Mientras espera que la economía entregue alguna señal positiva, el PRO define la vuelta a los timbreos

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Aún no hay precisiones. Hace dos semanas y media, desde la conducción del PRO habían asegurado que la vuelta a los tradicionales timbreos sería este sábado, el último de febrero.

Días después, la actividad se postergó, a pesar de la insistencia de varios de los dirigentes de la cúpula partidaria, quienes desconocían la información. Esta semana, según confiaron desde el PRO, el primer timbreo del año sigue sin fecha. «Va a ser pronto», «todavía no está definido» y «no sabemos» fueron las respuestas.

El macrismo define en ese sentido la vuelta de la actividad que patentó hace una década, y que desde mediados del año pasado empezó a buscarle reemplazo sin alternativa al menos por ahora, en medio de una sucesión de malas noticias económicas que repercuten principalmente en el Conurbano bonaerense, donde Mauricio Macri registra sus niveles más altos de impopularidad.

Si bien la actividad se retomaría el mes próximo, la indefinición es aún mayor en la provincia de Buenos Aires. «La idea es no arrancar todavía», explicaron desde el entorno de María Eugenia Vidal. Obedece a la estrategia electoral de retrasar la campaña lo más posible, agobiados por las malas noticias y los problemas del programa económico.

Para el macrismo en general, la situación territorial se presenta compleja. El martes, la gobernadora bonaerense tuvo que suspender la visita que planeaba realizar al barrio Puerta de Hierro, en La Matanza, invitada por el párroco del lugar. En el corazón del distrito, Puerta de Hierro es uno de los enclaves más postergados del municipio.

Vidal tuvo que conformarse solo con la inauguración de un centro de atención móvil de la línea 144, en Laferrere, junto a tres ministros nacionales. El equipo de la mandataria pensó en volver a la carga hacia fines de la semana para cumplir con la invitación del párroco, pero finalmente desistieron otra vez.

La Matanza es uno de los distritos más castigados por la crisis de la economía, que incluso voceros de la Jefatura de Gabinete nacional, el área más optimista de la administración de Macri, califican de «frágil».

Según el último informe del Observatorio de la Secretaría de la Producción del municipio gobernado por Verónica Magario, correspondiente a diciembre, las ventas minoristas cayeron 51% en todos los rubros respecto al año anterior, y las expectativas para el 64% de los comerciantes son aún peores.

La situación de las economías locales se repite en casi todos los municipios. También en los gobernados por Cambiemos. El martes, junto a su jefe de Gabinete y operador político, Federico Salvai, la gobernadora recibió en sus oficinas porteñas de la avenida Libertador, donde pasa la mayor parte de su tiempo, a los intendentes Jorge Macri, Julio Garro, Néstor Grindetti, Diego Valenzuela, Martiniano Molina y Ramiro Tagliaferro. No estuvo Nicolás Ducoté, que podría tener dificultades para retener Pilar.

En esos distritos, los funcionarios municipales reconocen que el escenario socio económico empeoró desde fin de año. «Está todo muy justo», aseguran.

«Ya está empezando a bajar la inflación», había dicho Macri a mediados de la semana pasada, antes de viajar hacia India y Vietnam, y horas antes de que el INDEC oficializara el índice mensual de enero por encima de lo esperado: 2,9%. Esta semana, la noticia económica que sacudió a la Casa Rosada fue el pedido de Femsa, la principal embotelladora de Coca Cola del país, de entrar en un procedimiento preventivo de crisis (PPC) por la caída del consumo, que al final no fue otorgado. La compañía negoció con el sindicato el despido de una treintena de trabajadores, menos de la mitad de lo que había planteado.

En ese contexto, la vuelta del timbreo aún no tiene fecha. En Casa Rosada insisten en que «a la gente siempre le cae bien», a pesar de los reclamos airados de los últimos meses del año, muchos de ellos vinculados a los aumentos en las tarifas de los servicios públicos, una medida que tiene a los intendentes del PJ en pie de guerra.

La definición partidaria en torno al regreso a la actividad -el año pasado retomaron en la segunda semana de marzo- se da además en medio de fuertes tironeos internos y cortocircuitos por los cierres de listas. Los chispazos atraviesan a toda la coalición de gobierno.

«No me gusta el timbreo», había dicho Emilio Monzó, por caso, hace un año y medio, en medio de una sesión en Diputados, después de que la diputada Graciela Camaño le pidiera que tocara el timbre para «llamar al orden». El titular de la Cámara baja estalló entre risas. Lo único que no abunda por estos días entre las filas del oficialismo.

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