó el lunes a la Comisaría 47 de Luján de Cuyo para denunciar por supuesto abuso sexual a los detenidos del instituto Próvolo. Un día después, el médico forense del Poder Judicial constató lesiones internas en la vagina de la menor de 13 años.

Por el momento «M» no pudo concretar su paso por la cámara Gesell, para dar testimonio ante la Justicia mendocina, dado que una de las personas en la sala era un hombre y la menor se alteró con su presencia. «Ella aún no pudo expresar ante los psicólogos el infierno que vivió. Van a armar una nueva cámara Gesell con la presencia de tres mujeres, porque cuando mi nena ve un hombre llora y tiene miedo».

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